Y porque no empiezas a pensar que si nadie te quiere a lo mejor la culpa es tuya y no de todos los demás.
Me recuerdas a un niño enfadado que llora porque su madre le acaba de quitar un juguete y llora y patalea en una esquina.
Anda lárgate a dar la lata a otro lado que, por lo menos yo, no tengo ganas de aguantar PA-YA-SA-DAS.