La presencia de válvulas aórticas bicúspides (VAB) ocurre en aproximadamente el 1-4% de la población, siendo la anomalía congénita cardíaca más frecuente. Inicialmente la presencia de válvula aórtica bicúspide (VAB) fue considerada un criterio de exclusión para TAVI ya que predice un riesgo aumentado de eventos aórticos adversos como mal sellado con insuficiencia periprotésica, mal posicionamiento o dislocación valvular debido a la mayor frecuencia de forma elíptica y asimétrica del anillo aórtico, con calcificaciones grandes e irregulares sobre todo a nivel del rafe.
La afectación valvular aórtica es la más frecuente de las valvulopatías en la actualidad. La sustitución valvular aórtica (SVAo) con prótesis biológicas puede hacerse con prótesis soportadas (PS) o prótesis no soportadas (PNS). Se considera que las prótesis no soportadas (PNS) dejan menor obstrucción residual y revierten la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) precozmente y en mayor cuantía, sobre todo en anillos aórticos menores o iguales a 21 mm, predominantes en nuestro medio.