Influencia del ejercicio fisico en una poblacion senil
Autor: MsC. Dra. Dunia Reyes Hernández | Publicado:  8/02/2012 | Medicina Familiar y Atencion Primaria , Geriatria y Gerontologia , Articulos | |
Influencia del ejercicio fisico en una poblacion senil .4

En el presente estudio se observó cómo en las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) 39 adultos mayores cumplían la categoría de bien y 11 de regular antes de iniciar el estudio. Esto significa que estas 11 personas de alguna manera no eran capaces de cumplimentar actividades tan sencillas y necesarias como bañarse, vestirse, asearse, transferencia, continencia y alimentación al año de estar realizando ejercicios físicos, 7 ancianos lograron revertir totalmente esta situación y solo 4 personas mantuvieron la categoría de regular, lo que significa un deterioro moderado de su capacidad funcional (tabla 1).

Atendiendo a las actividades instrumentadas de la vida diaria (AIVD), 10 personas clasificaron como regular y 2 mal antes de los ejercicios, disminuyó a 6 y 1 respectivamente al culminar el período estudiado. Pensamos que el número inicial es mayor, pues estas actividades tienen mayor complejidad desde el punto de vista motriz. Aún así se logró cambiar un tanto esta situación.

Los resultados se dividieron por grupos de edades y se apreció que la respuesta positiva resultó menos significativa en las personas más longevas, pues lógicamente el envejecimiento se acompaña de un conjunto de efectos que disminuyen la aptitud y el rendimiento físico, muchos de los cuales resultan de la disminución de la actividad motora. A partir de la séptima década de vida ocurre una declinación acelerada de la capacidad funcional.

Barrios Duarte coincide con los resultados de este estudio, pues el envejecimiento es un proceso fisiológico que en la medida en que progresa, las afectaciones osteomioarticulares son mayores y la recuperación de la funcionabilidad óptima de estas estructuras es más difícil. (24)

Entre los efectos ocasionados por el envejecimiento que limitan las actividades básicas e instrumentadas de las personas, se mencionan la disminución de la estatura, el incremento de la grasa corporal, disminución de la masa muscular, de la densidad ósea, la pérdida de fuerza, mayor índice de fatiga muscular, notable disminución del número y tamaño de las fibras musculares, disminución del consumo de oxígeno y su utilización por los tejidos así como una menor capacidad de adaptación y recuperación del ejercicio. Se encuentra también la disminución de la capacidad vital y el aumento de la frecuencia ventilatoria durante el ejercicio, menor tiempo de reacción y menor velocidad en los movimientos, la disminución de la agilidad, la coordinación, los trastornos del equilibrio, la disminución de la movilidad articular y un aumento de la rigidez de cartílagos, tendones y ligamentos. (24-26)

Arancela J. y colaboradores así como Mazorra plantean que cuanto más temprano y mejor ejercitado esté un organismo, más tardío y en menor medida será el deterioro funcional de sus estructuras. (27,28)

De ahí que la recuperación funcional en los gerontes de edades más avanzadas fuera menor.

Todos los ancianos que participaron en esta investigación eran hipertensos, pero aún cuando constituye una enfermedad crónica y multicausal, con el ejercicio físico observamos mejoría en los resultados. En la tabla 2 vemos que el 44% (casi la mitad) se consideró descompensado antes del ejercicio. Sin embargo, esta cifra disminuyó a solo el 10% después de incorporarse de manera sistemática a la actividad física.

Como puede apreciarse, el estadio uno fue donde más hipertensos se mantuvieron descompensados (16%), algo que nos llama la atención, pues en este grupo las cifras tensionales son menores y la repercusión vascular y en órganos diana es también considerablemente menor. Pensamos obedezca esto a dieta inadecuada o tratamiento irregular, variables estas que no estaban incluidas en el proyecto de investigación.

Se sabe que la hipertensión arterial (HTA) constituye un factor de riesgo, el más importante en el anciano para la prevalencia de accidentes cerebrovasculares y cardiovasculares. En muchos países se ha convertido en la razón más frecuente de consulta médica y es la causante de una elevada morbilidad y mortalidad. Suele asociarse a otros factores de riesgo, como obesidad, sedentarismo, alcoholismo, tabaquismo, hiperuricemia y otras enfermedades, como la diabetes mellitus (DM) y la policitemia vera. (29)

Se estima que en pacientes con hipertensión arterial (HTA) en estadio 1 (presión arterial sistólica (PAS): 140-159 mmHg y/o presión arterial diastólica (PAD): 90-99 mmHg) y factores de riesgo adicionales al mantener una reducción sostenida de 12 mmHg en 10 años, se evitará una muerte por cada once pacientes tratados. En presencia de ECV o daño en órganos diana, solo 9 pacientes requieren ser tratados para evitar una muerte (30,31). De ahí la importancia del control de la tensión arterial.

Ordúñez García y Coca A. demuestran en sus respectivos estudios la importancia del ejercicio físico en el control de la hipertensión arterial (HTA) y las consecuencias favorables que ello trae para aquellos pacientes cuyos cambios anatomofuncionales a nivel vascular aún no son evidentes (22,31); entiéndase placas de ateroma, rigidez arterial y aumento de la resistencia periférica. Una vez que estos cambios han ocurrido, la reducción y control de la tensión arterial es más difícil.

A pesar de no aparecer en el trabajo el resultado de los diferentes exámenes físicos y complementarios realizados, los primeros no mostraron variabilidad significativa, excepto lo ya comentado sobre la motilidad y el control de la hipertensión arterial (HTA). Los electrocardiogramas mantuvieron el mismo patrón inicial y las pruebas hematológicas estuvieron siempre dentro de los parámetros normales.

El asma bronquial constituye muchas veces una enfermedad invalidante cuando las crisis son frecuentes. En este estudio (tabla 2b) participaron 12 pacientes con esta patología. El 66% presentaba crisis acorde a las que correspondían con su clasificación antes de iniciar los ejercicios y solamente un paciente (9%) se mantuvo con ese descontrol al final, perteneciente al grupo de los persistentes moderado, que como sabemos el grado de compromiso respiratorio es importante.

Entre las patologías que frecuentemente padecen los adultos mayores están los problemas respiratorios, que además de ser causa importante de morbilidad y mortalidad, son causantes de grandes limitaciones en la autonomía de estas personas. De la misma forma, no queda claro si la reducción de la función ventilatoria que ocurre en el anciano se debe a un proceso progresivo que ocurre durante toda la vida o aparece de forma rápida en pasos breves, lo que da lugar a procesos de obstrucción de las vías aéreas.

En el anciano, las alteraciones en la ventilación y la distribución de gases están íntimamente relacionadas con las de la distensibilidad de pared torácica y pulmones. Durante el reposo, los volúmenes pulmonares quedan determinados por un sistema que ha de permanecer equilibrado entre las fuerzas del tejido pulmonar elástico y la pared torácica y los músculos respiratorios. La fuerzas relacionadas con el tejido pulmonar traccionan hacia “dentro”, mientras que la pared torácica y los músculos respiratorios traccionan hacia el exterior. A partir de los 55 años, aproximadamente, los músculos respiratorios tienden a debilitarse y, al mismo tiempo, se va produciendo una progresiva rigidez de la pared torácica (disminución de la distensibilidad) que tiende a ser contrarrestada para mantener el equilibrio citado anteriormente por una disminución de la capacidad de retracción elástica del tejido pulmonar. (33)

La reeducación muscular mediante ejercicios respiratorios donde el paciente tome aire por la nariz con la boca cerrada y la abra posteriormente para expulsarlo incrementa la fuerza de la musculatura respiratoria, lo que mejora la ventilación pulmonar, y el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono.

Según estudios realizados en España, la prevalencia actual de asma bronquial está en la población adulta entre el 2,5 y el 3,5%, y asciende al 19% en los mayores de 65 años. Como consecuencia de esta prevalencia, se generan en este país 38.000 consultas médicas por millón de habitantes, de forma que entre el 7 y el 10% de los pacientes que acuden a una consulta de atención primaria padece esta enfermedad, y se eleva el porcentaje al 35% en la consulta del neumólogo. También señala los resultados positivos obtenidos con actividad física, controlada y dirigida por fisioterapeutas, lo que disminuye de esta manera el porcentaje de estos pacientes a consultas especializadas. (34)

Seuc AH. se adhiere al principio de la mejoría evolutiva de los ancianos asmáticos con la realización de ejercicios físicos, ratifica el fortalecimiento de los músculos que intervienen en el proceso respiratorio, y disminuye así el volumen residual. (35)

La tabla 2c refleja el comportamiento de los diabéticos y su control antes y después de la realización de ejercicios físicos. Pese a que los resultados no son asombrosos, pues solamente se logró disminuir a la mitad el número de pacientes descontrolados (16%), sí pensamos que esta actividad repercute favorablemente para evitar complicaciones fundamentalmente vasculares, ya que la hiperglicemia y los defectos metabólicos asociados afectan la pared arterial tanto de los vasos grandes como de los pequeños (microangiopatía).

Como quiera que la batalla contra la alta prevalencia de la diabetes mellitus (DM) y sus complicaciones a corto y largo plazo se gane mediante las acciones de prevención, diagnóstico precoz y control metabólico, en el caso de los adultos mayores las acciones más importantes que debemos acometer son precisamente el control metabólico y evitar las complicaciones.

La obesidad y el sedentarismo son dos factores de riesgo modificables que inciden directamente en la mala calidad de vida de los diabéticos, y el ejercicio es una actividad que contribuye a combatirlo.

En Venezuela, la diabetes ha estado, consistentemente, entre las 10 primeras causas de muerte durante los últimos años. En el año 2004, esta enfermedad ocasionó 1.849 defunciones para una tasa de 16,5 por 100.000 habitantes. (36,37)

Su prevalencia se incrementa con la edad, pues muestra un pico en la sexta década de la vida, seguido de una disminución atribuida a la mayor mortalidad en ancianos diabéticos.


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