Conducta del adulto mayor hacia las actividades basicas e instrumentales de la vida diaria y su estilo de vida saludable
Autor: Lic. Omaira Ramírez | Publicado:  25/11/2010 | Geriatria y Gerontologia | |
Conducta adulto mayoractividades basicas e instrumentales vida diaria y estilo vida saludable .2

El objetivo de esta investigación fue determinar la relación que existe entre la Conducta del adulto mayor hacia las actividades de la vida diaria en sus factores: Realización de Actividades Básicas e Instrumentales y su Estilo de vida saludable en los factores: Hábitos Sociales y Personales de Salud.

En este sentido, por cuanto la salud de los ancianos debe ser una preocupación de todos, es importante convencer al adulto mayor de que a través del proceso educativo podrá incorporar a su vida diaria conductas de salud física, social, mental y espiritual que favorezcan su bienestar, así como abandonar los estilos de vida que pudieran perjudicarlo.

Los resultados de esta investigación orientarán los lineamientos de la enfermería gerontológica haciendo énfasis en la conducta de auto cuidado, y así mejorar la salud y/o las capacidades o habilidades funcionales que el adulto mayor requiere para recobrar, mantener, promover su salud, aprovechando la oportunidad para trabajar en la promoción de la salud mas visiblemente, ya que éste ha sido siempre el rol de enfermería.

Los adelantos de la vida moderna han hecho posible que el ser humano prolongue su vida, cada vez más, trayendo como consecuencia la emergencia de problemas específicos de naturaleza social, familiar y de enfermedad, los cuales pudieran generar en el individuo actitudes diferentes para cada situación.

El estudio de las actitudes ocupa un lugar preponderante en el campo de la sicología social, es decir no nacemos con nuestras actitudes, por lo tanto estas son adquiridas o aprendidas como todos las asumimos, debe haber cierta necesidad de adquirirlas, por lo que han de desempeñar alguna función (4).

Así mismo, cada actitud posee un componente afectivo, otro cognitivo y un tercero el conativo. En esta investigación se estudiará el componente comportamental o conativo; por cuanto el problema de la conducta es uno de los más importantes, y quizás una de las áreas menos conocidas en el cuidado del envejeciente como una expresión del esquema mental y afectivo en la conducta del adulto mayor; y siendo entendida la conducta, de cualquier acto, movimiento o respuesta observable, registrable y mensurable de un individuo(5) y como un conjunto de operaciones que realiza el individuo puesto en situación para aliviar sus tensiones emocionales y volitivas, satisfacer sus necesidades biopsíquicas, lograr la adaptación a su ambiente social e histórico y alcanzar un cierto grado de autorrealización. (6); y que se modifica por la influencia del entorno social, familiar, cambio de normas de grupo, distancia cognitiva, entre otras (4). Siendo así, estos factores son determinantes en el bienestar físico, mental y social; de donde un individuo o grupo, debe ser capaz de identificar y realizar sus operaciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente, que la salud se percibe como un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales, así como el bienestar en el que el adulto mayor supera al cuidado y satisfacción de sus necesidades básicas fisiológicas y el mantenimiento de su salud física. (7)

Sobre este particular, puesto que el envejecimiento es un proceso que depende de factores propios del individuo, en el adulto mayor lo que es afectado en primer lugar, no es la conducta cotidiana y probada del organismo para con su medio, si no sus disponibilidades, sus facultades, sus posibilidades de enfrentarse con una situación insólita, si no su orden biológico, psicológico o social (7).

Sin embargo, la vejez se entiende como una etapa vital en que la persona, siempre que pueda disfrutar de una buena calidad de vida, pueda vivir con la máxima experiencia y sabiduría, y no únicamente como un conjunto de pérdidas inevitables que conducen a la muerte, de hecho la experiencia de vida continúa creciendo hasta el final, y en esta etapa en la que se puede ser más sabio, no desde la perspectiva de la eficiencia, el rendimiento y el tiempo, si no como capacidad de relación, comprensión, e incluso, creación.

En esta etapa, además se producen cambios fisiológicos en el organismo que pueden desencadenar en problemas de salud y que son susceptibles de prevención y de cuidados. Uno de los parámetros que mide el estado de salud en la última etapa evolutiva del hombre, es la funcionalidad. Sobre este particular, la funcionalidad física es lo que más valora la persona mayor, la que quiere mantener mientras viva, de la psíquica desea un instante de lucidez más que de vida, y de lo social precisa suficiencia económica y relaciones socio-familiares y en su defecto -positivas adecuadas que le faciliten su adaptación al ambiente y le garanticen un bienestar mínimo. (8)

En este orden de ideas, es importante resaltar que “aunque el envejecimiento es universal, la discapacidad no lo es, ni tampoco es forzosamente irreversible. Además, la discapacidad no es solo producto de procesos biológicos sino también de factores sociales, psicológicos y de conducta. (7).

En este sentido, el estado funcional va a modificar las actividades de la vida diaria, razón para comentar la Teoría de la Actividad propuesta por Neugarten y Cols, cuando expresa que una persona debe permanecer tan activa como sea posible para envejecer con éxito (9), explicando así que las personas que envejecen bien realizan tantas actividades como pueden y descubren sustitutos para los papeles perdidos, siendo que la mayor dificultad de la Teoría de la Actividad es que no trata de forma adecuada las diferencias de personalidad.

Cabe destacar que, cuando las personas envejecen, la capacidad para vivir independientemente es una importante prueba de competencia cognitiva medida por las actividades de la vida diaria (AVD). Así mismo se evidencian las alteraciones de las actividades de la vida diaria como una de las primeras manifestaciones en el adulto mayor. Las consideraciones sobre el estado y necesidades de salud de las personas mayores lleva necesariamente a la evaluación de la calidad de vida, incluyendo salud general, capacidad funcional, bienestar psicológico, integración social y satisfacción por la vida. Al respecto, la vida diaria genera unos requerimientos que se han de satisfacer mediante la integración de las capacidades funcionales del anciano y los recursos externos fomentando un nivel adecuado de equilibrio que genere satisfacción e incremente su calidad de vida (10).

Sobre este particular, las actividades de la vida diaria (AVD) se definen como “el conjunto de conductas que una persona ejecuta todos los días o con frecuencia casi cotidiana para vivir de forma autónoma e integrada en su medio ambiente y cumplir con su papel social (11). En este sentido, por cuanto el mantenimiento de la independencia y funcionalidad son el objetivo primordial de la enfermera gerontológica, entre los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad se encuentra la independencia, para la cual señala que las personas de edad deberán tener acceso a la alimentación, agua, vivienda, vestimenta y atención de salud adecuados mediante ingresos, apoyo de sus familias y de la comunidad y su propia autosuficiencia(1), por tal motivo, es importante realizar una valoración funcional en el adulto mayor, lo cual es esencial para establecer un diagnostico, un pronóstico y un juicio clínico en lo que se basarán las decisiones sobre los cuidados geriátricos. Esta valoración de la funcionalidad no solamente depende de los factores físicos, sino también de los sicológicos y de los sociales.

Ahora bien, existen además diferentes instrumentos y escalas para la valoración de la funcionalidad e independencia, pero que una de las más utilizadas es la escala de Katz y Cols (1963) que mide 6 funciones diferentes y da un puntaje de acuerdo al desempeño individual, siendo las áreas a evaluar: bañarse, vestirse, ir al baño, levantarse de la cama, alimentarse y la continencia (7); expresa además que pueden agregársele otros menos críticos pero no menos importantes, tales como salir de casa, uso de transporte, preparación de alimentos, tareas domésticas, responsabilidad con su medicación y habilidad para el manejo de sus finanzas (7).

En tal sentido, para el estudio de la variable Conducta del adulto mayor hacia las actividades de la vida diaria, se hace necesario evaluar en el adulto mayor su capacidad de ejecución de las actividades de la vida diaria, definidas como el conjunto de operaciones o tareas propias de una persona realizadas con la finalidad de mantener en optimas condiciones el aspecto orgánico y personal (12); así mismo han sido divididas en Actividades Básicas, Instrumentales y Avanzadas de la Vida Diaria, así mismo señala que las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) se refieren a las tareas propias del auto cuidado, tales como alimentarse, asearse, vestirse, continencia de esfínteres, bañarse y deambular, que se pueden valorar mediante el índice de independencia de Katz; conocido y estudiado en la evaluación de las habilidades adaptativas para la vida diaria con uso especifico para la población mayor de 65 años; y en cuanto a las Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD), indican la capacidad que tiene un sujeto para llevar una vida independiente en la comunidad, tales como tareas en el hogar, realizar compras y manejo del dinero y responsabilidad sobre la medicación y que se pueden valorar a través del Índice para las actividades instrumentales de Lawton y Brody; instrumento que ha sido construido específicamente para la población anciana con el objetivo de evaluar la capacidad funcional del individuo para llevar a cabo esas actividades (13).


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