Para el análisis se propuso la siguiente Clasificación anatomofuncional del defecto óseo:
Esta tiene en cuenta la localización anatómica del defecto, la vascularización y la función fisiológica de la misma. Cada caso se trató de acuerdos a las características particulares de la fractura y al daño asociado de partes blandas.
Criterios de Consolidación
Respuesta radiológica:
Callo óseo visible y desaparición de la línea de fractura.
Alineación de la fractura acorde con los ejes longitudinal y transverso.
Respuesta clínica:
Ausencia de dolor: Medido en una escala análoga visual (5 ausencia de dolor, > 5 presencia de dolor)
Movilidad articular activa asistida y pasiva incrementada progresivamente.
Apoyo con carga de peso conservando la longitud, rotación y los ejes mecánicos.
Para la evaluación funcional del miembro se utilizó la siguiente escala:
Buena: Sin alteración funcional de la extremidad.
Aceptable: Conservación de la función de la extremidad con la existencia de alguna secuela funcional.
Mala: Alteración de la función de la extremidad a causa de secuelas de tipo no funcional.
Se consideraron como variables dependientes del estudio el Tiempo de Consolidación y las complicaciones atribuidas a este proceso.
Resultados
Tabla 1. Relación número de pacientes-Raza. Fuente: Historias clínicas
Predominaron en nuestra muestra los pacientes del sexo masculino (82%) con una proporción 4:1 respecto al sexo femenino, raza blanca (48%) y grupo de edades comprendidos entre 30 y 40 años (46%). Los accidentes del tránsito (64%) y los laborales (12%) fueron la causa etiológica más frecuente.
En la tabla 2 vemos la localización anatómica del defecto óseo.
Tabla 2. Relación defecto óseo- localización anatómica. Fuente: Historias Clínicas. X2= 0.8 ; p < 0,05
El 70% de la muestra presentó una fractura de tibia con un defecto óseo menor del 50%, con discreta incidencia diafisaria por ser esta la zona anatómica más expuesta y poco protegida por los grupos musculares. Defectos óseos mayores del 50% con bastante frecuencia van aparejados a un compromiso importante de partes blandas, fracturas abiertas tipo II o III de Gustilo y Andersen, quedando excluidos de nuestra investigación.
Predominaron las lesiones periarticulares (50%). En esto influyen varios factores: las características histológicas a este nivel (no contiene láminas concéntricas o sistema de Havers, las láminas intersticiales están dispuestas de forma irregular formando tabiques o placas llamadas trabéculas, de estructura esponjosa y ahuecada rellenas de médula ósea roja) que le confieren menor resistencia mecánica; la poca protección muscular y ligamentosa distal y proximal en esta zona, y los trastornos hormonales que ocurren en la mujer en el período menopáusico y que interfieren en el metabolismo del Calcio.
La magnitud del defecto se relaciona con el mecanismo de producción, las características histológicas del hueso en dicha zona y la carga energética del trauma (Figuras 3, 4 y 5).
Figura 3: Fractura de tibia derecha con fragmento libre y defecto óseo diafisario menor del 50%.