La eyaculacion precoz
Autor: Xavier Conesa | Publicado:  14/12/2006 | Urologia | |
La eyaculacion precoz.

La mayoría de hombres aquejados de eyaculación precoz explican las mismas cosas. Todos sus primeros intentos heterosexuales tuvieron lugar aprisa y corriendo. Una prostituta seguramente se felicitaría de tener un cliente con prisas, puesto que ello le daba ocasión de acudir a otro cliente. El muchacho que realiza el acto sexual en el asiento trasero de un coche, en un descampado, es muy posible que lo haga precipitadamente por el temor de ser visto. Una rápida eyaculación como objetivo muy apetecible puede convertirse fácilmente en norma de vida después de unos cuantos episodios de este género. Una vez establecida esta norma de rapidez, lo frecuente es que se transforme en norma permanente. Afirman Masters y Johnson que las circunstancias expuestas son la causa primordial de la eyaculación precoz entre los adultos.

La eyaculación precoz se define como una incapacidad para retrasar la eyaculación el tiempo suficiente para que la mujer, en un cincuenta por ciento de los casos, experimente el orgasmo. Cuando la mujer no puede experimentar el orgasmo por otros motivos, aparte de la eyaculación excesivamente rápida de su compañero, no es válida esta definición. Hay otros terapeutas que definen la eyaculación precoz como la incapacidad para retrasar la eyaculación más de treinta segundos una vez introducido el pene en la vagina. La definición dada por la Fundación para el tratamiento de la eyaculación precoz pasa por alto la duración que pueda tener este período previo de tiempo y considera, en cambio, la satisfacción de ambos cónyuges como criterio primordial.
En cualquier caso, la eyaculación precoz constituye la disfunción sexual más corriente entre los hombres, y Masters y Johnson consideran que hay millones de hombres que, junto con sus esposas, sufren las consecuencias de este trastorno.

Una de las grandes dificultades que presenta este esquema de liberación sexual es que no da ningún valor a la satisfacción sexual de la mujer; está orientado hacia la satisfacción del hombre únicamente. Una vez y otra se repite en Human Sexual Inadequacy que hay que dar para recibir. Muchos hombres que eyaculan sin satisfacer a su compañera piensan que el placer sexual es una prerrogativa del macho. No se dan cuenta de que el placer sexual que supone proporcionado reporta enormes beneficios para la relación conjunta de la pareja.

Human Sexual Inadequacy demuestra que existe una correlación directa entre el nivel cultural de un hombre y su preocupación por satisfacer a su esposa. Los hombres cuyo nivel cultural está por debajo de la enseñanza media rara vez se quejan de padecer eyaculación precoz, aunque posiblemente se quejen sus esposas. Muchos de estos hombres miran a sus mujeres simplemente como receptáculos sexuales, receptáculos que no pueden ni deben expresar una capacidad sexual propia. Los hombres cuyo nivel cultural es más elevado al igual que su complejidad mental, consideran que su masculinidad se ve amenazada si no consigue satisfacer a la mujer.

Cuando un hombre eyacula precozmente de una manera sistemática, puede predecirse cuál va a ser la situación de su matrimonio. Al principio, cuando los recién casados descubren que el marido no puede retrasar la eyaculación, se consuelan amorosamente uno al otro asegurándose mutuamente que la situación variará así que se hayan habituado a la nueva situación que supone el matrimonio. Hay hombres que acaban por saber controlarse, pero existen millones que no lo consiguen.

Cuando el problema persiste, la actitud de la esposa comienza a variar. Empieza a pensar que su marido tiene la desconsideración de servirse de ella, que no se preocupa más que de sí mismo y que no tiene en cuenta las necesidades que ella pueda tener. Cada vez que realizan el acto sexual, el marido eyacula con tal rapidez que no le da oportunidad de llegar al clímax. Cuando ha habido previamente una cierta actividad estimuladora, la mujer se queda sin medio ninguno para liberarse y con gran cantidad de resentimiento acumulada .

El hombre aquejado de eyaculación precoz trata incansablemente, tanto en lo psicológico como en lo físico, de interponer algo que precipite el final. Los recursos de tipo cerebral consistentes en contar hacia atrás de uno a cien, pensar en un problema de tipo financiero o recordar el viaje que se hizo durante las vacaciones son estratagemas corrientes a las que se recurre al principio. Cuando fracasan estas técnicas, el hombre se concentra en la contracción del esfínter del ano, en pellizcarse, en tirarse de los pelos. Es corriente que se utilicen diversas cremas y lociones para anestesiar el pene e impedir la eyaculación. Hay hombres que consiguen retrasar la eyaculación algún tiempo sirviéndose de estos procedimientos. Con todo, el resultado final no es satisfactorio, porque la distracción impide que el hombre se entregue totalmente a la experiencia sexual que se está desarrollando. No puede disfrutar del acto sexual de una manera libre de prejuicios, apasionada. Su compañera advierte su distanciamiento, su sujeción, con lo que el placer queda disminuido.

Los hechos corrientes hacen que, al cabo de unos cuantos años, el marido y la mujer se retiren en parte de los deberes del matrimonio porque el hombre pone en duda su masculinidad y la mujer pierde la confianza en sí misma como mujer. A medida que el hombre va sintiéndose cada vez más humilIado ante su fracaso de satisfacer a su mujer, va perdiendo su capacidad de erección. Un matrimonio en aparente calma, pero hostil en el fondo, en el que no está presente la sexualidad, puede durar, pero muchos hay que acaban en divorcio.

Hay muchos hombres con eyaculación precoz que parecen incapaces de pensar en las necesidades que pueda tener su esposa. Masters y Johnson han llegado a la conclusión de que la mayoría de estos hombres son egoístas y que no se tienen por amantes ineptos. Hay muchos que echan la culpa a sus esposas, tachándolas de poco temperamentales. Ni por un momento se les ocurre pensar que son ellos los que no están a la altura. En realidad, a esta clase de hombres, sobre todo a los que tienen más años, no se les debe culpar del todo, puesto que el concepto de que la mujer tiene también derecho al placer sexual es relativamente reciente en nuestra cultura.

Uno de los más importantes capítulos de Human Sexual Inadequacy es el dedicado a la eyaculación precoz. Cualquiera que se interese por este problema deberá leer minuciosamente el texto original de Masters y Johnson, puesto que allí se ofrece con todo detalle la técnica eminentemente efectiva para conseguir el control eyaculatorio. La importancia de esta técnica única es inconmensurable. Hay millones de hombres que, gracias a ella, podrán satisfacer plenamente a sus esposas, enriquecer su propia vida sexual y evitar los problemas que surgen en el matrimonio expuestos en páginas anteriores. Esta técnica, sin embargo, no es una panacea a la que uno pueda recurrir sin ayuda de nadie. Hay muchos hombres con eyaculación precoz que no tienen una auténtica comunicación con sus esposas y que, en realidad, necesitan de un terapeuta para establecer esta comunicación antes de que puedan advertir realmente el problema. Es probable que muchos de ellos ni siquiera pongan a prueba el método de Masters y Johnson, por no estar dispuestos a admitir que están enfrentados a un problema ni tampoco querer arriesgarse a correr el riesgo que supone resolverlo.

Las que inician el tratamiento para corregir la eyaculación precoz de sus maridos suelen ser las esposas de estos hombres, generalmente al cabo de muchos años de matrimonio, cuando los hijos son ya mayores. Durante los años que la mujer está absorbida por el

nacimiento de sus hijos, sus energías físicas y psíquicas se canalizan hacia las necesidades de sus familiares. Más tarde, tienen la impresión de quedar un poco al margen. Es entonces cuando buscan ayuda e insisten en que sus maridos la busquen también. En ocasiones, se lanzan también a aventuras extramatrimoniales: heterosexuales, homosexuales o las dos cosas a la vez.


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