Papel del estrés en los pacientes cardíacos
El
organismo responde al peligro constante mediante una estimulación de la
neurohipófisis, glándula situada en el cráneo, debajo del encéfalo,
que segrega cortisol. Esta sustancia, además de actuar en forma directa
sobre el organismo, estimula la secreción de otras sustancias llamadas
corticoides, que se producen en la parte cortical de las glándulas
suprarrenales ubicadas por encima de los riñones. Los corticoides y las
catecolaminas incrementan
la presión arterial, aceleración del ritmo cardíaco, aumento
de la coagulación del a sangre y del colesterol sanguíneo y otras
reacciones que, acumuladas, favorecen la producción de infartos.
El
común denominador de los sujetos que padecen infartos es un desajuste
entre sus expectativas y la realidad que les ofrece el mundo en que
viven. Otra definición de estrés que se ajusta es la inadecuación
entre las expectativas y la realidad. Se sabe que no poder adaptarse a
la realidad de la vida ocasiona en algunos tristeza, angustia y
hostilidad a nivel psicológico, en otros,
desesperanza.
El
cuerpo reacciona ante estos estados con mecanismos que, al principio,
constituyen una adaptación pero que ante la reiteración de la situación
y la frustración de no poder contrarrestarla se transforma en cuadros
de enfermedad orgánica.
El
infarto de miocardio tiene significado
para el paciente, que le provoca ansiedad y aumenta el nivel de estrés.
Las respuestas psicológicas no sólo agravan la disfunción y los síntomas
cardiovasculares, dan lugar también
a estrategias desadaptativas manifiestas bajo la forma de alteraciones
psíquicas, trastornos conductuales
o trastornos médicos, asociados a una invalidez psicogénica que
connota sentimientos de incapacidad y rechazo de los papeles sociales (
laborales, familiares y sexuales) a causa de las limitaciones objetivas
impuestas por la enfermedad y las recomendaciones del médico.
El
rico significado simbólico del corazón facilita el aumento de los
temores, puede ser usado para expresar y comunicar conflictos psicológicos
y estrés, este proceso está facilitado por la percepción de síntomas
relacionados con la función cardiovascular.
La
alarmante incidencia de enfermedades coronarias puede atribuirse al
cambio en el estilo de vida y a los factores socioculturales y económicos.
Se sospecha que las
variables psicológicas pueden ser
factores de riesgo con capacidad para incrementar el desarrollo
prematuro de la enfermedad coronaria y de sus manifestaciones clínicas.
Las
personas obstaculizadas o frustradas en su lucha por conflictos y
fracasos en las áreas interpersonales u ocupacionales, pueden sentirse
descontentas y recurrir, por ejemplo, al consumo excesivo de
cigarrillos, aumentando así sus posibilidades de coronariopatías, ya
que la nicotina y el monóxido de carbono forman un dúo mortal.
La
nicotina es una sustancia alcaloide soluble que produce adicción y
llega a doblar, triplicar o cuadriplicar la cantidad de
adrenalina circulante en la sangre.
El
monóxido de carbono afecta el transporte máximo de oxígeno realizado
por el componente de la sangre llamado hemoglobina. En condiciones de
estrés el mayor consumo y el menor transporte de oxígeno
traen severas perturbaciones fisiológicas.
Todos
los factores psico- fisiológicos mencionados a través de la respuesta
exagerada de la fisiología del aparato cardiovascular
están involucrados en el desarrollo o aparición de problemas
cardíacos, entre ellos el infarto de miocardio.
La
relación estrés mental- reactividad- alteración cardiovascular cuenta
actualmente con nuevas y poderosas pruebas, y se plantea la pregunta: ¿
Cómo se puede controlar el estrés, la reactividad y sus consecuencias?
Una cuota moderada de tensión en la vida es necesaria y
deseable, pues sin ella el hombre no tendría empuje ni iniciativas.
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