Se pueden adquirir nuevas enfermedades en un ambiente hospitalario porque los pacientes están expuestos a una variedad de bacterias y otros microorganismos que pueden no estar presentes en su entorno habitual. Además, debido a la naturaleza de muchas enfermedades que requieren hospitalización, los pacientes a menudo tienen sistemas inmunológicos debilitados o están sometidos a procedimientos invasivos, lo que los hace más susceptibles a las infecciones. Las prácticas médicas, como el uso frecuente de antibióticos y la presencia de dispositivos invasivos como catéteres y tubos de respiración, también pueden aumentar el riesgo de infección. Por ejemplo, un paciente sometido a una cirugía puede adquirir una infección del sitio quirúrgico, mientras que aquellos que están conectados a ventiladores mecánicos pueden desarrollar neumonía asociada a la ventilación. Todo esto crea un entorno propicio para la propagación de enfermedades, lo que puede resultar en la adquisición de nuevas enfermedades durante la hospitalización.