Al igual que el
término transferencia se ha utilizado a menudo abarcando toda la gama
de sentimientos del paciente a favor y en contra del analista, la
contratransferencia denota un amplio espectro de reacciones (o
sentimientos) en el analista (7).
La transferencia se funda en el hecho de que el paciente manifiesta al
terapeuta modos de conducta que vienen a ser simples reimpresiones o
refundiciones de anteriores formas de relación (9). En estrecha
conexión con el concepto de transferencia (reacción emocional del
paciente hacia el terapeuta donde se repite con éste, vivencias,
fantasías, ideas, sentimientos, modalidades de relación), etc., se
encuentra el concepto de contratransferencia, que ha sido definido
como el conjunto de reacciones inconscientes del terapeuta frente al
paciente y, especialmente, frente a la transferencia de este
(10).Tanto la transferencia como la contratransferencia pueden ser
positivas o negativas. Ambas pueden contribuir al éxito o fracaso de
una terapia, o a la simple deserción del tratamiento por parte del
paciente (8). Entre los estudios revisados no se ha podido encontrar
un instrumento eficaz para la medición de las mismas. Solamente se
explora la satisfacción o no del paciente frente al tratamiento.
Por otro lado, un concepto crucial dentro del campo del psicoanálisis
lo es el de Resistencia. Durante la cura psicoanalítica, se denomina
resistencia todo aquello que, en los actos y palabras del analizado,
se opone al acceso de éste a su inconsciente. Por extensión Freud
habló de resistencia al psicoanálisis para designar una actitud de
oposición a su descubrimiento, por cuanto estos revelaban los deseos
inconscientes e inflingían al hombre una vejación psicológica (10).
En sentido general, la primera indicación para la necesidad de
someterse a psicoanálisis es el descubrimiento de que, con toda
probabilidad, el paciente ha venido teniendo desde hace tiempo
conflicto que continúan en el presente de forma activa, aunque
inconscientemente, y que producen signos o síntomas o problemas de
carácter que bastan para justificar un tratamiento extensivo. El
conflicto del paciente analítico no es con su medio ambiente, aunque
puede manifestarse como tal, sino que radica en el interior de la
estructura de su propia personalidad. Ese conflicto es inaccesible a
la consciencia y los impulsos frustrados que forman parte de él
ejercen una presión constante para su descarga o expresión dando
lugar a varios fenómenos de transferencia (7).
A diferencia del análisis, cuyo interés fundamental es poner al
descubierto y posteriormente llevar a cabo una elaboración de los
conflictos infantiles a medida que éstos surgen en la neurosis de
transferencia, la psicoterapia psicoanalítica toma ampliamente como
objeto principal los conflictos y estructuras dinámicas actuales.
La psicoterapia psicoanalítica se funda, tanto en su estructura
conceptual y teórica, en el cuerpo de la doctrina psicoanalítica (6,
7).
La psicoterapia psicoanalítica es una psicoterapia basada en un
diagnóstico psiquiátrico válido y en formulaciones
psicoanalíticas. La labor diagnóstica debe dar al terapeuta una
comprensión de los conflictos más importantes del paciente y
permitir una evaluación de las zonas de fuerza y de debilidad de su
Yo. La psicoterapia psicoanalítica también tiene en cuenta, en la
medida en que ello es posible, la información disponible acerca del
desarrollo histórico del paciente, y en especial d su relación con
las figuras cruciales de su infancia (7).
La psicoterapia psicoanalítica parte del supuesto de la existencia de
determinados conflictos intrapsíquicos que permanecen inconscientes
para el paciente, y el objetivo que con ella se propone es el de
solventar, parcial o totalmente, tales conflictos mediante la
relación interpersonal paciente-terapeuta, tomando como instrumento
curativo las intervenciones verbales del terapeuta que tienden al
fortalecimiento yoico del paciente y a permitirle manejar
adecuadamente aquellos impulsos y emociones frente a los que, hasta el
momento, ha fracasado en la función de síntesis e integración que
le es propia (5).
Al situarse frente a una técnica que pretende resolver los conflictos
intrapsíquicos y que, a su vez, intenta estimular una favorable
adaptación de la personalidad, es posible cuestionarse acerca de sí
esta relación favorable se ha logrado y si la finalidad terapéutica
ha fracasado o ha sido total o parcialmente alcanzada. La pregunta,
por tanto, es la de sí la psicoterapia cumple su cometido y, en caso
afirmativo, de qué forma y con pacientes de qué tipo (7).
El nivel de idoneidad de un paciente para someterse a un proceso
psicoterapéutico de tal índole, es puesto al servicio del deseo de
librarse de determinado sufrimiento o de hallar solución a una
situación particularmente conflictiva. No son buenos candidatos para
este tratamiento aquellos pacientes que desean únicamente mejorar sus
síntomas, sino aquellos capaces de considerar sus alteraciones y
ansiedades como el resultado de un conflicto intrapsíquico. Así, la
disposición o aptitud de idoneidad del paciente para poder ser
beneficiado de este tratamiento depende de una conjunción de
elementos como: un adecuado nivel cognoscitivo, tolerancia a la
frustración y al sufrimiento, compromiso con la verdad, posibilidad
de auto observación y para verbalizar las inferencias de la misma,
capacidad para establecer relaciones mutuales en un nivel adulto y
capacidad de insight (5,8).
Pero no es únicamente el paciente quien debe poseer unos
requerimientos para poder someterse a este tratamiento. También el
terapeuta debe poseer ciertos insumos; en especial, poseer una
técnica que se vislumbre desde el primer contacto debido a que para
poder trabajar con los mecanismos conflictivos que subyacen a las
formaciones de compromiso (o síntomas) es necesario colocar a los
pacientes en una situación determinada que favorezca su emergencia.
Esta situación empieza a delimitarse apenas, cuando el paciente entra
en contacto, por primera vez, con el terapeuta, de manera que se
establezca un contrato en el que se configura el encuadre externo de
la situación. Este contrato debe especificar cuestiones como la
frecuencia de las sesiones, su duración, el lugar donde se llevan a
cabo, la puntualidad, los honorarios, la forma de pago, el tipo de
tratamiento, los períodos de vacaciones, fiestas, etc.. Una vez
realizado el encuadre, se establece la relación terapéutica que, de
por sí, constituye un elemento curativo (8,9).
Las entrevistas iniciales tienen como objeto establecer un
diagnóstico psicodinámico de lo que le ocurre al paciente, fundar,
consecuentemente, un pronóstico, considerar las posibilidades de
prestar ayuda y la forma como se procederá, de manera que permita
estructurar una relación de trabajo que permita el inicio y
mantenimiento del tratamiento (5, 9,10). Desde este punto de vista, el
aspecto más importante de la relación terapéutica reside en la
noción de la transferencia, la cual no necesariamente es siempre
interpretada de acuerdo a esta perspectiva, al igual que ocurre con la
contratransferencia (9).
Frente a la actitud esclarecedora o comprensiva de la psicoterapia
psicoanalítica, los otros recursos psicoterapéuticos, como las
psicoterapias de apoyo y las Terapias de Relación que se proponen
reforzar la represión de los conflictos perturbadores, proporcionar
un yo auxiliar y capacidad de contención por parte del terapeuta para
que, el paciente intente manejar las tensiones internas, proporcionar
alternativas de gratificación y de comportamiento, reactivar los
aspectos positivos y sanos que existen en el paciente, y enseñar
nuevos modelos y pautas de comportamiento mental (5).
El concepto de Terapia de Apoyo se usa como si se hiciera referencia a
una entidad separada y distinta, pero significa sólo que el apoyo
recibe un énfasis mayor que en otros procedimientos (7).
Por su parte, la Terapia de Relación es un método de tratamiento que
se sitúa entre la terapia d apoyo y las técnicas expresivas que
caracterizan al psicoanálisis y a otros tipos de psicoterapia de
insight. El objetivo de la terapia de relación es no sólo la
restauración del status quo ante, sino también, en cierta medida, un
cambio en las estructuras de la personalidad y una disminución de la
vulnerabilidad a las presiones externas.
Para concluir lo concerniente a los tipos de terapias hasta ahora
mencionadas, se ofrece, a manera de síntesis la siguiente Tabla (1)
que condensa algunos aspectos inherentes al Psicoanálisis, la Terapia
Psicoanalítica, la Terapia de Relación y la Terapia de Apoyo.
Tabla 1.
Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica (7)
|
Psicoanálisis
|
Terapia
Psicoanalítica
|
Terapia
de Relación
|
Terapia
de apoyo
|
Teoría
básica
|
Psicología
psicoanalítica
|
Psicología
psicoanalítica
|
Psicología
psicoanalítica
|
Psicología
psicoanalítica
|
Objetivos
|
Reorganización
de la estructura del carácter, con disminución de las
defensas patológicas, integración o rechazo en última
instancia de los impulsos e ideas mantenidos fuera de la
consciencia. La finalidad es la comprensión antes que la
eliminación de síntomas, pero éstos suelen desaparecer.
Corrección de retrasos de desarrollo en personalidades
relativamente maduras en otros aspectos.
|
Resolución
de conflictos seleccionados y erradicación limitada de
defensas patológicas. Comprensión del objetivo primario,
acompañado normalmente de un alivio secundario de los síntomas.
|
Desarrollo
de la personalidad relativamente inmadura mediante la relación
catalítica con el terapeuta como contrapartida de los efectos
neurotogénicos de relaciones significativas previas.
|
Restablecimiento
del equilibrio anterior, reducción de la ansiedad y del temor
ante situaciones nuevas, ayuda para tolerar situaciones
inalterables.
|
Actividad
del Paciente y del Terapeuta
|
Atención
rondando libremente por parte del analista, asociación libre
por parte del analizado. Interpretación de la resistencia y
de la transferencia. Sugestión interpretada en última
instancia.
|
Atención
rodando libremente por parte del terapeuta, pero con un mayor
enfoque en el análisis. Énfasis menor en la libre asociación
y mayor en la discusión por parte del paciente. La sugestión
suele ser interpretada a la larga.
|
El
terapeuta participa como una persona real en relación con las
cuestiones del presente, y se convierte en una figura parental
beneficiosa.
|
Suelen
evitarse las técnicas expresivas, excepto para conseguir
algunos efectos catárticos. El terapeuta interviene
activamente, aconseja, fomenta la discusión y selecciona el
tema central.
|
Énfasis
Interpretativo
|
Se
centra en la resistencia y en la transferencia hacia el
analista.
|
Mayor
énfasis en los hechos interpersonales y menor en la
transferencia hacia el analista que en el caso del psicoanálisis,
aunque la interpretación de la transferencia suele ser
efectiva. La transferencia hacia personas distintas del
terapeuta suele ser interpretada con efectividad.
|
Discusión
y clarificación de los hechos interpersonales. La
transferencia puede o no ser interpretada.
|
Se
suelen evitar las interpretaciones de las transferencias hacia
el terapeuta, a menos que éstas interfieran
significativamente en la relación terapéutica. Se concede
gran importancia a los hechos exteriores.
|
Transferencia
|
Se
fomenta la neurosis de transferencia basándose en la alianza
terapéutica y en la relación real.
|
Se
desalienta la neurosis de transferencia y se fomenta la
alianza terapéutica.
|
Se
desalienta la neurosis de transferencia. Énfasis en la
relación real y en la alianza terapéutica.
|
Se
desalienta la neurosis de transferencia. La alianza
terapéutica puede ser firme o débil.
|
Reserva
|
Absoluta.
|
Absoluta
|
Suele
ser absoluta, aunque puede ser abandonada en algunas
situaciones.
|
Suele
ser absoluta, aunque puede ser abandonada en algunas
situaciones.
|
Regresión
|
Fomentada
bajo la forma de neurosis de transferencia.
|
En
general es desalentada, excepto cuando se hace necesaria para
obtener acceso al material fantaseado y a otros derivados del
inconsciente.
|
Generalmente
desalentada.
|
Se
suele desalentar, pero ocasionalmente puede ser fomentada por
su valor intrínseco.
|
Accesorios
|
Diván
|
Rara
vez se utiliza el diván. Ocasionalmente se utilizan agentes
psicotrópicos.
|
El
diván está contraindicado. Métodos de grupo, terapia
familiar o contactos con la familia de forma estructurada.
Pueden intervenir otros terapeutas y entidades.
|
El
diván suele estar contraindicado. Agentes psicotrópicos,
terapia ocupacional, hospitalización (incluyendo la
hospitalización durante el día). Contactos con la familia de
forma estructurada. Pueden intervenir otros terapeutas y
entidades.
|
Frecuencia
y Duración
|
Cuatro
a cinco veces por semana, de dos a cinco años o más.
Sesiones de unos cincuenta minutos, por lo general.
|
De
una a tres veces por semana. De unas pocas sesiones a varios
años. Generalmente, sesiones de media hora a una hora.
|
De
una a dos veces por semana. De un mes a varios años. Sesiones
de media hora a una hora, normalmente.
|
Desde
sesiones diarias a unas pocas sesiones al año. Desde una
sesión hasta un proceso que puede durar toda la vida. Las
sesiones pueden ser breves, desde unos pocos minutos hasta una
hora.
|
Prerrequisito
|
Personalidad
relativamente madura, situación relativamente favorable en la
vida, motivación para someterse a largo tratamiento,
capacidad para tolerar la frustración, capacidad para
establecer una alianza terapéutica estable, buena
disposición hacia la psicología.
|
Personalidad
relativamente madura. Capacidad para establecer una alianza
terapéutica y cierta capacidad para tolerar la frustración.
Motivación adecuada y cierto grado de buena disposición
hacia la psicología.
|
Capacidad
para establecer una alianza terapéutica. Personalidad
susceptible de desarrollo. Situación en la realidad no
demasiado desfavorable.
|
La
organización de la personalidad puede variar desde un
psicótico hasta una persona madura.
|
|