La intoxicacion por cianuro y la preservacion corporal post mortem. Aspectos medicos y forenses. El caso de Rafael Guizar y Valencia 1878-1938
Autor: Dr. Guillermo Murillo-Godínez | Publicado:  13/09/2010 | Historia de la Medicina y la Enfermeria , Medicina Forense y Legal | |
Intoxicacion por cianuro y preservacion corporal post mortem. Caso Rafael Guizar y Valencia .3

Aspectos médicos y forenses de la conservación de los cuerpos:

La preservación de los cuerpos tras la muerte, según Joan Cruz, puede ser clasificada en tres formas, según la manera en que se alcanzó dicha conservación: los cuerpos preservados deliberadamente (preservación artificial), los preservados accidentalmente (preservación natural) y, los incorruptibles (89). La preservación artificial de cuerpos humanos ha sido del interés de la civilización desde alrededor del año 3,000 a.C.; se cree que su técnica derivó de los procedimientos utilizados para preservar comida a través del secado y el salado, y tuvo en su origen el sentido satisfactor de las creencias religiosas de los lugares en que se practicaba. La palabra “momia” es originaria de Persia y deriva de la palabra “mummeia” o “mum”, que significa asfalto o piche, substancia empleada para tratar los cuerpos; con el transcurso del tiempo, la palabra “momia” pasó a designar a los cuerpos tratados con dichas substancias.

La humedad es el principal freno en la formación de las momias naturales; el entierro en una atmósfera seca y cálida o en donde hay aire seco y frío, permite la rápida evaporación de los fluidos del cuerpo, interrumpiendo la disolución de los órganos internos, donde comienza usualmente el proceso de corrupción. Las preservaciones naturales más exitosas que han sido descubiertas, se han encontrado en climas cálidos y secos, como los de Egipto, Perú y México. La caliente arena estéril de Egipto produjo tan satisfactorias momificaciones de cuerpos no embalsamados que a fines del siglo XIX los coleccionistas europeos fueron provistos fraudulentamente con lo que se suponía eran momias del tiempo de los faraones, cuando en realidad se trataba de cuerpos tomados de los cementerios relativamente nuevos por ladrones de tumbas que después de desenterrarlos los envolvían en lino envejecido y amarilleado, dentro del cual colocaban amuletos dorados para sus engañosos propósitos.

La incorruptibilidad y la estigmatización, son fenómenos aún no explicados satisfactoriamente por la ciencia y, no son exclusivos de la iglesia católica, por lo que, aunque se pueden considerar en ocasiones como un «favor divino», no necesariamente son requisitos influyentes en un proceso de canonización (22,89). Además de las seis características descritas inicialmente por Herbert Thurston, hay otras varias que suelen acompañar a la incorruptibilidad corporal post mortem, si bien no todas se presentan en el mismo cuerpo, tales como: conservación de la humedad y del calor de la piel, conservación de la flexibilidad (ausencia de rigor mortis), la emanación de aromas agradables (“olor de santidad”) y de sangre fresca, la aparición de luz en los cuerpos y en las tumbas, la curación espontánea de lesiones crónicas (entre ellas los estigmas) en el momento de morir, la presentación de algún movimiento ritual de los miembros; el lugar donde fue sepultado el cuerpo, cuando era secreto o había sido olvidado, se revela a quienes lo descubren en un sueño o visión y, la emanación corporal de aceites curativos (44,89).

Contrariamente a lo esperado, en muchos casos de incorruptibilidad, las circunstancias del entierro han sido adversas para la preservación natural del cuerpo (entierros retrasados, a veces hasta cincuenta días, debido a la reticencia de los devotos a ser separados del objeto de su veneración; presencia de humedad; intención deliberada de rápida destrucción de los cuerpos, etc.) (8, 19, 43,44). Es común que los incorruptos, al ser exhumados y entrar en contacto con el aire y la humedad ambientales, pierdan la flexibilidad y la tersura de la piel y se vuelvan apergaminados y de aspecto cenizo-negruzco, por lo que algunos han recibido una pátina de cera (por ejemplo, Bernardita Soubirous) o de un compuesto dorado (por ejemplo, Carlos Borromeo)(44). La flexibilidad de su cuerpo y su conservación en circunstancias adversas, son dos características del caso de Guízar (10). No obstante, algunos cuerpos que se creía que eran incorruptos, las investigaciones científicas actuales han demostrado que fueron preservados deliberadamente como en el caso de Margarita de Cortona (1249-1297) (20), por lo que la incorruptibilidad, no es en sí un requisito para un proceso de beatificación-canonización católica, aún cuando tampoco, es desdeñable (n).

Aspectos sin explicación científica (¿milagrosos?) de Guízar:

Milagro se define como un acontecimiento sensible, extraordinario, no natural (supra, contra o, preternatural) y, de origen divino (8, 39,40) que comparten sólo las religiones mosaica y cristiana (8,41) y que, eventualmente, podría llegar a ser explicado por la parapsicología (42).

Cuando se encontró incorrupto el cadáver de Guízar (excepto la pierna izquierda, en donde se veían 10 cm. de hueso y, en donde había tenido una úlcera postflebítica, como secuela de una herida de bala, recibida durante la Decena Trágica (o)), 12 años después de muerto, al exhumarlo, no despedía ningún mal olor, aún y cuando que el féretro estaba entre abundante agua y lodo y, que el ataúd presentaba multitud de grietas y perforaciones producidas por la oxidación del cual salieron gases y agua (7,10,15,16,17) siendo que es característico de los muertos por intoxicación cianhídrica, el olor a almendras amargas (3,4,5), aunque se puede objetar, que dicho olor sólo es identificable por el 60% de la gente (68). El cuerpo incorrupto estaba envuelto desde la cabeza hasta las rodillas por una substancia blanca espumosa, de origen incierto, que al contacto con el aire, adquiría un tinte amarillento, lo cual fue corroborado por los doctores Carlos Aceves, Ricardo Gutiérrez, Suárez, Blázquez, Solón, Sanginés, Galindo, Santiago Gil, Moreno, Manuel Vega Lanzagorta, José Maín, Guillermo Huitrón, Rafael Salazar Peinado, José Soto y, Torres Torija (varios de ellos, miembros de una Comisión Médica de Salubridad, nombrada oficialmente, al efecto). Cuando terminaron de quitarle la substancia blanco-amarillenta, pudieron observar que la piel que estaba al abrigo de las vestiduras ostentaba el color blanco que siempre había tenido en vida.

Los diarios de las ciudades de México y Jalapa y algunos del extranjero, pretendieron explicar la incorrupción del cadáver, atribuyéndola al “embalsamamiento” o, a que la caja mortuoria, estuviera herméticamente cerrada, en artículos escritos por redactores con varios seudónimos (10,15). Para proceder a su beatificación (p), como parte de un proceso canónico católico, se realizó una segunda exhumación, en 1954, apreciándose que conservaba aún incorruptas, algunas partes del cuerpo, incluyendo el corazón (13) (para poder cumplir con uno de los requisitos de ése proceso, el de “no culto anticipado”, se colocó el féretro de Guízar, transitoriamente, en el Altar de los Santos Ángeles, recolocándose en la capilla de Sta. Teodora, el 25 de agosto de 1953) (15).

El criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón, dijo que la incorruptibilidad de Guízar, se debió a la edad, la complexión, la integridad orgánica del cuerpo, el embalsamamiento, la doble caja mortuoria y las condiciones muy húmedas del terreno de la fosa que determinaron una momificación por saponificación (q) (9). Sin embargo, el “embalsamamiento”, consistió sólo en una inyección de formol, que le aplicó el doctor José Díaz Iturbide, el día de su muerte y, cuyos efectos, no durarían más de 72 horas, lo cual se hizo, sólo para preservar transitoriamente el cadáver, durante su traslado de México, D.F. a Jalapa, Ver. (10).

Iconografía (10,15,18,79,80): 

intoxicacion_cianuro_preservacion/foto1_Rafael_Guizar1938

intoxicacion_cianuro_preservacion/foto2_Rafael_Guizar1938


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