Adolescencia y suicidio
Autor: Dra. María Elena Francia Reyes | Publicado:  24/03/2008 | Psicologia , Psiquiatria , Diapositivas de Psiquiatria | |
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Esta discriminación toma muchas formas, incluyendo la carencia de derechos de ciudadanía, como por ejemplo el voto y derecho de tener actividades políticas, así como el desarraigo cultural y económico. Al mismo tiempo, se requiere a la mayoría de los adolescentes pagar los precios de adulto en la admisión a las instalaciones de ocio (teatros, cines, parques de atracciones), y el transporte. Hay también discriminación contra adolescentes en las áreas del encarcelamiento, la educación y el reclutamiento militar, particularmente para la juventud de otra raza y de bajos ingresos. Estos jóvenes hacen frente a las barreras sistémicas y culturales que preceden a menudo a su derecho a la debida aplicación de la ley e iguales oportunidades educativas.

 

Las investigaciones han probado que la estratificación social entre las categorías de edad es causa de estereotipos y generalizaciones; por ejemplo, el mito perpetuado por los medios de comunicación de que todos los adolescentes son poco maduros, violentos y rebeldes. Esto ha llevado a un número creciente de docentes, investigadores, y otros adultos a juntarse contra el adultismo. Algunos han organizado programas de educación y declaraciones de protesta.

 

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Hasta aquí hemos hecho referencia a la adolescencia y sus características, ahora trataremos algunos aspectos relevantes del suicidio, y las circunstancias que llevan a un adolescente al suicidio.

 

La denominada Tendencia autodestructiva del ser humano es un concepto originado en los estudios sobre psicología y sociología. Comprende todas las conductas orientadas hacia la autodestrucción indirecta o directa del propio individuo o grupo. La tendencia autodestructiva es la conducta orientada hacia el suicidio ya sea en forma consciente o inconsciente. Muchos profesionales amplían este concepto hacia conductas destructivas del ser humano por lo que el mismo requiere de un estudio exhaustivo para su real comprensión.

 

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El suicidio (del latín sui caedere, matar a uno mismo) es el acto de quitarse la propia vida. Muchas religiones lo consideran un pecado, y en algunas jurisdicciones aún se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes, sin escapatoria o dolorosas en extremo.

 

Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento central y el motivo del acto, y no sólo una consecuencia casi ineludible. Así, los hombres bomba y los mártires no son considerados suicidas, dado que unos mueren como consecuencia de la explosión que ellos mismos provocan y los otros se sacrifican en nombre de una creencia.

 

Tampoco son suicidas los que se sacrifican por otros en caso de emergencias ni los soldados que luchan en una guerra, y en estos casos, los muertos no son proscritos por la religión ni por la ley. En el caso de que el suicidio tenga consecuencias legales, la ley recoge que debe haber prueba de intención de morir así como la propia muerte para que el acto sea considerado un suicidio. Puede que dicho proceso sea costoso en caso de minusvalía y tenga que depender de los demás donde están entrando en una dinámica de cómplice de suicidio posiblemente penado con cárcel.

 

El suicidio y la ley

 

En muchos países si un suicidio puede ser evitado por otra persona, es algo que puede y debe hacerse, porque en caso contrario podría ser considerado como un caso de no asistencia a persona en peligro, lo que está tipificado como delito en diversas legislaciones, ya que, por ejemplo, un intento de suicidio podría ser debido a un estado de locura transitorio, a un estado depresivo muy grave o a otras situaciones análogas.

 

Valoraciones morales del suicidio

 

La Teología dice que mientras para algunos el suicidio consiste en “darse la muerte directamente a sí mismo”; para otros, simplemente es “darse la muerte a sí mismo”, y aclara que aunque ambas opiniones son semejantes, encierran matices distintos. Mientras que para los primeros el suicidio directo es siempre intrínsecamente malo, para los segundos, el suicidio directo es siempre pecaminoso, pero el suicidio indirecto, no lo es. Precisamente, debemos entender que el suicidio directo es aquel en que el ser humano busca mediante un acto que de suyo es capaz de causarla; mientras en el indirecto, la persona se da muerte sin procurarla libremente.

 

Una clasificación posible de las tantas que se pueden hacer es la que divide los suicidios en:

 

·         Los vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con la justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y nada puede compensar el período de espera.

·         Los perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo en la belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o social, o la pérdida del poder y prestigio.



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