Una de las cosas que más me gusta cuando voy a mi clínica, aunque esto no quiere decir que me guste estar enfermo, todo hay que decirlo, es que cuenta con un sofá de piel a la entrada, donde esperamos los pacientes. Es increíble que, a pesar de las personas que se sientan a diario en él, se conserva como nuevo, con una textura e incluso un olor tan característico que hace sentir la calidad. He pensado que yo podría tener uno también, que ahorrando un poco puedo tener un modelo de calidad y dejar a un lado el antiguo sofá que tengo ahora mismo en casa y que está pidiendo a gritos un cambio de cabo a rabo.