La parada cardiaca representa uno de los problemas de primer orden en el mundo occidental y está cobrando fuerza el concepto de resucitación cerebro cardiopulmonar sobre todo observando que las unidades de cuidados intensivos reciben gran número de pacientes que se recuperan de una muerte súbita pero que presentan secuelas neurológicas, de ahí que surjan esfuerzos para disminuirlas como es la hipotermia moderada inducida (32-34ºC), aplicada en las tres etapas de la postresucitación (etapa temprana, intermedia y tardía), que mejora las lesiones cerebrales al ayudar a disminuir las necesidades metabólicas del cerebro, el edema cerebral y la presión intracraneal (PIC), reduce la liberación de aminoácidos excitatorios y glutamato y por consiguiente la producción de óxido nítrico y se retrasa el deterioro de la barrera hematoencefálica.
La asistencia sanitaria a urgencias y emergencias en el medio extrahospitalario ha sufrido una evolución notable especialmente en la última década. Quizás la parte más visible de estos sistemas de emergencias sean las unidades móviles que recorren las calles y carreteras de nuestras ciudades y pueblos, pero detrás de esto existe un sistema complejo que da respuesta de manera integral a la demanda de asistencia sanitaria urgente de los ciudadanos.
La inclusión del profesor de secundaria en el rol de Instructor de reanimación de educación secundaria (IRES) puede ser la opción más eficiente a la hora de conseguir un gran número de reanimadores entre la población civil de una manera constante y dentro de una estructura reglada. La experiencia llevada a cabo en nuestro proyecto de calidad es solo un ejemplo que permite ilustrar como articular el desarrollo de un programa a gran escala “de lo concreto a lo general”. Los resultados obtenidos por los alumnos están en línea con los de otros autores, no habiéndose encontrado diferencias en los resultados de las evaluaciones de las materias impartidas por el personal sanitario y el profesor de secundaria, mostrando una gran aceptación por parte de alumnos y docentes. Nos permitimos a partir de esta pequeña experiencia plantear de forma teórica un plan de implantación en la ciudad de Zaragoza con un coste aproximado de 120,000 euros anuales con el que podrían conseguirse 6000 reanimadores al año.