Hola de nuevo, Claudia:
Por si te sirve de algo te diré que cuando comencé a sentir las extras y aunque todavía no sabía lo que me pasaba, las sensaciones que tenía eran precisamente esas que relatas.
Notaba que mi cuerpo reaccionaba como ante un tremendo susto o una caída al vacío. Pensé mucho tiempo que eso tenía que deberse a algún problema estomacal o de gases, pero llegó un momento en que casí las podía ver en mi pecho.
En la actualidad, cuando me dan duro durante el día, siento como si toda la sangre se me acumulara en la cabeza, como si llevara un rato colgado boca abajo, pero ya no tengo aquélla sensación de vuelco del corazón.
En fin, que la sintomatología me ha ido cambiando con el tiempo, pero las extras siguen ahí. Por eso, como vamos a ser compañeros de viaje, intento llegar a un acuerdo con ellas: yo no les pongo importancia y ellas pueden hacer un poco lo que les de la gana. La sorpresa es que en virtud de ese acuerdo lo que han decidido hacer las muy canallas es pasar más desapercibidas, como si de alguna manera me agradecieran que les diera libertad de movimientos.
Bueno, creo que ya empiezo a divagar, así que retomo la cuestión para decirte otra vez que tengas ánimo, que luches contra ellas con las armas adecuadas y a buen seguro obtendrás resultados beneficiosos.

Recibe un cariñoso saludo,

Carlos.