Contextualizacion de la muerte en el ambito socio-sanitario
Autor: Dra. Rosa Cardozo Castellano | Publicado:  25/06/2012 | Medicina Forense y Legal , Otras Especialidades , Medicina Preventiva y Salud Publica , Psiquiatria , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Articulos | |
Contextualizacion de la muerte en el ambito socio-sanitario .2

Destacan los sentimientos de angustia, culpa o impotencia que afloran en el médico al encontrarse con los límites de la ciencia moderna, se generan procesos de negación y contradictoriamente se asumen actitudes de evasión o abandono al enfermo en momentos apremiantes. Otras veces se asiste y acepta la muerte corporal pero no se reconoce el significado como hecho histórico social, con un contexto familiar y de trascendencia espiritual. En medio de estas reflexiones resalta la importancia de recuperar la subjetividad del médico, el estudiante y el paciente, el valor y el alcance de la práctica como ciencia, como arte, como profesión y como un quehacer filosófico, desde la formación universitaria (10). Bien manifiesta Rodríguez (11) que cualquiera que sea la cultura humana, vivir y morir son actitudes que sólo pueden aprenderse a partir de la experiencia ajena.

A través de la Historia, se han dado múltiples significaciones a la muerte y ha sido asociada al inicio mismo de las religiones, que representan una coalescencia de creencias, prácticas y tradiciones. Estas han servido de sustento al sentido que atribuyen las personas a la vida y la muerte. El estudio de las bases de estas grandes religiones, demuestra que en su constitución hay muchas veces elementos religiosos comunes, pero que son interpretados de forma diferente (12). El manejo de las bases religiosas, la desmitificación de la espiritualidad y el conocimiento de la fe de los enfermos, puede ser un factor fundamental para comprender las diversas actitudes ante la muerte y para un mejor acompañamiento del paciente y la familia en esta difícil etapa.

En las áreas de formación en las ciencias médicas, y en la práctica del personal que labora en el sistema socio sanitario, ocurre un contacto frecuente con el suceso de la muerte. Al médico y al estudiante de medicina le toca muchas veces asistir, cuidar o acompañar a las personas y a sus familiares en ese difícil momento de pérdida de la vida, a veces de forma esperada y otras de manera violenta y sorpresiva.

No obstante, el encuentro del estudiante de medicina con estas situaciones puede estar generando experiencias que le afecten psicológicamente o incluso marquen su vida personal y profesional. Es importante conocer estos aspectos y estudiar cómo percibe el estudiante en ciencias de la salud que está en proceso de formación, estas vivencias, saber cuál es su interpretación, como percibe el fenómeno en estudio en el contexto institucional, cuáles son las necesidades sentidas, que herramientas identifica que pueden ser útiles en la participación de los actores para un mejor manejo de estas dramáticas situaciones. Al respecto, Cardozo y col (13) en una investigación realizada en el 2009 en estudiantes del último año de medicina en la Universidad de Carabobo, encontraron una posición variable frente a la muerte, con una tendencia en los estudiantes a pensar con frecuencia que se van a enfrentar a la muerte en su ejercicio profesional, pero que necesitan ser preparados en su formación universitaria para enfrentarla.

Contextualización Socio-Histórica de la Muerte

El hombre desde sus inicios ha sentido inquietud frente al hecho de la muerte, esta se traduce en una conciencia ante ella, particularidad que nos distingue de otras especies. “El hombre es el único animal que sabe que va a morir, es el único animal que entierra” (14). Como describe Morin (15) “la especie humana es la única para la que la muerte persiste durante toda su vida, la compaña de un ritual funerario, y cree en la supervivencia o en la resurrección de los muertos”. La etapa final de la vida terrenal y la presencia ante el cadáver, adquiere un carácter social y representa un hecho extremadamente conmovedor, doloroso, triste, e incluso un momento de pánico; de expresión variable según la percepción de dicha situación en cada ser humano.

Es así como, resulta relevante que ya investigadores de la pre historia, hubiesen reportado significativos descubrimientos sustentando que el hombre Neanderthal daba sepultura a sus muertos cercanos (15), dejando en claro de algún modo la parte humana de la muerte, y no solo esto sino que en ocasiones reunía a algunos de sus muertos en un mismo territorio, evidenciando así, que no se trataba de una cuestión de instinto sino de pensamiento humano, la manifestación de afectos, sentimientos y probablemente un acto de protesta contra la muerte. Las prácticas funerarias, la conservación del cadáver y el no abandono de sus muertos implican una aspiración de supervivencia. Una conciencia subjetiva que intenta proclamar, sino la inmortalidad, al menos la existencia de una vida después de la muerte, percepciones que se han expresado de diversas maneras en las distintas civilizaciones y culturas. Thomas (16) define los ritos funerarios como “los comportamientos variados que reflejan los afectos más profundos y supuestamente guían al difunto en su destino post mortem, tienen como objetivo fundamental superar la angustia de muerte de los sobrevivientes”

Todo parece, pues, indicarnos que el homo sapiens siente el problema de la muerte como una catástrofe irremediable que le provocará una ansiedad específica, y que la presencia de la muerte se convierte en un problema vivo que modela su vida, y parece claro que no sólo rehúsa admitir la muerte, sino que la niega, la supera y la resuelve a través del mito y de la magia (15).

La Bioética Personalista y la Dignidad Humana: Un Horizonte Humanizador

Tradicionalmente se ha concebido al enfermo en fase avanzada o enfermedad terminal como un fracaso de la medicina, como alguien desahuciado en quien ya no hay mas nada que hacer u ofrecer. Sin embargo, se trata de personas con emociones, sentimientos, inquietudes y cosas que decir y compartir. La valoración del enfermo terminal o moribundo como persona, implica mirarlo desde su dignidad humana, en todo el sentido de un ser, que tiene un mundo psicológico, sociofamiliar y espiritual, lleno de derechos y de necesidades que hay que atender y apoyar al máximo; para contribuir además de los cuidados paliativos, a que experimenten una vida y una muerte lo más digna y en paz posible, dentro de la gravedad de su situación.

El enfoque de la dignidad humana, es un contexto básico para mejorar las relaciones entre los seres humanos, especialmente ante los fenómenos del sufrimiento y la muerte. Desde la visión bioética, esto parte de la concepción que de la persona, en su acto de ser (perspectiva Ontológica) tiene una dignidad constitutiva. Como ser persona, es único, posee una individualidad, y es merecedor de reconocimiento; posee una dignidad incondicional, que es inalienable. Se trata pues de una cualidad unida al ser mismo del hombre o la mujer, que nos hace a todos iguales (17).

La persona posee una dignidad intrínseca relacionada con el merecimiento de ser tratada como un fin en si mismo, pero en su obrar bien o mal se hace merecedor o no de ciertos reconocimientos (perspectiva ética). Esto es algo más dinámico, y tiene que ver con el deber ser, pues según actúe en la sociedad será merecedor de respeto, si su obrar es éticamente aceptable. En relación con el derecho que tienen todos de ser reconocidos en su personalidad jurídica (perspectiva jurídica), toda persona puede invocar los derechos humanos que forman parte de las declaraciones internacionales, y ajustarse a la normativa legal vigente en cada territorio (17).

Según las bases en que se fundamente el concepto de la dignidad humana, se orientará o no hacia la noción de ser integral y de persona en el sentido de totalidad humana, influyendo en la interpretación que se haga sobre el valor de la vida, el respeto y trato que se dé a los individuos ante la muerte. Estas nociones intervienen también en las apreciaciones que se tienen y en las actitudes que se asumen en las relaciones interpersonales, aspectos vitales para la comprensión sobre la percepción y actitud que asumen los estudiantes de medicina, frente al sufrimiento y conflictos que se dan en todos los actores en la práctica asistencial, al tener que enfrentarse frecuentemente al fenómeno de la muerte.

La Dimensión Psicológica de la Muerte y el Personal de Salud

Resulta fundamental explorar la dimensión psicológica de esta temática, para una comprensión del complejo mundo de la transición entre la vida y la muerte, y del impacto emocional en quien muere y en quien le rodea y sufre la vivencia de esas situaciones, más aún si se vive esa experiencia con cierta frecuencia, como es el caso particular de los estudiantes de medicina en su proceso de formación como personal del equipo de salud.

En el camino recorrido por Bayes (18) en sus trabajos sobre el sufrimiento y la muerte, plantea la necesidad que todos los profesionales de la salud estén familiarizados con las múltiples dificultades psicosociales asociadas con el proceso de morir. (Ambivalencia, miedo, aislamiento, ira, pérdida de control, indefensión y tristeza). Es especialmente necesaria una formación en el tema del sufrimiento y la muerte en los que trabajan con niños, o en unidades de cuidado intensivo, o en oncología entre otros, donde los pacientes permanecen largos períodos de tiempo separados de sus familiares antes de morir.

Esto implica desarrollar habilidades sociales, de acompañamiento y ayuda, lo cual comienza por saber escuchar. Al considerar que esta es una de las habilidades más importantes que tenemos los seres humanos para ayudarnos mutuamente, pareciera no haber dificultad en ponerla en práctica. No obstante, en el mundo globalizado en que se vive, donde los jóvenes se identifican cada día más con la tecnología; no se puede llegar a suponer que dicha comunicación sea realmente efectiva. Se trata de escuchar como un proceso activo, intentando comprender lo planteado y mirar lo que está más allá de las palabras; el terreno donde encontramos aspectos psicológicos para comprender y ayudar a los pacientes, está en aprender a oír su dolor y angustias. La reflexión, nos hace pensar que indudablemente el aprendizaje de estas habilidades y capacidades, no se facilita en los procesos de formación guiados por el paradigma biomédico; se requiere una formación más humanista.

Datos provenientes de diferentes estudios muestran que las pérdidas traumáticas, producen en los sobrevivientes un proceso de duelo complicado, que se diferencia en varios aspectos de un duelo normal y también de otras psicopatologías como el estrés postraumático y la depresión (3). Las pérdidas traumáticas tales como las que se producen por una muerte súbita de causa médica, quirúrgica, por hechos violentos ( homicidios, suicidios y accidentes viales o laborales), producen gran dolor y pueden ocasionar serios problemas de adaptación en las personas que sobreviven y los familiares de la víctima, generando altas probabilidades de desarrollar trastornos emocionales.


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