Adicciones y psicosomatica en los tiempos de la conquista de America
Autor: Dr. José Cukier  | Publicado:  11/12/2009 | | |
Adicciones y psicosomatica en los tiempos de la conquista de America .2

Para el nativo, que no sabe que son las letras, leer debía tener otro significado.

 

Derivar un nombre de unos rasgos, es leer, porque deriva de lo que se ve (no hay consideraciones estéticas ni afectivas).

 

Repasaré algunos conceptos acerca de lectoescritura.

Freud decía en 1930 en "El malestar en la Cultura": "[...] la escritura es el lenguaje del ausente". Esta ausencia en un comienzo, es temporaria. Posteriormente, la complejización del psiquismo, produce ausencias más radicales; y esta es saldada por la escritura.

 

La escritura consistió en una progresiva apropiación de la palabra oída. Los ideogramas significan lo que representan; los fonogramas con valor sonoro; las sílabas, la fonetización, todos ellos ponen de manifiesto el esfuerzo cada vez más sofisticado para expresar frases y nombres.

 

Seguramente hay una vinculación entre técnicas de escritura más refinadas, conquistas de lógicas más complejas que sostienen un andamiaje formal, que dan apoyatura a otras organizaciones sociales. Las nuevas organizaciones de poder se unen no sólo por caminos o las armas. La escritura es el medio cohesionante esencial. Acá quisiera hacer una articulación entre lógicas de pensamiento, escritura y organización social que tiene que ver con el texto.

 

Aunque más adelante volveré sobre el tema de los tipos de pensamiento, diría que los Incas estaban en un nivel fundado por la lógica entre totémica y mítica. En esta lógica totémica, son suficientes los pictogramas.

 

Estos son dibujos que representan de manera condensada frases. En una complejización mayor se conquistan los números; y en este proceso se da lugar al pensar mítico, más complejo.

Este tiene el héroe que pasará a mito y cuyo nombre debe escribirse logográficamente. El objeto en vez de ser representado, es sustituido por la escritura del nombre.

 

La escritura de ideogramas sigue criterios estéticos y evidencia una unidad entre el arte y la razón; la pintura y la caligrafía. La escritura alfabética, en cambio, ofrece la posibilidad de expresión más abstracta y racional. Asistimos a la transformación de los pensamientos en religioso y científico (que es el de los españoles de la narración).

 

Intentaré articular los pensamientos totémico y mítico en la evo-lución de la humanidad, y la evolución infantil de las hipótesis de escritura. Ferreiro y Ana Teberosky, (1979), sostienen que en ambos casos se superaron obstáculos cognitivos similares, que permitieron los respectivos desarrollos (más adelante veremos el problema de los iniciadores). En un principio en el niño, dibujo y escritura no se diferencian. Las letras coinciden con el rasgo del objeto.

 

Luego se diferencia, y las letras son letras que posteriormente representan nombres. Esto es, primero las "letras dicen que son letras"; y luego dicen "algo diferente de ellas mismas", y ese algo diferente se vincula con una imagen de un objeto y le da el nombre a éste. Las letras pasan a representar la propiedad nuclear de los objetos, el nombre. Luego la escritura supone otros requisitos; por ejemplo, un signo para cada objeto o imagen, con límites superior e inferior.

 

La escritura, obviamente, surge como un efecto de la lectura. Esta implica remitir un complejo percibido a un conjunto de re-presentaciones palabra. Leer, es descomponer, analizar y distinguir entre aquello que se expresa en palabras y aquello que no puede serlo. El Yo se esfuerza por descomponer el complejo sensible, y los elementos descompuestos son remitidos a distintas entidades intrapsíquicas. Cuando el pensar es reproductivo, se compara lo percibido con las huellas mnémicas de objetos. Lo esencial para el Yo es reconocer que el objeto actual es el mismo que el de la representación. Cuando el pensar es judicativo, se compara lo percibido con huellas mnémicas y percepciones del propio cuerpo, y lo esencial para el Yo es comprender.

 

Cuando fracasaron estos procesos, y esto es tanto mayor cuanto más sofisticada la diferenciación psíquica, surge la palabra.

 

La palabra cubre la diferencia entre la percepción y lo dado, dota de significado a los fragmentos constantes y permanentes (los rasgos). Cuando a los rasgos del otro, se les adscribe un nombre, estamos ante la lectura. Y para ello, el Yo debe tener inscripción de palabra y haber generado rasgos.

 

El rasgo se constituye cuando a ciertos fragmentos inscriptos y a la complejización de éstos se les articula un nombre, y con ello se diferencia familiar y extraño (heimlich y unheimlich). Aparece lo Siniestro.

 

En este momento leer, es remitir los rasgos a nombres, con el agregado de atributos, funciones, y expresado en palabras. Leer, es lectura con la presencia del objeto, no hay texto sustituto. Tal el caso de los aborígenes de la narración que nos ocupa.

 

El paso evolutivo siguiente, consiste en leer las huellas del objeto. Es la lectura en ausencia, y ya la pérdida deja su marca. Se logran nuevos ensambles psíquicos, la representación cosa ya no solo se une a la palabra, sino que aparece el pensar que enlaza palabras con un proceso creciente de complejización psíquica. Tal el caso de los conquistadores que envían la carta.

 

Los aborígenes de la narración, estarían en un pensamiento entre lo totémico y mítico en donde se van intrincando dibujo y escritura, pero escritura no con letras como las entiende el español, sino letras equivalentes a los rasgos visuales del objeto graficado. Si la carta del español no tiene dibujo de melón, no puede decir melón. Los objetos tienen existencia en tanto son percibidos, no hay marca para significar ausencia.

 

Antes de entrar plenamente, a la consideración del texto, quisiera hacer otra reflexión. Los estudios acerca del número, que hiciera Emilia Ferreiro, son pertinentes para comprender la anécdota (diez melones, dos aborígenes...). Nos dice esta autora, que en un comienzo, para el niño, letras son números (no a la inversa). Esto significa que una grafía puede ser letra. La "C", se puede leer si se combina por ejemplo -"CAMA"-

 

Pero la grafía "4" sola, vale por sí misma, sirve para contar.

La agrupación de letras remite a rasgos del objeto y a la posibilidad de la identificación. Al número, este proceso le está prohibido (dos aborígenes sin nombre en la narración, los nativos son sólo cantidad).

 

Las transformaciones de la escritura, devienen de conquistas lógicas del Yo, cada vez más complejas. Las investiduras tanto de objeto como narcisistas, van plasmándose en conquistas psíquicas y culturales, lo escrito conserva la atención hacia una producción permanente. Tiene valor identificatorio, y se puede transmitir a otros (la carta del español).

 

La diferenciación y complejización anímica dejan restos de los estadíos anteriores, que tratan de ser restablecidos.

 

El pensamiento mágico totémico, y su palabra, es superado en el pensamiento mítico. La palabra hablada no alcanza para expresar la sofisticación de pensamientos derivados de procesos pulsionales. Y es la palabra escrita la encargada.

 

Pero en la escritura (propia del pensamiento religioso -en nuestro caso el español-) recurre la aparición de la magia, expresada en la carta críptica (para el aborigen). Este anhelo de algo presuntamente vivenciado, es el fundamento que proyectado al futuro, mantiene los interrogantes vivos.

 

"[...] De la diferencia entre el placer de satisfacción y el exigido surge el factor impulsor [...] como dijo el poeta 'Tiende indomado, siempre hacia adelante' (Fausto I) [...] no queda otro remedio sino avanzar [...]", Freud, (1920g).

 

El problema del iniciador.

 

¿Serían los españoles los iniciadores esperados, como producto de la complejización anímica necesaria del Inca? ¿Un fenómeno necesario y no contingente? ¿Traumático? -aunque no deba serlo necesariamente-. ¿La plasmación social de un proceso evolutivo de psiquismo? ¿El encuentro en el exterior, -ahí la desgracia- de un corruptor y no el maestro esperado?

 

Freud mencionó fragmentariamente el concepto de iniciador, (1905e 1908e, 1910c, 1918a, 1928b).

 

Cada tipo de pensamiento más complejo, no disuelve el anterior, sino que entra en relaciones, lo incluye de diferente manera. En general puede comprobarse lo siguiente: el último tipo de pensar y el primero siguiente tienen como destino la destrucción. En la historia de Moisés, se relata la aniquilación del becerro y de las primeras Tablas de la Ley; además se condensan pensamiento totémico (el becerro), mítico (Moisés como héroe y líder) y religioso (Las Tablas). La ausencia de Moisés determinó la regresión desde la organización mítica a la totémica, y la vuelta desde el Sinaí impuso un paso a la producción de un ideal religioso. La destrucción de la última forma de un ideal y la primera del siguiente, parece una necesidad inherente al devenir psíquico y acompañado de violencia.

 

La complejización creciente de los ideales, es una expresión de que la pulsión tiene una exigencia constante. El aparato mental necesita dar cabida a una realidad traumática; es imposible consumar totalmente un deseo, no hay vivencia que permita acceder a la felicidad absoluta. Este anhelo es colocado en el futuro.


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