Querida Santy, me gustaría reconfortarte en estos momentos de angustia, pero como bien sabes este medio no es el más apropiado por ser frío e impersonal. Pero te propongo una cosa, recuerda conmigo algunas vivencias que podrán hacerte sentir como yo deseo que te sientas. Recuerda los momentos en que las manos de nuestros abuelos, duras y callosas pero llenas de un cariño incomensurable, acariciaban nuestras cabecitas de tiernos infantes. Saca de tu memoria el aroma a ternura que el regazo de nuestra Madre tenía cuando nos recostaba sobre él y cómo flotábamos entre nubes cuando nos abrazaba contra su pecho. Piensa en la suavidad atercipelada de nuestros hijos cuando,desnuditos sobre la cama, nos los comemos a besos buscando la incompareble recompensa de una sonrisa de bebé. Siéntete, en suma, como cuando tu esposo te abraza y tienes la sensación de que en esos momentos estás protegida de todo mal. Y por último y aunque sea un poco egoista por mi parte, piensa que si tú te sientes mal nos lo haces sentir a los demás, así que recupera tu ánimo y vive intensamente... merece la pena... palabrita de alguien que no quiere dejar de ser niño.

Besos,

Carlos.