Contenido de yodo en agua y desordenes por deficiencia de yodo
Autor: Dr. Luis Caballero | Publicado:  17/02/2011 | Endocrinologia y Nutricion , Articulos | |
Contenido de yodo en agua y desordenes por deficiencia de yodo .2

Una investigación realizada en cuatro localidades del Sahara: Aougrout, Timimoun, Charouine y Ouled Said, al sur de Argelia, relacionó la ingesta de yodo a través del agua de bebida con la excreción de este elemento en la orina de escolares. De 27 muestras de agua analizadas, el valor promedio más alto de yodo en agua, se encontró en la región de Charouine: 121μg/L, valor que difiere significativamente con el resto de las tres regiones evaluadas. La mediana de yoduria en escolares (cuyo rango normal en escolares debe oscilar entre 100-200 μg/L) alcanzó el valor más alto: 390 μg/L en Charouine. Concluyen los autores, que ante una correlación positiva (r =+0,37; p<0,001), se puede afirmar que donde el agua de bebida es rica en yodo, hay una alta excreción de este halógeno. Un análisis de varianza mostró una diferencia significativa (p<0,001) entre las regiones, permitiéndoles a los investigadores reafirmar que el agua de bebida parece ser el factor responsable de las variaciones en las concentraciones de yodo urinario [Mekimene y col., 2006].

De una submuestra de 75 niños (del total de 220 escolares del sur de Argelia), 20 mostraron valores de TSH >5μUI/mL (26,6% de la submuestra). Al determinarse los niveles de la hormona T4, se halló un promedio de 13,3 ± 1,9 ng/L, considerado normal al estar comprendido dentro del rango 11-17 ng/L. Concluyeron entonces los investigadores, que el tipo de hipotiroidismo hallado en los niños de la submuestra, corresponde al subclínico. Los valores de la hormona T3 se hallaron también dentro del rango normal: 2,5-5,6 ± 0,6 pg/mL [Mekimene y col., 2009].

En Marruecos, determinaciones en agua, realizadas en ocho muestras procedentes de Agadir y en once muestras procedentes de Ounein Valley, mostraron valores promedio de 17,8 μg/L y 1,6 μg/L, respectivamente [Johnson, 2003]. Ounein Valley mantiene una histórica incidencia de desórdenes por deficiencia de yodo (DDY).

Se calculó el contenido de yodo, en doce muestras de agua de la ciudad de Atenas, obteniéndose un promedio de 4,7 μg/L; en 163 muestras de áreas endémicas de Grecia, el promedio resultó 2,4 μg/L [Koutras y col., 1970].

En Jiangsu, provincia de China, fueron muestreados en 65 distritos un total de 1151 pozos, 4% de las muestras fueron de pozos profundos. La concentración de yodo en el agua potable presentó una mediana de 552 μg/L; 76% de las muestras de agua de pozo tuvieron una mediana mayor de 300 μg/L. Los distritos con altas medianas en los niveles de yodo en el agua, se correlacionaron con más altas medianas de excreción urinaria de yodo y mayores tasas de bocio endémico [Zhao y col., 2000].

En la provincia costera de Zhejiang, China, se determinó el contenido de yodo en 75 muestras de agua, hallándose un promedio de 11,66 μg/L. Aguas de pozos o manantiales presentaron los valores más altos, con un promedio de 23,59 μg/L en 19 muestras. Fuentes naturales de agua (canales, lagos y ríos), mostraron un promedio de 12,72 μg/l en 22 muestras. El promedio más bajo: 4,30 μg/L, se halló en 34 muestras de agua del grifo. El contenido de yodo en agua fue mayor en el distrito de Hangzhou, el menor contenido se encontró en el distrito de Lin’ an, lo que indica que las fuentes de agua del litoral contienen mucho más yodo que en el interior. Consideran igualmente los investigadores, que la concentración de yodo en agua, se incrementa al aumentar la distancia al mar. Al compararse las concentraciones de yodo, en muestras de agua y suelo procedentes de cinco distritos, se halló que las curvas de concentración en agua y suelo mostraron una tendencia similar [Lu y col., 2005].

Tomando como base valores standard, que califican a un distrito con una concentración de yodo en agua menor de 10 μg/L como deficiente, y a un distrito como abundante en yodo cuando la concentración de yodo en agua es mayor de 200 μg/L, China puede considerarse un país yododeficiente, cuyas áreas endémicas incluyen unas 29 provincias [Zheng y col., 2002].

En áreas urbanas y rurales de la ciudad de Tianjin, China, se investigaron los efectos de la alta concentración de yodo en el agua de bebida, en la inteligencia de los niños. La concentración osciló en un amplio espectro, entre un mínimo de 3,3 μg/L y un máximo de 527,7 μg/L. Un total de 1229 niños mostraron un índice de inteligencia (IQ) promedio de 105,8. El Comité Nacional Chino sobre los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY), ha recomendado que áreas geográficas con una concentración de yodo en agua menor de 150 μg/L sean consideradas como de concentración no alta; entre 150 y 300 μg/L como altas y a las mayores de 300 μg/L como muy altas. Resultó que los niños residentes en regiones con muy alta concentración de yodo en el agua de bebida, presentaron en promedio una reducción del IQ cercano a los nueve puntos (b= -8,7; 95% CI: -15,9 a -1,4), en comparación con los residentes en regiones con no alta concentración de yodo en el agua [Liu y col., 2008].

Consideran estos mismos investigadores [Liu y col., 2008], que la exposición acumulativa de altas concentraciones de yodo, tiene un efecto directo en todas las etapas del desarrollo cognitivo. Además, que la exposición no es solo debida a la ingesta directa de agua con altos niveles de yodo, sino que puede también ocurrir en etapas muy tempranas durante el embarazo, lo que puede ser más importante que la alta ingesta de yodo en etapas posteriores. Con medidas educativas y de comunicación apropiadas, pueden manejarse situaciones de alta ingesta de yodo, por lo que en regiones donde la concentración del halógeno es muy alta en el agua de bebida, la población debe ser alertada a tomar acciones en su beneficio, tales como reducir otras potenciales fuentes, por ejemplo, alimentos marinos y leche enriquecida con yodo. El consumo de agua con menores tenores y proveniente de otra región, también debe ser considerada por las autoridades gubernamentales.

En Sri Lanka, las localidades de Anuradhapura, Kandy y Kalutara, mostraron en el agua de bebida, valores promedios de 67,8 μg/L; 8 μg/L y 8,4 μg/L respectivamente. Una baja incidencia de desórdenes por deficiencia de yodo (DDY) se reporta para Anuradhapura, en comparación con otras regiones con menor contenido de yodo en agua [Fordyce y col., 2000].

En este mismo país, la concentración de yodo en el agua, fue menor en cinco distritos: Kalutara, Ratnapura, Kegalle, Monaragala y Kandy, comparados con Colombo, Anuradhapura y Polonnaruwa; en los cinco distritos señalados, se presenta una alta incidencia de bocio en la población. Los niveles de yodo en aguas subterráneas de áreas no endémicas son más altos comparados con el agua del grifo. El bajo contenido de yodo en el agua de bebida, puede deberse en parte al agregado de cloro en el punto de distribución [Perera y col., 2001].

En Dinamarca, se evidenciaron variaciones geográficas en el contenido de yodo en el agua del grifo [Rasmussen y col., 2000], siendo mayor la concentración en Sealand, región oriental, con 18,7 ± 6,2 μg/L y menor en Jutland, región occidental, con 5,7 ± 3,9 μg/L. El promedio de un total de 41 muestras recolectadas, fue 12,2 ± 8,3 μg/L; no existieron diferencias significativas entre las muestras recolectadas en Enero y Julio de 1997.

Variaciones geográficas semejantes se han reportado en Alemania [Felgentraeger, 1984], donde la concentración al norte del país fue 11,6 μg/L y al sur 1,6-3,1 μg/L.

Sustancias húmicas, una heterogénea mezcla de moléculas orgánicas presentes en aguas subterráneas, producidas por la descomposición de plantas y animales, pueden afectar la morfología y función de la glándula tiroides. En Dinamarca [Andersen, Petersen y Laurberg, 2002], hallaron estas sustancias de origen marino en todas las muestras de agua analizadas.

En Groenlandia, se ha reportado un relativo alto contenido de yodo en animales marinos, que tradicionalmente representan la mayor fuente alimentaria. Sin embargo se halló un bajo contenido en el agua del grifo y otras bebidas. Luego de analizadas 16 muestras de agua del grifo, se halló un contenido promedio de 1,1 μg/L, y un rango 1-3,3 μg/L. En esta región el agua del grifo es principalmente agua superficial proveniente de glaciares o reservas de nieve derretida [Andersen, Hvingel y Laurberg, 2002].

Análisis del agua de bebida se realizaron en tres municipios diferentes del estado Trujillo, Venezuela: La Mesa, El Horno y La Vega, con 4,22 μg/L; 1,50 μg/L y 1,36 μg/L respectivamente. Las condiciones generales de vida eran peores, así como mayor la prevalencia de bocio en El Horno y La Vega [De Venanzi y col., 1954].

Pocos años después, se reportaron los resultados de una encuesta realizada en La Mesa, con participación del Instituto Nacional de Nutrición, donde se detectó bocio palpable en 25% de los escolares examinados y bocio palpable y visible en otro 5% [Bengoa y col., 1957; Roche y De Venanzi, 1958-1959].

En las aguas del río Ventuari, un afluente del Orinoco en el Amazonas venezolano, se recolectaron muestras en seis sitios diferentes; los valores de concentración de yodo resultaron bajos y oscilaron entre 0,2 μg/L y 0,6 μg/L. La excreción de yodo en orina de 24 horas, en comunidades indígenas de esta zona también resultó baja, con un promedio de 21,2 μg por día [Roche, 1961].

ALGUNOS REPORTES EXPERIMENTALES O CASUISTICOS

En la década de los sesenta, el patrón de normalidad de captación de I131 era muy bajo en habitantes de Maracaibo, que para esa época era abastecida por agua proveniente de pozos artesianos con alto contenido de yodo. Se planificó en 1971 un estudio experimental en ratas alimentadas con dieta baja en yodo más agua proveniente de Mérida, que es baja en yodo (0,9 μg/L) o agua proveniente de Maracaibo, con concentraciones de 102 μg/L. Después de 6 meses se les practicó una prueba de captación de I131, encontrando que las ratas que consumieron agua de Maracaibo tuvieron una captación significativamente menor que las que consumieron agua de Mérida [Ryder, 2008].

Los efectos del yodo en la tiroiditis autoinmune, fueron investigados en dos razas de pollos conocidos por ser genéticamente susceptibles a esta enfermedad. La administración durante las primeras 10 semanas de vida, de agua con una concentración de 20 o 200 mg/L, en forma de yoduro de potasio, incrementó la incidencia de tiroiditis, determinada por exámenes histológicos de tiroides, mediciones de T3, T4, y anticuerpos antitiroideos [Bagchi y col., 1985].


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