Si este Post te ha llamado la atención, seguramente es porque eres una de las muchas personas que sufren dolor en la articulación lumbar, y una de las causas más comunes de este tipo de dolor es originada por la articulación sacroilíaca, que en ocasiones puede carecer de una correcta movilidad ocasionando bloqueos y produciendo dolor en distintos puntos del lumbar o la pelvis.

¿Qué es la articulación sacroilíaca?

La articulación sacroilíaca se sitúa en la parte media de nuestro cuerpo y conecta los huesos de la cadera con la base de la columna vertebral, la función principal de esta articulación es absorber el impacto de los movimientos entre la parte superior de nuestro cuerpo, la pelvis y las piernas.

En ocasiones, la falta de una correcta movilidad a causa de una descompensación muscular, una mala postura, o un bloqueo puede ocasionar problemas en esta articulación que van a transferirse a las estructuras adyacentes en forma de un exceso de tensión y en consecuencia nos va a originar dolor.

Debemos entender que esta articulación está reforzada por pequeños ligamentos circundantes, así como por músculos como el psoas, el glúteo mayor y el piramidal, entre otros, que son los encargados, en gran medida, de dotar a esta localización de un buen soporte y una correcta estabilidad, por lo que una descompensación en esta musculatura puede ser el origen de un mal funcionamiento de la articulación.

¿A qué se debe el dolor?

El dolor en la articulación sacroilíaca, a menudo, puede deberse a un compromiso en el tensor de la fascia lata, esta estructura se encarga de la flexión de la cadera y como estabilizador de la pelvis cuando nos encontramos de pie. Si no es controlado de forma correcta por el glúteo mayor y por el piramidal se produce un desequilibrio causando dolor y disfunción de la articulación.

Generalmente una descompensación en cualquier punto de la cadena posterior, dorsales, glúteos, isquiotibiales, puede originar dolor en la musculatura sacroilíaca.

¿Cómo podemos solucionarlo?

Para tratar el dolor en la articulación sacroilíaca debemos atacar todos los puntos que hemos comentado anteriormente. Lo primero será liberar el compromiso en el tensor de la fascia lata, uno de los mejores métodos para esto consiste el colocarse tumbado en posición lateral sobre un foam roller, justo a la altura de esta musculatura, sobre la zona de la cadera, e ir rodando poco a poco sobre el rodillo para soltar la musculatura.

El siguiente paso será la activación de la musculatura que no está trabajando lo suficiente para estabilizar el tensor de la fascia lata y nuestra articulación, es decir debemos trabajar el glúteo medio y el piramidal. A través de ejercicios como el puente de glúteo, la abducción de cadera con una ligera extensión del talón por detrás de nuestra cadera (movimiento de abducción diagonal), la sentadilla búlgara con distancia corta para mantener las rodillas alineadas e incidir en esta musculatura o el hip thrust, vamos a conseguir este objetivo.

Otro paso complementario es la activación de la musculatura que hemos comentado, que también, da soporte a la articulación sacroilíaca como el psoas, la musculatura de transverso abdominal, el lumbar, la musculatura de la cadena posterior en general, etc.

Para conseguir activar, involucrar y conectar al máximo estos músculos, debemos realizar un buen trabajo de conexión neuromuscular, ya que suele ser compleja la activación de estas cadenas musculares si no pensamos que queremos trabajar directamente sobre ellas, pero una vez tengamos esas conexiones trabajadas, seremos más conscientes de la transferencia que tienen al resto de patrones mecánicos cuando hagamos ejercicio, especialmente levantando cargas.

Ejercicios como el peso muerto, el press Pallof, las rotaciones de torso de pie con banda elástica y los ejercicios de movilidad de columna con una ligera resistencia, son nuestros mejores aliados para conseguir una buena activación de esta musculatura.
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