La crisis de valores en la Sociedad cubana actual desde la perspectiva bioetica
Autor: Dr. Ernesto González González | Publicado:  31/01/2011 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
La crisis de valores en la Sociedad cubana actual desde la perspectiva bioetica .3

Si se busca una objetividad temporal y absoluta del valor, se pierde el rico aporte de la historia a la cultura social; pero tampoco el valor puede relativizarse, aunque sí hay que tener en cuenta la relación del hombre con los valores dentro de un ámbito social y cultural determinados (3). A cada hombre se le brindan los valores de forma incanjeable, único, pero sin primacía ni exclusividad, sino con la voluntad de compartir, puesto que la consecuencia más importante desde el punto de vista social de la posesión de un valor es la voluntad, necesidad y capacidad de compartirlo. El hombre vive sus valores de forma implícita, aprehendida; los eleva en sus actos vitales, prácticos, más por afectividad que por el propio raciocinio de la convicción; porque las siente como esencia para su guía dentro del camino que ha escogido. La carga afectiva de la familia es el principal crisol de los valores (3).

En la actualidad se habla de crisis en la familia referidas a cambios en el modelo tradicional de vivir y hacer familia. La modernidad ha puesto en crisis el modelo patriarcal de familia, que por muchos años perduró. La familia antaño era comprendida como unión legal entre un hombre y una mujer, que lo hacen en un proyecto para toda la vida, con el objetivo de procrear, educar a los hijos, y satisfacer necesidades humanas de unión y compañía (4). Lo común era entonces una familia de constitución biparental, nuclear, instituida bajo el mandato del hombre, que participaba de los espacios públicos, para satisfacer las necesidades económicas de la prole, y donde la madre se limitaba al espacio hogareño, quedando su función reducida a la crianza y educación de los hijos.

El panorama actual es otro, completamente distinto. La unión es ahora legal o no; puede ser para siempre, pero los divorcios son más frecuentes; los miembros de la unión no siempre son heterosexuales, y la unión no es sólo para procrear. Las familias tienen estructuras diversas; ocurre el fenómeno del hogar monoparental, con jefatura femenina. La mujer defiende sus derechos, la familia crece en cuanto a miembros, y el momento del ciclo vital en que ocurrirá el desmembramiento o la construcción, ahora ya no siempre se produce (10). Cabe entonces preguntarse no sólo si la institución familiar tiene que ver con la formación de valores, lo cual es obvio; o si la crisis de valores implica a la institución familiar; sino también si la crisis y redefinición del espacio familiar determinan en alguna medida la crisis de valores.

La familia cubana cambió por factores como: la incorporación de la mujer al trabajo; el desarrollo científico, que posibilitó la producción de métodos anticonceptivos; la eliminación progresiva de los sostenedores externos del matrimonio, como la dependencia económica, prescripciones religiosas y morales, etc; la revolución sexual; el movimiento feminista y su batalla contra la autoridad patriarcal; el individualismo presente en algunas sociedades; el conflicto con que se vive lo asignado a roles (padre – madre; hombre – mujer). Antes no había conflictos, en todo caso, resignación; la redefinición de términos, como la autoridad y la obediencia. Pero no hay dudas de que esta nueva comprensión de familia pone en crisis, determinados valores que el modelo anterior defendía, y hasta de alguna manera, con su estructura los garantizaba(4).

La familia tradicional se sustentaba en el poder omnipotente e incuestionable del padre, y con tan sólo una mirada el hijo sabía qué podía hacer o no. En la actualidad, las relaciones con los hijos se vuelven más flexibles, y ello determina que el hijo cuestione la autoridad; que no la asuma sin una crítica reflexiva de ella. A esto se suma, que ya la madre no está todo el tiempo con los hijos; ha salido también a los espacios públicos, y las posibilidades reales de educación efectiva, en relación con el tiempo de que se dispone para ello, disminuyen(4). Hoy un joven que vive en una familia extensa, multigeneracional, no tiene modelos que asumir; pues el padre le responsabiliza con una función, pero el abuelo la ejecuta en su lugar. La madre sanciona por falta de compromiso, y la abuela luego libera del castigo y lo justifica. La inconsistencia genera inseguridad y falta de compromiso (4).

En cuanto al amor como valor universal; podemos señalar, que anteriormente el matrimonio tenía sostenedores externos, ya señalados, y al perderse los mismos, la tasa de divorcialidad aumenta, lo cual es una expresión de desarrollo, y no un elemento negativo; lo que ocurre es que la contemporaneidad nos ha sorprendido, sin tener las herramientas para vivir en pareja, y resulta que tan sólo por una simple discusión se plantea la separación o el divorcio. El placer individual se impone a la necesidad del proyecto común; la búsqueda solidaria de satisfacción común, el deseo de compartir, van cediendo espacio a sentimientos que ponen al YO, en un lugar muy distante del NOSOTROS; y aunque los padres expresen otra cosa, el modelo que ve el niño o el joven, es éste, y luego lo reproduce en sus relaciones interpersonales (4).

Con respecto a la crisis económica del país; implicó por parte de la familia cubana la búsqueda de vías para el mantenimiento vital, lo que hiperbolizó la función económica sobre la afectiva, la educativa y otras. Los padres dedican ahora más tiempo a obtener remuneración, que a compartir en el hogar; y el mensaje que llega al niño es el de la producción de riquezas materiales. Se instituye una ética del tener(4). Vale aclarar que no se trata de comparar dos etapas, y defender la superioridad de una sobre otra: Es absurdo negar el desarrollo. La inteligencia y lucha por el respeto a los espacios individuales son también valores legítimos; además no se puede asegurar que los valores tradicionales se vivenciaron por personas de un modo verdaderamente interiorizado.

Mirando la crisis de valores desde la institución educativa, hay que señalar, que en la escuela coexisten profesores y alumnos; incluso por más espacio de tiempo que el que se comparte con la familia en el hogar; y esto se comporta así al menos hasta los once años de vida; de modo que en este espacio se producen aprendizajes de vida; se construyen formas de ser y hacer; valores que marcarán al ser humano por el resto de su vida (4). La escuela tiene como misión social, además de educar por medio del conocimiento; desarrollar plenamente la personalidad, lo cual incluye desarrollo de capacidades, habilidades, sentimientos y valores en las nuevas generaciones (4).

Con el triunfo revolucionario de enero de 1959, se produce la “Primera Revolución Educacional”, donde el país quedaba libre de analfabetismo, elevándose de forma importante el nivel cultural de la población. En los años “80” se produce una explosión de matrícula, por el crecimiento poblacional; a raíz del desarrollo económico y social, que se iba alcanzando; y esto determinó una “Segunda Revolución Educacional”, creándose el Destacamento de maestros emergentes “Manuel Ascunse”; formado por jóvenes con las aulas copadas de estudiantes; garantizándose con ello que ningún niño quedara sin escuela, ni educación hasta los estudios secundarios. Sin embargo, ya desde este momento comenzaron a cometerse errores, dados por la misma situación expuesta; tales como:

• La escuela hizo énfasis en la institución más que en la educación integral.
• Los programas de estudios muy exigentes, con una óptima formación docente; pero poca vinculación a la práctica, por lo que la formación humana tenía menos espacios.
• El proceso de enseñanza – aprendizaje era muy directivo; pues resultaba difícil cuestionar al maestro, disentir, pensar diferente. Sin embargo en la mayoría de los casos, se proporcionaba un aprendizaje irreflexivo y memorístico.
• La explosión de matrícula hacía imposible la atención a la diversidad; esa atención individualizada de la que tanto se habla hoy, y que tan importante resulta.

Estos factores, que ya se comportaban así, sumados a la crisis económica que se produce a los inicios de los años “90”, determinan el deterioro de valores importantes, como la solidaridad, responsabilidad, sensibilidad, creatividad, autodeterminación, etc (4). Estaba aconteciendo entonces una crisis, pues la escuela no pudo atemperarse a tiempo a las nuevas circunstancias. La familia priorizó la función económica, y la escuela no fue capaz de lograr un nexo entre ambas instancias socializadoras (4). La alternativa entonces, fue agregar asignaturas como A debate”; “Formación e valores”; que no llegaron a lo vivencial para dar solución al problema. Se cayó, como dijera Vitier, en consignas abstractas y complementos mecánicos, cuando hacía falta el lenguaje de las discusiones abiertas. La idea era producir comprensiones, más que dar orientaciones (4).

CAUSAS QUE PROVOCARON EL DEBILITAMIENTO DE LOS VALORES EN LA ESFERA EDUCATIVA.

1 – Enseñanza formal: No relacionada con las prácticas concretas de la vida real. Déficits en los procedimental; la escuela carecía de herramientas prácticas para aplicar la teoría.

2 – Tecnocratización: Énfasis en lo instructivo. La educación en la formación de valores, escasa y esquemática.

3 – Paternalismo: Tuvo doble manifestación. Por un lado, sobreprotección a los jóvenes a través de recreación, bienestar material, etc; y por otro lado se reduce su autonomía e iniciativa, quedando dañado valores como la autonomía, autoestima, capacidad crítica, creatividad, etc. Martí dijo que “ la única ley de la autoridad, es el amor”; y con esto no se fue consecuente.

4 – Homogenización: Debilidades serias en el tratamiento individual de los estudiantes; sin tener presente la procedencia social, llevando consigo la pérdida de la identidad individual como valor; al deterioro de la autoestima, rompiendo la reflexividad, la creatividad y la autenticidad en la construcción personal de los valores.

5 – Enfoques conductuales en la comprensión del sujeto psicológico que aparece: La enseñanza centrada en los últimos resultados del alumno, más que en el proceso cualitativo; la enseñanza a través del castigo, y la práctica de una moral unívoca, incuestionable, irreflexiva y competitiva. Si el alumno es “bruto” e “intranquilo”, pues llevará el signo de “ la tortuga”; y si es “bueno” e inteligente”, entonces el de “la liebre”.

6 – Falta de comprensión de las exigencias prácticas de la vida cotidiana: Defensa de la igualdad de forma enfermiza; cuando lo importante es equidad; pues la realidad muestra de manera constante, que somos diferentes. Esto produce perplejidad, inseguridad, y posibilita que lo poco valioso se manifieste; dando paso a una doble moral.

7 – Formación emergente de valores lejanos en su transmisión a lo vivencial: Se agregan asignaturas monótonas, formales, y difíciles de interiorizar. Transmisión fría y esquemática, no formación de conocimientos.


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