Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador
Autor: Dr. Nahim A. Pérez Ortiz | Publicado:  13/08/2009 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Medicina Forense y Legal , Pediatria y Neonatologia | |
Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador.2

Según la publicación federal Child Maltreatment 2002, la tasa de maltrato infantil fue de 12,3 por 1000. El abuso sexual representó para ese año el 9,9 %. (6).

 

Actualmente hay 10 millones de niños explotados sexualmente en el mundo y América Latina aporta una cifra considerable de ellos.

 

Determinar con precisión la población de niños explotados sexualmente en la región latinoamericana y del Caribe no es una tarea fácil. (3) En Venezuela hay aproximadamente 40.000 niños en esta actividad. Besten B., menciona: sería que los autores de los abusos sexuales son hombres "completamente normales" de todas las edades y estratos sociales; más frecuentes en las niñas; violencia física y mental que el niño no comprende su gravedad; más frecuente en la relación hombre-niña. El autor proviene mayormente del entorno social del niño. Siempre lesiona el desarrollo del niño. Generalmente se prolonga en el tiempo; que no siempre es fácil de establecer, aunque el niño puede advertir cuando la situación se le hace desagradable. (1)

 

Para AVESA, la mayoría de los abusadores son personas conocidas, un familiar, un amigo de la familia de la persona agredida, de quien nadie sospechará. (7).

 

Puedo afirmar entonces que un ser abusador sexualmente de niños es un Dasein que perdió su ser y que su voluntad de abusar lo deshumanizó del propósito original de su existencia, como lo concibió el ser supremo en la génesis de la humanidad. Su tranquilidad, si es que la tiene, es sinónimo de una caída no angustiante frente a su deformante conducta ante los seres más indefensos e indefendibles como son los niños. Asumió que esos valores le dan significado a su vida y por lo tanto no puede dejar a un lado su inclinación a la lisis de una persona apenas asomada al mundo como los menores de edad. (8).

 

Pérez N. y Chirinos, R, reportan que: “Los Adultos representaron los maltratadores de mayor frecuencia, 69,7 por ciento y de ellos los Padres fueron los que cometieron más abuso sexual con un 23,3 por ciento. Los Amigos (20,9 por ciento) y los Parientes (no padres) (20,9 por ciento) fueron los más frecuentes en un 41,8 por ciento. Los Padres y Parientes representan el 37,2 por ciento de todos los abusadores. Los Desconocidos o no denunciados representan el 18,6 por ciento de todos los abusadores. Y los Padrastros ocupan la menor proporción en un 9,3 por ciento.”(9).

 

Si bien, hay coincidencia en que resultaría tranquilizador el contar con un claro perfil del abusador sexual, no se puede desconocer que los perfiles movilizan ideologías y que, reducir la figura del abusador a un perfil, implica simplificar en exceso la temática. Por otro lado, si no existe un perfil, cabría preguntarse: ¿somos todos o todas entonces abusadores en potencia? Si bien hay quienes así lo afirman, hay también quienes lo niegan y construyen distintas descripciones. (10).

 

ABORDAJE TEMÁTICO:

 

Cada vez que nos enfrentamos al Síndrome del Niño Maltratado, específicamente al Abuso Sexual Infantil, nuestro esfuerzo va dirigido casi exclusivamente o mejor dicho únicamente a nuestro paciente pediátrico abusado. En la historia debe aparecer el abusador o maltratador y por ello lo mencionamos, recogemos sus datos y lo colocamos como una lápida inscrita para la posteridad.

Plantearemos un enfoque bioético del Maltratador, basado en los 4 principios fundamentales, descritos por Beauchamp y Childres.

En el respeto a la Autonomía de un abusador sexual infantil, de su decisión deliberada de pensar y actuar de esa manera.

Ahora bien, un abusador es una persona digna de ser respetada, aunque creamos que su autonomía se perdió al cometer el abuso, jamás nadie perdería el hecho de ser respetado aunque se encuentre en condiciones señaladas por nuestra cultura o sociedad como de infrahumanas. Nos debemos colocar en una posición diferente a la que hasta ahora hemos venido ocupando, los evaluadores de niños abusados y los enjuiciadores de los abusadores.

Si lográramos entender como lo menciona Emans y et al, que la desviación sexual casi siempre comienza en la adolescencia, y antecede a cualquier disgregación familiar o disfunción de la vida madura. Se han realizado muy pocos estudios en estos individuos, aunque mucho de ellos tienen antecedentes de depresión y de haber sido sometidos a abuso sexual. Muchos otros carecen de conciencia social y de control de los impulsos. (11).

 

Por otra parte podríamos preguntar: ¿Pierde su autonomía un abusador sexual infantil? De ninguna manera y es tiempo que comencemos por internalizar esta idea, de pregonarla, de enseñarla y ponerla en práctica. Porque de esta manera se nos va quitando la excusa de acusarlo, de prejuzgarlo y entonces vamos haciendo un lugar de respeto, de consideración, de pensar más en el, de valorarlo más, a pesar de lo que hace; a concientizarnos que nuestro desprecio e infravaloración no es el mejor camino ni la mejor posición ante este problema.

 

En relación al Principio de la No Maleficencia, derivada de la mala concepción que tenemos del abordaje del maltratador al no reconocer en el respeto a que da lugar como persona y ya sólo el hecho de no tratar de conocerle en su contexto intra o extrapersonal y conjeturar sobre él el riesgo de dañarle en su ser como tal es muy grande y sobre todo si tiene un nexo cercano con nuestro paciente pediátrico abusado sexualmente. Nuestros comentarios en muchísimas ocasiones siempre van cargados de insultos, desagravios y hasta palabras que amenazan con la integridad de una persona que apenas sabemos su nombre y otras veces eso ni siquiera tenemos.

 

Por consiguiente la expresión latina de: “primum non nocere” en este caso tiene mucha relevancia cuando se trata de un componente de nuestra enfermedad o de nuestra historia clínica como el del Síndrome del Niño Maltratado, toda vez que superamos lo concerniente al paciente pediátrico propiamente dicho y nos vamos hacia el abusador, no se trata de inclinar la expresión al menor abusado, porque está demás señalar lo dañino que es para él, más bien se trata de que cuando pretendamos hacer algo para el beneficio del abusado tenemos siempre que ponderar el riesgo o el daño hacia el abusador.

 

En muchos casos se ponen ante el pediatra o el médico general un supuesto abuso sexual con el propósito de lograr un diagnóstico de parte de un profesional con la finalidad de tomar acción legal contra la persona señalada como responsable de cometer el hecho, la prudencia, el sentido común y la realización de una historia clínica adecuada permitirá aproximarse bastante a lo en realidad presenta el paciente y no debemos apresurarnos a certificar un abuso sexual solamente por la vehemencia de un familiar, porque estaríamos poniendo en peligro el bienestar de alguna persona y protegiendo el delito de otra. Sobre todo cuando se trata de una familia conflictiva, no bien estructurada o con uno de los miembros sin estabilidad emocional, sicológica o mental.

 

En cuanto al Principio de Justicia que se refiere al trato con igualdad para todos. Mencionaremos que jamás se han tratado los agresores sexuales infantiles con equidad, ya lo mencionamos en el principio de autonomía, ya que creemos que porque el maltratador no respetó a nuestro paciente abusado, entonces nosotros tampoco debemos respetarlo y de esa manera creemos que hacemos justicia. Ambos tanto el niño abusado como el abusador son víctimas patológicas, sólo que por factores diferentes y eso debe orientarnos a tratarlos con el mismo respeto, visión y profesionalismo.


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