Agradezco de corazón tu respuesta, el ánimo que transmiten tus palabras y la experiencia de tu amiga que has compartido generosamente conmigo, lo cual de verdad me alegra.

Un par de horas después de escribir el mensaje en el foro ayer, hablé con mi novio y le dije que ya no quiero vivir; él ha estado conmigo todo el proceso de la enfermedad y en algunas ocasiones me ha dicho que ha llegado a pedir a Dios que me lleve para que deje de sufrir. Tuvimos la conversación más honesta de la historia, creo; ninguno de los dos disfrazó sus sentimientos, ambos hablamos de la idea de morir como algo bueno, un descanso, la muerte no se planteó como algo truculento. Y eso me calma, pues no quiero montar un show de suicidio frustrado o a medias, esto no es show, de verdad me quiero ir. Lloramos mucho, dormimos abrazados, siento que en los dos hubo una especie de liberación. Hoy no tomé nada del tratamiento ni pretendo volver a tomar nada de eso, no hay para qué, no me ayuda, no sirve. Hoy he visto todo desde la distancia, extraño de explicar... Toda mi vida pensé, creí y juré que las personas que se suicidaban quedarían dando vueltas como almas errantes y jamás llegarían a la Luz; esa creencia me llevaba a dar fuerzas a quien considerara la idea de suicidio y me daba fuerza para seguir aquí, no quería ser un alma errante, quería irme con la "misión cumplida". Sin embargo, hoy mis antiguas creencias no están, no sé qué hay después de un suicidio o una muerte natural, espero no quedar como alma errante pero, si quedo, será que tenía que ser así, no lo sé y la verdad es que no me importa... Me sorprende hablar con tamaña honestidad, jamás lo había hecho, siempre intenté proteger a mi entorno de mi dolor, entonces siempre estaba con la máscara de "estoy muy bien"; liberador también me resulta poder escribir aquí sin máscara, plasmar lo que siento sin temor a herir pues aquí nadie me conoce y me ampara el anonimato. Reconozco que tu mensaje, Inma, me ha tocado el corazón y he sentido el impulso de decirte que estaré bien y lucharé por estar mejor, pero no estaría diciendo la verdad. Aún no tengo la herramienta para terminar con mi vida, pero la decisión de hacerlo me ha dado un alivio que ningún tratamiento me pudo dar. Mi cansancio es tal que no correré para tener lo que necesito para irme de aquí, debe ser algo efectivo y mientras lo consigo, vivo la libertad y tranquilidad de saber que todo terminará, que no habrá más diarreas ni desmayos ni sangre ni angustia por no poder comprar el tratamiento, no poder trabajar, no poder hacer nada. Me alivia dejar este cuerpo deteriorado, esta cara siempre pálida, los ojos sin brillo, me alivia dejar la máscara y partir a un lugar que no conozco ni sé cómo será pero, sea como sea, ya no estará el cuerpo doliendo constantemente.

Que Dios te bendiga, Inma, y que la salud y la alegría reinen en ti y en la vida de tu amiga cada día.

Gracias otra vez.