La lactancia materna. La alimentacion ideal para el lactante menor de 6 meses de edad
Autor: Noelia Casquete López | Publicado:  13/06/2012 | Medicina Preventiva y Salud Publica , Pediatria y Neonatologia , Articulos | |
La lactancia materna. La alimentacion ideal para el lactante menor de 6 meses de edad .1

La lactancia materna, la alimentación ideal para el lactante menor de 6 meses de edad

MSc. Dra. Georgina J. Peraza Roque *
Dr. Román Vasallo Peraza **
Dra. Ionmara Tadeo Oropesa ***
Dra. Diana Adela Vega López ****
MSc. Luisa L. Pacios Fernández *****

* Especialista de Primero y Segundo Grados en Pediatría. Profesora Auxiliar de Pediatría. Máster en Educación Médica Superior. Jefa del Departamento de Medicina General Integral de la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López.
** Dr. en Medicina. Policlínico Universitario Julián Grimau.
*** Especialista de Primer Grado en Medicina Interna. Profesora Asistente del Departamento de Medicina General Integral de la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López.
**** Especialista de Primer Grado en Embriología. Profesora Asistente del Departamento de Morfofisiología de la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López.
***** Especialista de Postgrado en Docencia Universitaria de Matemática y Computación. Profesora Auxiliar del Departamento de Informática Médica de la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López.

RESUMEN.

La leche materna, poseedora de todos los elementos necesarios, es la mejor alimentación para el recién nacido y el niño en su primer año de vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda amamantar hasta los 2 años de vida, especialmente en los países en vías de desarrollo.

Existen evidencias de que la prevalencia y duración de la lactancia materna son bajas y esto se debe a la interacción de diversos factores. La lactancia materna no es un hecho aislado en la existencia de la mujer, sino que es parte de su propia vida, su educación, su trabajo, su estado nutricional y de salud, la conformación de su familia son entre otros factores los que influyen en la decisión de lactar a su pequeño o lo que es más importante, seguir lactándolos después que ya comenzó a hacerlo.

Se trata de un trabajo de revisión bibliográfica sobre la lactancia materna, que aborda las variantes fisiológicas, la composición, el valor inmunológico, las técnicas para lactar y las ventajas para el niño y la madre, aspectos elementales y de importancia para el estudio y manejo adecuado de la misma por el personal médico y paramédico en todos los niveles de atención médica, sobre todo en la Atención Primaria de Salud.

Descriptores de Sc: Leche materna. Lactante. Atención Primaria de Salud.

INTRODUCCIÓN.

Desde épocas remotas, durante miles de años, la lactancia natural era un requisito para la supervivencia de un niño en el período crítico de la infancia (1). En la actualidad, en las naciones donde existe mayor pobreza, es decir, en el mundo subdesarrollado la imposibilidad de lactar de una madre puede condenar a muerte a su hijo (2).

Existen evidencias de que la prevalencia y duración de la lactancia materna son bajas y esto se debe a la interacción de diversos factores. La lactancia materna no es un hecho aislado en la existencia de la mujer, sino que es parte de su propia vida, su educación, su trabajo, su estado nutricional y de salud, la conformación de su familia son entre otros factores los que influyen en la decisión de lactar a su pequeño o lo que es más importante, seguir lactándolos después que ya comenzó a hacerlo (3).

El vínculo del niño con su madre, indispensable para su desarrollo, se fortalece con la lactancia materna. A través de la lactancia, el bebé recibe no solo el alimento que le permite subsistir, sino también el afecto materno.(4)

La leche materna, poseedora de todos los elementos necesarios, es la mejor alimentación para el recién nacido y el niño en su primer año de vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda amamantar hasta los 2 años de vida, especialmente en los países en vías de desarrollo. El amamantamiento reduce la morbi-mortalidad infantil, disminuye las enfermedades infecciosas, especialmente las diarreas e infecciones del aparato respiratorio, aporta una óptima nutrición al niño, favoreciendo su adecuado crecimiento y desarrollo, beneficia la salud materna, contribuye a la relación psico-afectiva entre la madre y el niño, colabora de manera muy efectiva en el espaciamiento de los embarazos, disminuyendo la fertilidad de la mujer (5).

La leche se define como el producto de la secreción de las glándulas mamarias de un mamífero hembra después del parto para alimentar al recién nacido. Desde el punto de vista físico-químico se le define como una emulsión de sustancias grasas en una solución azucarada, que es a su vez una suspensión coloidal desustancias albuminosas. Su composición está específicamente adaptada a las características digestivas y necesidades nutritivas del neonato; varía de una mujer a otra y según las horas del día (mañana, tarde o noche), momento de la tetada(comienzo, medio o al final), duración de la lactancia, edad materna, número de lactancias previas, tipos de alimentación, toma de medicamentos, factores emocionales, etc. (6).

Las mamas derivan de glándulas sudoríparas modificadas. En la mujer, el crecimiento y la diferenciación de los tejidos mamarios se produce después de la pubertad, compuesta (durante los períodos de lactancia) de tejido adiposo dispuesto alrededor del tejido secretor epitelial, que forma 15 a 20 lobulillos. Cada lóbulo se abre a un conducto galactóforo que converge con los otros en el pezón. El tejido conectivo, los vasos sanguíneos, los linfáticos y los nervios, contribuyen también de la estructura de la mama. Un área de piel especializada, la areola, rodea la base del pezón.

Durante el embarazo, se eleva el número de conductos y la longitud de sus ramas; los alveolos secretores proliferan y se expanden al llenarse sus células y luces cuando comienza la síntesis y secreción de la leche. Las células mioepiteliales, al principio, fusiformes, se convierten en células estrelladas, muy ramificadas, sobre todo alrededor de los alveolos. En el setroma se observa una reducción simultánea del tejido adiposo, pero aumenta mucho el número de linfocitos, las células plasmáticas y eosinófilos; también aumenta el flujo de sangre a través de la mama (7).

Aunque los estrógenos y la progesterona son esenciales para el desarrollo material de las mamas durante el embarazo, una acción específica de estas hormonas, es inhibir la secreción propiamente dicha de la leche. Por otro lado, la hormona prolactina ejerce el efecto exactamente opuesto, estimular la secreción de la leche. Esta hormona es secretada por la hipófisis de la madre y su concentración en sangre se eleva constantemente desde la 5ta semana del embarazo, hasta el nacimiento del niño, en cuyo momento ha alcanzado un nivel de 10 a 20 veces mayor que el de una mujer normal, no embarazada. Junto a esto, la placenta secreta grandes cantidades de somatototropina coriónica humana que también posee probablemente una pequeña actividad lactogénica, que coadyuva a la acción de la prolactina procedente de la hipófisis materna. Incluso así y debido a los efectos inhibidores de los estrógenos y la progesterona sobre la mama, esta glándula nunca secreta diariamente más de unos pocos mililitros de líquido antes de nacer el niño (8).

Inmediatamente después de nacer el niño, la desaparición brusca de la secreción de estrógenos y progesterona por la placenta permite que actúe entonces el estímulo lactógeno de la prolactina secretada por la hipófisis de la madre, la cual asume entonces su papel natural estimulador de la producción de leche en lugar del calostro. Esta secreción láctea exige una secreción de apoyo suficiente por parte de las demás hormonas de la madre, pero sobre todo por: la hormona de crecimiento, el cortisol, la hormona paratiroidea y la insulina. Estas hormonas son necesarias porque proporcionan sustratos que, como los aminoácidos, los ácidos grasos, la glucosa y el calcio, son imprescindibles para que se forme la leche (8).

Después de nacer el niño, el nivel basal de la secreción de prolactina vuelve en unas semanas al nivel previo al embarazo. Sin embargo, cada vez que la madre amamanta al niño, las señales nerviosas que pasan desde los pezones hasta el hipotálamo producen una<> de prolactina cuya secreción aumenta 10 a 20 veces sobre lo normal y que dura aproximadamente 1 hora. Esta prolactina a su vez, actúa sobre las mamas y estas glándulas mantienen la secreción láctea en sus alveolos con destino a los siguientes períodos de lactancia. Si esta oleada de prolactina falta o es bloqueada por una lesión hipotalámica o hipofisiaria, o si la lactancia al pecho no continúa, las mamas pierden su capacidad de producir leche, en una semana aproximadamente. Sin embargo, la producción de leche puede continuar durante unos años, si el niño sigue succionando, aunque la cuantía de la formación de leche desciende normalmente de forma considerable pasados 7 a 9 meses (8).

La prolactina es eliminada en pequeñas cantidades durante el embarazo, ayudando al desarrollo finadle las normas para la lactancia. Además de la prolactina, actúan las hormonas tiroideas, los corticosteroides suprarrenales, que parecen ejercer un efecto de sostén. El que no se produzca leche durante el embarazo, se debe a una acción inhibitoria de los estrógenos y la progesterona sobre el proceso secretor de las mamas, también sobre la secreción de prolactina por la adenohipófisis. Inmediatamente después de nacer el niño ocurre la supresión brusca de la secreción placentaria tanto de estrógenos como de progesterona, desapareciendo sus efectos inhibidores, permitiendo que la hipófisis anterior produzca grandes cantidades de prolactina, así bajo su influencia, las células alveolares alcanzan un mayor potencial secretorio. (8)


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