Psicodinamica de las migraciones en el contexto actual
Autor: Dra. Daniella Padrón Malpica | Publicado:  28/06/2008 | Psicologia , Medicina Preventiva y Salud Publica , Psiquiatria | |
Psicodinamica de las migraciones en el contexto actual.3

Visto así pareciera que la aculturación como fenómeno de interacción cultural, depende casi exclusivamente de factores individuales, es decir si se da o no de forma saludable es producto de las capacidades adaptativas del individuo, sin embargo, Bhugra (12),  plantea las hipótesis de la densidad étnica y la congruencia cultural, para explicar la prevalencia de padecimientos mentales en la población inmigrante. La primera se refiere al tamaño de un grupo étnico concreto en proporción a la población total en una zona específica; y la segunda se refiere al grado de concordancia o disonancia entre la cultura de un individuo, sus creencias y expectativas, con respecto a la cultura de la población del entorno (12).

 

Hay además experiencias que ponen en evidencia que las personas que emigran desde sociedades de carácter colectivo o sociocéntrico (y que en sí mismas tienen personalidad sociocéntrica), hacia sociedades de carácter individualista o egocéntrica, pueden sufrir sentimientos de alienación y dificultades mentales, con los consiguientes problemas para asentarse en la nueva sociedad.

 

Síndromes relativamente nuevos como el Síndrome de Ulises emergen en estos grupos. El trastorno se caracteriza por “un estrés superior a las capacidades de adaptación (15)".

 

Las pérdidas sicológicas que ocasiona la inmigración suponen un complejo proceso de reorganización personal y un gran esfuerzo psicológico de adaptación a los cambios que se dan en la familia y los amigos, el idioma, la cultura, la situación social, el contacto con otros grupos y el riesgo físico que a veces implica. “La persona padece duelos o un estrés superior a sus capacidades de adaptación, y presenta una serie de síntomas que abarcan varias áreas de la psicopatología” (15).

 

El traumatismo migratorio no es constante, sin embargo puede sobrevenir cualquiera que sea la personalidad anterior del migrante.

 

Los factores sociales hostiles (en el país de origen y en el nuevo país) son factores agravantes. Además, aún cuando esto suceda, éste traumatismo no produce obligadamente efectos patógenos.

 

Algunas veces, como todo traumatismo, aquello puede ser estructurador y portador de una nueva dinámica por el individuo, incluso ser el germen de metamorfosis y fuente de una nueva creatividad. La migración puede luego ser también portadora de potencialidades creadoras. De allí la necesidad de identificar los factores que permiten controlar el riesgo transcultural (16).

 

Perspectiva etnopsiquiátrica.

 

La enfermedad como hecho sociológico es una realidad construida y el enfermo un sujeto social. Por lo tanto, cualquier acción de prevención, tratamiento o planeamiento de salud, deberá tomar en cuenta los valores, actitudes y creencias de la población a la que está destinada.

 

Las migraciones, los viajes, los intercambios nos obligan a integrar los cuestionamientos culturales en los cuidados psíquicos (16).

 

Los relatos culturales cumplen la función esencial de decir a los hombres cómo resolver los problemas fundamentales de la vida colectiva para tener seguridad física, tranquilidad moral, bienestar material y desarrollo personal.

 

La importancia relativa de cada uno de ellos varía de una colectividad a otra, tanto en el tiempo como en el espacio.

 

El relato mítico/cultural una vez establecido, requiere una perennidad y no varía realmente si no manteniendo sus apariencias, su forma; se inscribe en una tradición, echa raíces, y es la migración lo que provoca su metamorfosis en otros lugares.

 

Dado que la etnopsiquiatría pretende responder a las diferentes situaciones en las cuales el campo psicológico y psicopatológico se encuentra con el de la cultura, Laplantine  propone la siguiente definición: "etnopsiquiatría es el estudio de las relaciones entre las conductas psicopatológicas y las culturas en las cuales estas últimas se inscriben". Para Pelicier, "la etnopsiquiatría designa al capítulo consagrado a la descripción, el análisis y la interpretación de las enfermedades mentales en función de los grupos étnicos y culturales (19)".

 

La relación terapéutica, es decir lo que el terapeuta trata de establecer con su paciente, es una relación compleja donde recién comenzamos a identificar los componentes. Esta relación se basa en los elementos culturales implícitos compartidos por aquellos que están implicados (16).

 

La etnopsiquiatría repudia el apriorismo cultural del observador, pues científicamente ninguna cultura puede ser objeto de un juicio o de una evaluación en función de una escala de valores que le sea ajena. Hay que hacer a un lado aquellas mezquinas actitudes que, en las ciencias humanas y en la psiquiatría, tienden a atraer los hallazgos hacia lo propio o hacia lo que ya se conoce y a desconfiar de la alteridad del objeto de estudio (19).

 

No hay sociedad humana arcaica o moderna que no tenga cultura, pero cada cultura es singular. Así, siempre hay la cultura en las culturas. Las técnicas pueden migrar de una cultura a otra, como fue el caso de la rueda, de la yunta, la brújula, la imprenta; o también el de ciertas creencias religiosas, luego ideas laicas que habiendo nacido en una cultura singular pudieron universalizarse. Pero hay en cada cultura un capital específico de ideas, valores, mitos y particularmente los que ligan a una comunidad singular a sus ancestros, sus tradiciones, sus muertos (20).  (22)

 

Es así que, tanto paciente como terapeuta son poseedores de una cultura, por lo que es importante examinar de una manera crítica la idea que de alteridad cultural se hace el profesional, para así evitar clasificar demasiado rápidamente ciertos fenómenos clínicos como “culturales” (14).

 

En el campo psicoanalítico, la cultura muestra por lo menos tres vertientes fundamentales: la primera está conectada con el proceso de humanización y socialización del individuo durante su desarrollo evolutivo; se manifiesta en la situación psicoterápica bajo diversas formas expresivas particulares. La segunda corresponde al análisis de la ideología y los valores culturales de un sujeto; por lo común se los examina de un modo sistemático sólo en las fases avanzadas de una psicoterapia profunda, y exige del terapeuta un adecuado esclarecimiento personal. La tercera constituye el asunto de este estudio: la transculturación que experimentan muchas personas en razón de cambios debidos a su contacto directo con otros grupos sociales o al impacto de sucesivos modelos en su ambiente nativo (21).

 

La vigilancia -en este caso en salud mental- implica la medida de una desviación de la normalidad, una denuncia del mal. El perfil de vida normal se insinúa en los protocolos de interpretación de los vigilantes de la salud (22).

 

Así mismo, en cualquier interacción terapéutica se deben afrontar y analizar los filtros generados por los prejuicios raciales, por las explicaciones culturales y las preconcepciones acerca de un “adecuado” proceso de aculturación.

 

Las interacciones transculturales constituyen el núcleo de las intervenciones en los servicios asistenciales que atienden a población inmigrante.

 

La cultura del país de origen del paciente evoluciona o cambia desde el momento de su emigración y el paciente también suele adoptar e incorporar elementos propios de la cultura del país de acogida, por lo que el terapeuta debe valorar la extensión de la aculturación de una persona tanto en el diagnóstico como en la terapia.


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