Diferir el comienzo de una tarea (postergación), es una práctica que obstaculiza el alcance de nuestros objetivos personales y profesionales. Aquí se ofrece el análisis conductual de la postergación para aquellos lectores que no hayan diferido para mas tarde la lectura de esta nota.





Termina el receso navideño y nos disponemos a celebrar la fiesta de fin de año. De acuerdo a la costumbre de algunos, cada quién va a formular al menos una resolución de cambio personal. Michael resuelve dejar de fumar, Guillermo promete bajar de peso y hacer ejercicio, Cecilia dejará de comerse las uñas y Luisa promete terminar de escribir su trabajo de maestría.



Dos meses más tarde, la familia y los amigos se reúnen en ocasión del cumpleaños de Rafael. El cumpleañero quién por cierto no formuló ninguna resolución, aprovecha la oportunidad para molestar, y dejar caer la mal intencionada pregunta ¿ Por cierto…, cómo van las resoluciones del nuevo año?. No hace falta la pericia de Sherlock Holmes o Agatha Christie para conocer el resultado. Las mejores resoluciones e intenciones se han quedado en el vacío y ninguna de las personas ha iniciado el programa de cambio.



La postergación, entendida como el retraso en comenzar una tarea o proyecto es uno de los peores enemigos del bienestar del ser humano. Aunque la postergación suele calificarse como una práctica cultural de los Latinoamericanos, también se observa entre los Norteamericanos, Alemanes y Japoneses, aunque con matices e intensidades diferentes.



El aspecto crítico de la postergación se relaciona con las consecuencias del acto de postergar. Retrasar un día más la fecha límite para dejar de comerse las uñas, empezar a hacer ejercicio, reducir el consumo de alimentos, administrar mejor nuestro tiempo o escribir el trabajo de grado, no tiene impacto significativo sobre el comportamiento que deseamos modificar.



Por otra parte, gran parte de nuestro repertorio de comportamiento está gobernado por reglas. Una regla es una descripción de una contingencia conductual. Un ejemplo de este tipo de reglas sería: “Si tocas la hornilla caliente te quemarás”. La mayoría de los humanos con adecuado repertorio verbal cumplirían con la regla sin mayor dificultad. Esta regla describe un resultado que es inmediato, probable e intenso. Sin embargo a la mayoría de nosotros se nos hace muy difícil seguir reglas que describen resultados improbables. “Si usas el preservativo, disminuyes el riesgo de contagio”; “Si usas el casco de seguridad, proteges mejor tu cabeza en caso de accidente”. También se nos hace difícil seguir reglas que describen resultados acumulativos “Si comes chocolates, eventualmente engordarás”; “Si escribes una página de la tesis cada día, eventualmente la terminarás”. Siempre se puede postergar para más tarde él dejar de comer chocolates o dejar de fumar.



Siempre podemos diferir para mañana o para otra ocasión, el uso del preservativo, del casco de seguridad o escribir una página de la tesis. Como los resultados que se describen son improbables o de efectos inmediatos débiles, la postergación siempre aparece como la elección de menor esfuerzo.



La especie humana es variada y también es cierto que algunas personas son capaces de cumplir con reglas que describen resultados improbables o de efectos inmediatos débiles. Estos miembros de la especie los llamamos exitosos, autocontrolados o personas con fuerza de voluntad. El resto de los mortales necesitamos gerenciar nuestro comportamiento para eliminar la postergación, cumplir con las fechas límite y alcanzar nuestros objetivos personales y profesionales. Por cierto, lo siento…, debo diferir para la próxima entrega, las soluciones al problema de la postergación.