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Publicado por: Neuri77
Asunto: Re: ESTO ME SALVÓ DEL INSOMNIO

Ahora que conozco el programa, puedo darme cuenta que es lo que originaba mi insomnio, sin embargo, antes de militar en NA, yo no comprendía que me ocurría, solo percibía y experimentaba las emociones que me generaban la imposibilidad de dormir.

Puedo narrar ese inicio recordando que cuando llegaba la hora de dormir, yo programaba la televisión, para que se apagara automáticamente, y de forma regular, yo podía conciliar el sueño antes de que el televisor se apagara; detecto el progreso de mi insomnio, cuando se apagaba el televisor y yo aún no dormía, al principio sólo eran unos 10 o 20 minutos extras los que tardaba en lograr dormir: los que fueron progresando poco a poco; conforme pasaban los días, en mi se generaba una sensación de cansancio y de molestia, pues al día siguiente me sentía con sueño, disminuía mi rendimiento físico y laboral, en las juntas de trabajo en ocasiones me quedaba dormido, por segundos, pestañeaba y me enfrentaba a las burlas de mis compañeros y a los regaños de mi jefe. Sentía enojo, pues yo quería dormir y no podía, veía a mi esposa dormir plácidamente y yo no lo lograba, en esta etapa, recuerdo que en mi en ocasiones, surtían efecto algunos de los remedios caseros que generosamente me compartían familiares, amigos y compañeros de trabajo, probé Tes, gotas naturistas, jugos de lechuga, etc, al principio me ayudaban a conciliar el sueño, sin embargo poco tiempo me ayudaron, pues el insomnio seguía,

Ahora no sólo tardaba más en dormir, sino que cuando lograba dormir, me despertaba, y pasé de experimentar una emoción de enojo a una emoción de miedo, pues pensaba, si no duermes te vas a enfermar, ya dormía sólo unas 4 horas diarias y no continuas, me despertaba, y también despertaba a mi esposa, en ocasiones voluntaria y otras involuntariamente, ella me preguntaba que me pasaba, a lo que yo respondía que no sabía, que sólo no podía dormir, pero esto también generó conflictos entre nosotros, pues llegó el momento en el que ella se molestó por que no la dejaba dormir y en mi se generó una emoción de incomprensión, aunada al creciente miedo que experimentaba, pues el insomnio seguía y ahora cuando me despertaba, sentía angustia, una sensación de miedo, de pánico, sentía mi corazón latir acelerado y miedo, mucho miedo a pensar, si no duermes, te vas a enfermar, si te enfermas, te vas a morir, por lo que inicié un inmenso terror a morir, de hecho, sentía que me estaba muriendo, intenté todos los remedios que me recomendaron, me bañé con agua fría, me dormía desnudo, practicaba exageradas jornadas de ejercicio físico, con tal de cansar mi cuerpo y lograr dormir, pero nada funcionaba, después intente remedios diversos, pues además de que mis ojeras eran más que evidentes, comenzó una disminución del apetito y de mi peso corporal, bajando alrededor de 15 kilos en menos de 3 meses, todo el tiempo cansado, pero ahora con un miedo increíble a morir, no entendía que me pasaba, visité a médicos para comprender que me pasaba visité neurólogos, cardiólogos, esperando que me dijeran que me pasaba y estos especialistas entre otra larga lista de ellos me decían que estaba bien, que no tenía nada, visité templos, me hicieron limpias, llegué a ser golpeado con ramas, bailé en medio de rudas de fuego, recuerdo que en una ocasión un supuesto brujo me mando a tomar un baño de vapor y a untarme el contenido de una bolsa, que se veía como un polvo amarillo, me comentó, te metes al vapor, esperas unos 20 minutos a que se abran los poros en una temperatura alta y después te untas el contenido de la bolsa, yo no esperé 20 minutos, pensé para que no falle me espero 40 los poros bien abiertos, y que me unto el contenido, para mi sorpresa y dolor físico, se trataba de sal pintada con anilina, la cual reaccionó en mi cuerpo produciendo quemaduras e irritación, porté amuletos tome infusiones de hierbas y nada me ayudó. Recuerdo que en una ocasión ya totalmente harto de no poder dormir y lleno de miedo, le pedí desesperadamente a mis padres que me llevaran al medico, me llevaron a una clínica, al área de urgencias, y el médico me vio tan demacrado, que me puso un suero y un medicamento, que me hizo dormir por horas, al despertar me preguntó que a que me dedicaba, y algunas otras preguntas que me hicieron sentir empatía con él y la confianza de contarle lo que no le había dicho a nadie, que sentía angustia, que no entendía que me pasaba, me recomendó una clínica de sueño, a la que nunca asistí, pues también me recomendó visitar a un médico psiquiatra, al cual visité y me recetó ansiolíticos y antidepresivos, los antidepresivos por su nombre me causaron aberración y en mi existía una negación a estar en un estado de depresión, por lo que decidí no tomarlos, con respecto a los ansiolíticos, para mi fueron una maravilla, recuerdo que mi esposa, me acompañó a la primer cita con el psiquiatra, como en ese entonces yo ocupaba un puesto directivo en una organización y obtenía un muy buen sueldo, no me preocupaba el dinero que pagaba por las consultas, ni por el medicamento, incluso, no me preocupaba el hacerme adicto, salimos del consultorio y con una receta en la mano, acudí a la farmacia, con la esperanza de sentirme bien, compre no un medicamento, compre una condena, pues al probar esa sensación que me dejó la primer pastilla, de solo recrearlo en mi mente, fue sensacional, una paz, ver nuevamente la vida a color, por lo que consideré a mi psiquiatra una verdadera maravilla y al medicamento aún más, a partir de ese momento en mi cabeza era válida la idea de que yo sufría de un desequilibrio químico que me ocasionaba reacciones desfavorables, vaya argumento, pues con el tiempo, me dí cuenta que no era así, pues pasaron años, si años, en los que me hice adicto a los ansiolíticos, eran mi ancla, mi seguridad, me sentía en algo de angustia y me los tomaba y parecía que la solución llegaba inmediatamente; sin embargo dejaron un buen día de hacer efecto; recuerdo ese día, me enfrenté al descubrimiento de la infidelidad de mi esposa, y no lo pude soportar emocionalmente, en ese momento, me sentí totalmente fuera de mi, nada me controlaba ni me daba paz, me sentía totalmente alterado, llamé a mi médico, el cual, recuerdo me dio autorización gradual de aumentar mi dosis del chocho (ansiolítico), misma que se vio aumentada en 8 veces su dosis original, solo me sentía como vaca babosa, esa es le mejor referencia para describir lo que sentía, recuerdo que tuve un viaje de trabajo, cursos y reuniones y yo iba atiborrado de pastillas, sin conciencia, sin razón, sin controlar siquiera mis movimientos y lo más triste, sin poder dormir, aún cuando estaba mi cuerpo adormilado por el medicamento, mi mente no cesaba de pensar en el miedo de perder la relación de matrimonio, que años después terminó, terror de verme impotente ante mis emociones, lleno de pánico de pensar que no me había alejado de mi obsesión por el pánico a la muerte, demacrado, sin valor y muerto espiritualmente.

Pasaron algunos meses más, para ser más exacto un par de años, aún con medicamento, tan sólo podía dormir de 3 a 4 horas diarias, pero acompañado de ese síntoma, estaba presente el pánico; recuerdo que perdí el trabajo y con él la poca seguridad que sentía me daba el dinero, me dí cuenta que aquella palabra a la que le tenía tanto desprecio, por pensar que era signo de debilidad estaba en mi, una severa, profunda e incapacitante depresión se apoderó de mi, al grado que no lograba mantenerme en un trabajo, por un periodo cercano a 3 años, conseguí algunos trabajos, los cuales perdía al poco tiempo. La consecuencia lógica fue que el dinero que logré ahorrar a lo largo de mi vida profesional lo comencé a utilizar, hasta agotarlo, cobre una indemnización que le otorgaron a mi hijo mayor, por un accidente que sufrió, por una suma considerable y también la utilice para los gastos de la casa, hasta que todos los fondos se agotaron, intenté hacer crecer un par de negocios, invertí considerables sumas, pero no pude mantenerlos, los quebré al poco tiempo, en mi mente aumentaba el miedo, la dependencia a los medicamentos y por supuesto en esa medida disminuía la posibilidad de dormir. A pesar de seguir tomando ansiolíticos, los cuales cada vez, fue más difícil conseguir, pues ya no tenía para pagar las consultas del psiquiatra, y menos para pagar el medicamento, éste me lo pagaba mi madre y mi padre, yo ya estaba devastado, en la ruina económica, física, emocional, pero la más grave era la espiritual, ya no creía en nada, llegué a reclamarle a Dios, los hechos que me ocurrían. Para poder comer, tuve que pedir un taxi prestado diariamente por un par de horas y así llevar algo de dinero para que mis hijos comieran, lo único que en ese momento me quedaba era mi familia. Las noches eran eternas, aumentó mi adicción al cigarro, me la pasaba dando de vueltas por la casa, desesperado, tratando de encontrar fuerza para salir adelante, sin fe, sin esperanza, sin ganas de nada,. Recuerdo que un buen día mi ahora ex esposa, desesperada me dijo que se iba de la casa y se llevaba a los niños, eran todo lo que yo tenía, y también los iba a perder, no pensé en otra cosa más que en el suicidio, en pensar que realmente mi vida no tenía utilidad alguna, que solo la gobernaban el miedo, la soledad, la angustia, la tristeza, y me dije, la única salida que tienes es la muerte. Busca una forma de matarte, que sea digna, y resolví hacerlo provocando un accidente automovilístico, me decidí a cruzar una carretera altamente transitada por trailers y camiones pesados, lo hice a toda velocidad y con los ojos cerrados, con la esperanza de que todo acabara para mí y que nadie pensara que fue suicidio, pero, ahora lo puedo ver, afortunadamente, nada pasó, pero lo que si pasó es que llegó a mi camino N.A. y las cosas comenzaron a cambiar, recuerdo que al llegar, desde el primer día pude dormir, a los quince días de haber llegado, pude dejar de ser fármaco dependiente, lo cual intenté lograrlo por mi mismo muchas veces, pensando que el medicamento, jamás sería más fuerte que yo, y nunca lo logré, hasta llegar al grupo, el pavor que sentía a enfrentar la vida fue disminuyendo, la incapacidad que tenía de conservar un trabajo cambió, he vuelto a ocupar puestos directivos en empresas transnacionales, me he dado la oportunidad de conocerme más de entender y aceptar que soy una persona que desde niño, no he tenido la capacidad de manejar mis emociones y aceptar que sufro de una enfermedad que es la neurosis y que sólo a través de esta aceptación he podido intentar seguir un programa que me ha devuelto la vida, me ha reconciliado con Dios y me ha permitido llevar una vida plena como padre, y de poder disfrutar de una nueva relación de pareja, que he logrado prosperar gracias a darme la oportunidad de intentar, tan sólo intentar, comenzar todos los días de nuevo, acompañado por personas que padecen la misma enfermedad que yo y por un Dios que nos protege con manto de tranquilidad, bondad y mucho, mucho amor.


Luis L. militante delMovimiento Neuróticos Anónimos Buena Voluntad (www.neuroticosanonimosbv.org.mx)



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