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CARDIOPATIA ISQUEMICA: CONCEPTOS EPIDEMIOLÓGICOS GENERALES.

 

 

MORTALIDAD

      Si bien las estadísticas de mortalidad sobre una determinada enfermedad no consti­tu­yen de forma gene­ralizada la mejor medida de su frecuencia, en el caso de la CI debido a su elevada letalidad y a la difi­cultad para valorar los datos de su incidencia, representan uno de los métodos más útiles y aceptados universalmente para conocer su magnitud y evolución.

      Al comparar las tasas de mortalidad por CI seguidas a través del tiempo entre los diferentes países industrializados, se ha observado que para la edad media de la vida (población situada entre 30 y 65 años) existe una relación 2/1 entre hombres y mujeres con tendencia a equilibrarse a raíz de los 65 años, así como diferencias de 4 a uno entre aquellos países que presentan tasas mayores y los de tasas meno­res.  Si ana­lizamos las tendencias de estas, podemos cons­tatar que la distribución geo­gráfi­ca de las mismas presenta un patrón norte/sur con claro predo­minio en los estados del hemisferio norte donde existen países como Irlanda del Norte, Escocia o Finlandia, con tasas de mortalidad en hombres supe­riores a 400 muertos por CI de cada 100000 habitan­tes, mientras que en países como Fran­cia, Portugal o España, estas se sitúan en cifras inferiores a 140, siendo Japón el país que menores tasas de mortalidad coronaria registra en la actuali­dad. Igualmente la evolución de la mortalidad por CI, sobre todo en hombres y en la edad media de la vida, ha presen­tado un descenso progresi­vo en sus tasas desde la década de los sesen­ta a raíz de los estu­dios epide­miológicos de intervención, iniciándo­se este descenso en los EE­.UU., Canadá, Alemania, Finlan­dia y Australia. 6,10,­11,12,13

      Entre las posibles causas que se pueden analizar para explicar estas variaciones ocurridas de forma univer­sal en la mortalidad por CI, debemos separar aquellas que se consideran "artefactuales" de las verdadera­mente "reales".  Denominamos "artefactua­les" a las que pueden estar originadas, bien por las dife­rentes influencias socioculturales y socioeconó­micas en la calidad de los certificados de defunción a través del tiempo, o bien a las que se han ocasio­na­do por los sucesivos cambios en las Clasificaciones Internacio­nales de Enfermedades ( CIE ), sobre todo hasta 1970 último año en que todos los países intro­dujeron la CIE 8ª Revisión.14,15

      Las causas que podemos denominar "reales" se deben a dos motivos fundamentalmente: de una parte al descenso en la incidencia de CI, es decir a una dismi­nución en la aparición de casos nuevos y por tanto atribuibles a los efectos derivados de las actuaciones en Preven­c­ión Primaria, y de otra parte a un incremento en la supervivencia de los pacientes con CI tras el  primer  evento  atribuibles a su vez a los progre­sos en el  tratamiento de la enfermedad (Prevención Secunda­ria).13 Para apoyar la hipótesis de un descenso en la incidencia de CI en la población, podemos basar­nos en tres ensayos multifactoriales de inter­vención en Prevención Primaria que ofrecen suficiente rigor científico de garantía: el Multiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT), el European Collabo­ra­tive Trial of Multi­factorial de la OMS y el de Gote­borg.16,17,18  En los tres, se confirma que la reduc­ción de la prevalencia de los FR es proporcional a la inten­sidad de la intervención sobre los mismos, que se acompaña de una reducción de la frecuencia de eventos coronarios, si bien estos efectos no se mantienen al abandonar la intervención. Sin embargo, solo el MRFIT y en el grupo concreto con Infarto Agudo de Miocardio (IAM) ha demostrado una reduc­ción en la mortali­dad.     

   

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