Contextualizacion de la muerte en el ambito socio-sanitario
Autor: Dra. Rosa Cardozo Castellano | Publicado:  25/06/2012 | Medicina Forense y Legal , Otras Especialidades , Medicina Preventiva y Salud Publica , Psiquiatria , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Articulos | |
Contextualizacion de la muerte en el ambito socio-sanitario .1

Contextualización de la muerte en el ámbito socio-sanitario

Dra. Rosa Alba Cardozo C de A. Especialista en Medicina Familiar. Universidad de Carabobo. Doctor en Psiquiatría, Universidad Autónoma de Madrid-Universidad de Carabobo. Docente Asociado a Dedicación Exclusiva Departamento de Salud Pública, sede Carabobo. Universidad de Carabobo. Pabellón 8, Campus de Bárbula.
Dr. Gerónimo Sosa Sánchez. Especialista en Medicina Interna. Magíster en Salud Ocupacional e Higiene del Ambiente Laboral. Mención Epidemiología. Doctor en Ciencias de la Educación. Docente Titular Jubilado activo. Departamento de Salud Pública, sede Aragua. Universidad de Carabobo.
Miguel Sosa L. Médico Cirujano
Gerónimo Josué Sosa L. Médico Cirujano.
Elizabeth Romano C. Odontólogo

Universidad de Carabobo. Facultad de Ciencias de La Salud. Departamento de Salud Pública. Valencia, Venezuela

RESUMEN

Ante el hecho común en la práctica médica, de estar frente al sufrimiento y la muerte, existen aspectos éticos, psicológicos y socioculturales en juego. Destacan los sentimientos de angustia, culpa o impotencia que afloran en el médico al encontrarse con los límites de la ciencia moderna; se generan procesos de negación y se asumen actitudes de evasión o abandono al enfermo en momentos apremiantes. Otras veces se asiste y acepta la muerte corporal pero no se reconoce el significado como hecho histórico social, con un contexto familiar y de trascendencia espiritual. En medio de estas reflexiones resalta la importancia de recuperar la subjetividad del médico, estudiante y paciente.

El valor y alcance de la práctica como ciencia, arte, profesión y como un quehacer filosófico, desde la formación universitaria. Esto implica desarrollar habilidades sociales, de acompañamiento y ayuda, que comienzan por saber escuchar, aprender a oír su dolor y angustias, intentando intuir lo planteado y mirar lo que está más allá de las palabras. Al considerar que esta es una de las habilidades más importantes que tenemos los seres humanos para ayudarnos mutuamente, la reflexión, nos hace pensar que para el aprendizaje de estas cualidades se requiere una formación más humanista.

Palabras clave: Muerte, bioética, tanatología

ABSTRACT

At the fact common in medical practice facing the suffering and death, there are ethical, psychological and sociocultural aspects in game. Highlights the feelings of anxiety, guilt or impotence that thrive in the doctor find the boundaries of modern science; generated denial process and assume attitudes of evasion or neglect the sick in pressing moments. Sometimes we are witnessing and accepts the bodily death but does not recognize the significance as social, historical fact with a family context and spiritual significance. In these reflections underlines the importance of recovering the subjectivity of the doctor, student and patient.

The value and scope of practice as science, art, profession and as a philosophical, work from University education. This involves develop social skills accompaniment and support, starting with know listen, learn to hear your pain and anguish, trying to sense the raised and look at what is beyond words. To consider that this is one of the most important skills that we humans can help each other, reflection, makes us think that you for these qualities learning requires a training more humanist

Keys Words: Death, bioetic, thanatology

INTRODUCCIÓN
Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Confucio (551 AC-478 AC). Filósofo chino.

El tema de la muerte ha impactado siempre al ser humano, como fenómeno individual y hecho social, expresando sus angustias, temores y expectativas de forma diferente, según los sistemas de creencias y las tradiciones culturales predominantes en cada época y en cada tipo de sociedad. Frente a la certeza de la muerte, está presente el encuentro del ser con la realidad de su finitud y con la incertidumbre sobre el más allá; con sus grandes preguntas acerca de ¿cómo vendrá la muerte y qué sensaciones traerá? y sobre ¿qué habrá después de esa transición? En consecuencia ha sido tema de interés para diversas disciplinas científicas, grupos sociales y líderes religiosos, representando un campo complejo y multidimensional.

El contexto de la revolución científico técnica que vivimos desde finales del siglo XX ha representado extraordinarios avances en ciencias médicas, con innegables aportes en el manejo de nuevas tecnologías para el diagnóstico y terapéutica, la penetración en los mecanismos de la vida misma a nivel genético molecular y posibilidades de intervención en los pacientes crónicos o gravemente enfermos. Pero esto también ha significado la aparición de nuevos desafíos bioéticos, en temas como la eutanasia y el aborto, que incrementan incertidumbres, agonías y costos para pacientes y familiares frente a la muerte y sus circunstancias. No obstante, el mundo de la salud siempre se ha visto como una realidad compleja, viva y en evolución constante, por ello los cambios no son una pura cuestión organizativa, sino algo mucho más profundo: de tipo cultural y antropológico; de modos de vivir y de creencias; de nuevos avances cada vez más incisivos en su relación con los procesos de vida y muerte.

Le Breton (1) señala en su obra que durante la modernidad se produce una estigmatización del envejecimiento y una postergación social de la vejez ya que ésta rescinde en la persona los valores centrales de la modernidad (la juventud, el trabajo, la seducción, la vitalidad) convirtiéndose, así, en «la encarnación de lo reprimido». La medicina ha convertido a la muerte en un hecho inaceptable al que hay que combatir con todos los medios: es vista como un fracaso de la empresa médica, no como un hecho esencial de la condición humana. Es rechazada y se excluye, como si no existiera. La negación del envejecimiento y de la muerte son signos que muestran las reticencias del hombre occidental a aceptar su condición de ser carnal. Ramos et al (2) afirma que “Siendo la muerte aquello radicalmente opuesto a la vida, es lógico que angustie y obsesione, generando una actitud de rechazo y negación”.

Los cambios del mundo moderno también han influido considerablemente en las relaciones, el trato y la actitud entre los actores: personal de salud, pacientes y familiares, terreno donde se ha señalado que las relaciones humanas tienden a hacerse cada vez más mecánicas, automáticas e impersonales. Ante esta situación del mundo asistencial hospitalario donde se forma el estudiante de medicina, es importarte saber reconocer los beneficios y las potencialidades de los nuevos conocimientos de las ciencias médicas, pero es aún más importante tratar de reflexionar sobre las actitudes que se asumen, e intentar comprender y valorar integralmente a los seres humanos, especialmente en cuanto a los sentimientos y necesidades que experimentan cuando se encuentra frente a las condiciones de desventaja y dependencia que producen: el dolor físico, la angustia, el temor y las limitaciones orgánico-funcionales, emocionales y espirituales relacionadas con el sufrimiento y la muerte.

El médico atiende mucho más los aspectos biológicos, que el hecho psicológico o lo espiritual, este último que podría ser interpretado como un signo de debilidad. Aún cuando ayuda a transitar momentos difíciles de sus pacientes, y a pesar de los recursos científicos que posee las ciencias médicas, en el caso de los enfermos crónicos, con dolor severo, gravemente enfermos, terminales o moribundos (que son tan comunes), aparece muchas veces la impotencia y la angustia del personal de salud, de no poder ayudar efectivamente a los pacientes y sus familiares.

La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que constituye el horizonte natural del proceso vital. Aunque sea concebida como la culminación prevista de la vida, y el ser humano esté consciente de su finitud, le genera incertidumbre el pensar de qué manera, cuándo y en cuáles circunstancias ha de producirse la muerte. Estos aspectos no sólo afectan a la persona, sino también a quienes les rodean. La forma como sea percibido el sentido de la vida y el fenómeno de la muerte influyen también en cómo se vivencia esta experiencia. La actitud que se adopta ante el hecho cierto, que toda persona ha de morir, y ello está determinado en parte cómo se vive (3). Señala Jung (4) que hay que conocerse a sí mismo para saber quién se es, puesto que lo que viene después de la muerte es, inesperadamente, una ilimitada extensión llena de inconcebible imprecisión, en la que al parecer no hay ni fuera ni dentro, ni arriba ni abajo, ni aquí ni allá, ni mío ni tuyo, ni bueno ni mal. El tema adquiere relevancia cuando se manejan datos de un 16% de depresiones en procesos de duelo complicados y/o no resueltos (5-7).

Hay posturas que sostienen que el dolor y la muerte no son obstáculos para la vida, sino dimensiones o fases impactantes de ella. Obstáculo para la vida sería propiamente la actitud de quien se niega a admitir la naturalidad de estos hechos constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentando huir de ellos como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir tal huida en valor supremo: esta negación de la propia realidad sí que puede llegar a ser causa de deshumanización y de frustración vital (8).

Las distintas maneras de reaccionar ante el hecho de la muerte inminente están condicionadas en gran medida a cada personalidad. Todo ser humano ha vivido de alguna manera el dolor que produce la pérdida de un ser querido, la muerte de algún ser con el cual hemos estado en relación de amistad o en el caso de una estrecha relación médico-paciente, la mayoría de las veces no sabemos cómo consolar a esas personas. Quizás les decimos unas palabras, procuramos darles ánimo, pero, al final, casi solo nos queda acompañarles con nuestro silencio (9).

Ante el hecho común en las relaciones interpersonales de la práctica médica, de estar frente al sufrimiento y la muerte, hay muchos imperativos éticos, aspectos psicológicos y socioculturales en juego.


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