La fibrilación auricular es una arritmia benigna que consiste en la ausencia de latido coordinado auricular, de forma que las aurículas, en lugar de latir coordinadamente, hacen un movimiento inútil en su contribución a la función cardiaca.
Se llama benigna, para diferenciar de las arritmias graves (fibrilación ventricular, taquicardia ventricular, flutter ventricular, etc.) que pueden conllevar un desenlace fatal inmediato.
Eso no significa que no sea un problema o que no deba intentar eliminarse o controlar sus consecuencias con medicación.
Simplificando, hay dos tipos de fibrilación auricular: paroxística y permanente.
La fibrilación auricular paroxística (o transitoria) debe tratarse mediante fármacos o cardioversión eléctrica para recuperar el ritmo normal (también conocido como ritmo sinusal).
La fibrilación auricular crónica o permanente, en cambio, muy difícilmente puede revertirse a ritmo sinusal, por lo cual el objetivo del tratamiento es evitar sus complicaciones.
Sin ánimo de extenderme demasiado, comentaré que las complicacones de la fibrilación auricular crónica son dos:
La más inmedianta es la relativa a las alteraciones de la frecuencia cardiaca (taquiarritmias - frecuencia alta - que se frenan con medicación antiarrítmica, y bradiarritmias - frecuencia baja - que en ocasiones precisa la implantación de un marcapasos).
En segundo lugar, son de gran importancia las complicaciones embólicas, como consecuencia de la formación de trombos (coágulos) en el interior de las aurículas, al quedar remansada la sangre a ese nivel. Para evitar este problema se emplea medicación anticoagulante en pacientes que opresenta de forma crónica una fibrilación auricular.