Siendo todavía un crío, acudí con mi padre a ver un partido de fútbol en mi pueblo. El campo estaba abarrotado de público y sólo pudimos acceder a unas localidades que estaban justo debajo del altavoz del estadio. Mientras se jugaba, aquel altavoz daba anuncios comerciales, con una música de fondo machacona y atronadora. Casi estuve a punto de desmayarme con aquella intensidad de decibelios en mis oídos.
Cuando todo acabó, ya camino de casa, yo seguía oyendo el estruendo como si siguiera sonando. No pude dormir en toda la noche porque era incapaz de sacarme el ruido de mi cabeza. A la mañana siguiente estaba destrozado por la falta de sueño y, lo peor de todo: el sonido seguía allí. Andaba por el cole de un lado para otro con aquello tan espantoso acompañándome a todos lados. Creía que me estaba volviendo loco y mis nervios se desataron. No había consuelo para mí, acabaría en un manicomio con esa horrible música acompañándome de por vida; estaba triste y desesperado. Hice acopio de fuerzas y se lo conté a mi querido maestro de Primaria. El me miró serenamente, ajeno a mis tribulaciones y me dijo: Ríete de eso! Imagina que tú mismo eres un tocadiscos. Dibújate con una gran sonrisa y echando ruido por las orejas. Y cuando el miedo vuelva, saca el papel con el dibujo y míralo despacio, será divertido.
Mano de santo! en veinticuatro horas el ruido se fue y pude dormir tranquilo.
Por cierto, Buenas noches a todos!


Editado por barry5496 (29/06/11 12:19 AM)