Hace 2 años que me diagnosticaron fibromialgia y fatiga crónica grado IV. Soy auxiliar administrativo y he estado un año de baja. Pese a los informes médicos me han denegado la propuesta de incapacidad, por lo que voy a tener que recurir. Me es imposible desempeñar mi trabajo con un mínimo de concentración.
Hace unos días mi hijo redactó esta carta que quiero compartir con todos vosotros...
Un Abrazo
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EL MARAVILLOSO MUNDO DE LAS TRAGICOMEDIAS MÉDICAS


Hará unos dos años, que mi vida familiar es de lo más entretenida. Todo se lo debo a mi madre, nunca me hubiera imaginado que tenía tal talento y poderío en el campo de la interpretación. No es porque sea mi madre pero, es de admirar el sobre esfuerzo que está haciendo. No tenía bastante con hacer su jornada laboral como todo trabajador, que un día al llegar a casa, un cúmulo de impulsos casi involuntarios acabaron por hacer explícita su vocación de actriz. De verdad, se lo toma en serio, no es que quiera convertirse en una Penélope Cruz, porqué no tiene edad para eso y además no le gusta. Pero la mujer le pone empeño, sí señor, y a los nuestros nos ha convencido. Ella sabe que la apoyamos en todo lo que hace, aunque casi nunca se lo transmitimos, por aquello de que siga esforzándose y no se confíe. Miren si le pone empeño que ya lleva poco más de un año de excedencia para dedicarse plenamente al arte dramático.


Mi madre se decantó por las tragicomedias médicas no son muy conocidas en nuestro país y es por eso que creo que aún están poco valoradas. Últimamente viene habiendo un auge en una especie de aproximación imperfecta o coloquial a este género, aunque en apariencia igual de compleja y completa, bajo mi punto de vista menos trabajado, simple y sin aporte alguno al verdadero arte. Pero su fama va en aumento gracias a una minoría apoyada por una especie de mecenas sanitarios, con influencias o que forman parte del círculo de poder de la medicina española.


Cuando mi madre se dejó asesorar por una completa y heterogénea plantilla de profesionales en el campo médico, después de infinitos castings y wanteds , que iban de la más absoluta gilipollez y simplicidad a una complexión fuera de lo común, le sugirieron que se decantara por arte jondo de la fibromialgia. Nunca me había interesado por esa maestría, incluso el nombre me sonaba raro. Al repetir la palabra en mi interior me venían a la mente aparatos de gimnasia, para adelgazar, tonificar los músculos. Incluso tecleándola en el ordenador, el corrector me lo marcaba en rojo.

Conocí varios casos de personas que antes que mi madre, habían descubierto esta habilidad. Señoras y señores armados con palos de escoba y chándales de tactel que se hacen cisco por no perderse ni una sesión de gimnasia rítmica organizada por su asociación, que se cabrean al haberse dejado el gorro de natación encima de la tabla de planchar, que no han lavado las mallas de danza, que les encantan las excursiones, o que hacen del ambulatorio un centro recreativo con la excusa de ir a buscar recetas.


Por un momento me imaginé a mi madre ataviada con alguno de estos atuendos, y mostrando una actitud devota por este tipo de actividades que apaciguarían las ganas de marcha de sus músculos. Pensé: ¿Esta mujer habrá hecho bien al tomar esa decisión? Y ella me dijo que esto no lo decidía su mente, que se llevaba dentro.

El caso es que nunca la he llegado a ver haciendo este tipo de actividades que alimentan cuerpo, mente… y currículum, si no que lo que hace ella es aún mejor y sin salir de casa. Y es que ella se dedica al cine. ¡Qué aptitudes macho!, ¡y qué dramatismo le pone!, incluso vivimos sus escenificaciones en primera persona y nos involucramos en ellas, y… ¡Qué subidón! Con mi madre se quedan pequeñas películas como “Los Lunes al Sol” o hasta “Rec”.


Diariamente vivimos escenas de todo tipo. Emotivas, dramáticas, cómicas y hasta de terror. Y es que mi madre está plenamente dedicada a su nuevo proyecto cinematográfico, convertido ya en una consistente saga. Fatiga Crónica IV, ¿un título de lo más sugerente, verdad? Con un repertorio de escenas, en las que yo también actúo, que van des de la mujer impedida en una cama hasta que se le relajan los músculos y el corazón, a la que debe traérsele la comida al más puro estilo francés, paseo zombie de la cocina al comedor, recreación del conejillo rosa de Duracel al que se le terminan las pilas mientras bate unos huevos o el drama de una mujer que se ve incapaz de realizar la más simple tarea o trabajo por falta de concentración y autoestima y entre muchos otros.

¡Los clava!, vaya crack está echa mi madre! , es como si lo estuviese viviendo realmente, y yo muchas veces me emociono. Y es que el largometraje está avalado y producido por grandes profesionales del sector médico.


Escribo esta carta para aquellos que no tienen la suerte de tener una hermana, padre, hijo, hija, tío o madre que aún no ha despertado esta destreza. ¡ No sabéis lo que os perdéis!, tiempo al tiempo. También me gustaría dedicarla a todas las personas que tienen artistas en casa dedicados al verdadero género de las tragicomedias médicas, ¿Qué show verdad?, uno no necesita tele para estar entretenido.


Me gustaría terminar este escrito de la misma manera que lo hizo el productor de la película “En tierra hostil” enviando un email a los miembros del jurado, pidiendo el voto para la ceremonia de los Oscars. Yo deseo que finalmente le den un premio o reconocimiento a mi madre por su gran papel. Más que nada porqué muchas veces, la perseverancia y la capacidad de superación, por muy ilimitada que parezca, llega a su fin si no se obtiene una recompensa. Y llega un momento en que las películas, y aun más las sagas, por muy buenas que sean, si los actores no están motivados por algún tipo de meta, se deterioran hasta perder totalmente su consistencia inicial.


Víctor Masip