Es
la circunstancia que acompaña la frustración y el conflicto. Este síndrome
se desarrolla en tres fases:
Fase
de Alarma: caracterizada por la movilización de recursos
defensivos. Si el agente estresante es tan intenso que la exposición
continuada a él resulta incompatible con la vida, el sujeto muere en
pocas horas o días. Si sobrevive, esta respuesta es seguida de un
estadio de resistencia, durante el cuál los síntomas disminuyen.
Fase
de Resistencia:
caracterizado por la plena adaptación al agente estresante. Los síntomas
mejoran o desaparecen. Si la exposición al estímulo estresante
prosigue, la adaptación que se había adquirido se pierde y el sujeto
entra en el tercer estadio.
Fase
de Agotamiento: los síntomas reaparecen y si el estrés no
disminuye se produce la muerte.
Las
modificaciones en el funcionamiento del sistema cardiovascular están
habitualmente asociadas con cambios emocionales. El miedo, la ansiedad,
la cólera, la euforia o la excitación, van acompañados de variaciones
en la frecuencia, el ritmo, la sangre impulsada y el volumen cardíaco,
la presión arterial y otros índices de la función cardiovascular.
Estas
respuestas afectivas y fisiológicas
pueden ser provocadas por estímulos procedentes del entorno del sujeto,
sobre todo de los que son interpretados subjetivamente por la persona
como amenazadores o beneficiosos para ella.
El
significado consciente e inconsciente de un acontecimiento o situación
es una crucial variable que interviene tanto en la calidad como en la
intensidad de la experiencia afectiva
y sus concomitancias cardiovasculares.
Una
excitación intensa o sostenida puede provocar una disfunción
cardiovascular. Los factores psicológicos contribuyen directa o
indirectamente a la patología cardiovascular e influyen en la gravedad
de los síntomas, su evolución e inicio.
Las
situaciones y los acontecimientos vitales que exigen demandas
adaptativas a la persona y que por tanto se calificaban con el nombre de
estrés psicológico, son consideradas a menudo como potenciales
codeterminantes de la patología cardiovascular.
La
incidencia de enfermedades coronarias se atribuye al cambio de estilo de
vida y a factores
socioculturales y económicos. Se
sostiene como hipótesis que
el nivel de estrés influye directamente en la rehabilitación del
enfermo cardíaco.
Desde
hace tiempo, los cardiólogos observan
una relación sospechosa entre situaciones de exigencia psicológica y física
con problemas en las arterias coronarias.
El estrés, a través de sus respuestas ante diversas
situaciones, es un factor de riesgo por si mismo, siendo a su vez
generador de otros factores de riesgo que incrementan la posibilidad de
padecer afecciones cardiovasculares.
Las
situaciones estresantes, llamadas estresores, que pueden causar el
cambio o adaptación son de un espectro enorme. Desde el enojo
transitorio a sentirse amenazado de muerte. Desde la frustración o la
angustia al temor que nunca cede. A veces la causa difiere enormemente,
un divorcio es usualmente estresante, pero una boda también puede
serlo.
La
influencia del estrés en el enfermo cardíaco se da de la siguiente
manera: el hipotálamo envía las preocupaciones a la glándula
pituitaria, ésta libera una hormona del estrés, la
adrenocorticotrofina, que estimula a otra glándula ( adrenal) para que
libere epinefrina. La epinefrina a través de un complejo proceso,
contrae rápidamente las arterias, desencadenando el infarto.
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