Pambuk, llevo acorralado por las extras desde los 14 o 15 años, no recuerdo bien, tengo 43 desde el mes de Febrero, me he pasado muchos años sin saber que me pasaba ni que era aquel agujero negro que engullía todos mis pensamientos, temeroso acudía al médico, temeroso esperaba su respuesta despues de un breve reconocimiento, y mirándome a los ojos luciendo sonrisa, su respuesta: "Todo bien, no te preocupes y haz vida normal...".
Salía de la consulta con una pequeña taquicardia de felicidad, no podía esconder mi alegría y cuando mi mirada pasaba acariciando las caras de los pacientes que esperaban impacientes, pensaba egoistamente: "Menos mal, estoy bien, pero éstos no sé, algunos tiene cara de estar mas allá que acá...". Y salia a la calle caminando casi a paso ligero, recuperando la saliva que había evaporado en la consulta; solo me faltaba silbar y saludar a toda persona que se cruzase en mi trayectoria.
Pero esta sensación de seguridad y bienestar duraba lo que duraba: a veces dos dias, otras semanas y exagerando, rozando el mes: en cuanto esa sensación de que al corazón se le olvidaba un pum, o ese pum se le adelantaba con excesiva fuerza, o parecia caerse por las escaleras latiendo ahora sí, ahora no, y ahora tampoco, me sentía incapaz de dar un paso: el agujero negro engullía todos mis pensamientos sin atragantarse y me creía mas muerto que vivo. Cuando esto se repite durante un tiempo prolongado, se repiten las visitas a los diferentes médicos pero con igual respuesta, la desconfianza instala su maza en tu cabeza y golpea y golpea a tu lógica, y un buen dia, te levantas, te miras al espejo y encuentras un HIPOCONDRÍACO. Has busado información sobre... ¿extrasístole...?, sí, los médicos llaman a estas pataditas extrasístoles, has leido que pueden ser mortales, que la mayoría de veces son de caracter benigno, pero tu te quedas con la parte que dice que pueden revelar enfermedad cardíaca, te acuerdas que hace unos dias un joven deportista cayó fulminado en una cancha de baloncesto norteamericana, tenía 23 años y los especialistas que comentan el caso en las noticias achacan este fallecimiento a una arritmia maligna. Y piensas: yo tengo 21 y dejé el baloncesto por estas arritmias, aunque los médicos nunca me prohibieron hacer deporte; y este chico era un atleta, controlado por los mejores especialistas... y se ha muerto sin darse cuenta. De nuevo el agujero negro que absorbe tu vida entera: en ese momento te das cuenta de que sobre tu cogote las extrasístoles han clavado su bandera de la victoria y la hacen ondear de forma arritmica mientras tú, te consumes como un pobre desgraciado sin fuerzas para soplar la llama del miedo.
Continuaré, se me hace tarde...