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En respuesta a:
Publicado por: josevaras
Asunto: Re: Traducción artículo "Lo que todos los hombres deberían saber pero nunca se les dice"

[b]Lo que todos los hombres deberían saber pero nunca se les dice
[/b][b]Bert Vorstman MD, Ron Piana

[/b]Un diagnóstico de cáncer de próstata debería venir acompañado de la verdad y estar basado en una ciencia sin concesiones. No en el miedo y las tácticas de venta. En cambio, los hombres suelen recibir medias verdades, promesas infladas y persuasión guiada por el lucro, disfrazada de “norma asistencial”. Esta información manipulada explota el miedo y empuja a los pacientes hacia decisiones que protegen más las agendas de los médicos que sus vidas.
La realidad sobre la mayoría de los cánceres de próstata: los hechos clave
Aunque pueda sorprenderte, la mayoría de los cánceres de próstata son de crecimiento lento y no amenazarán tu vida —crecen tan despacio que pueden tardar más de 40 años en alcanzar apenas un centímetro de tamaño. Estudios de hombres que murieron por otras causas muestran que alrededor del 21% tenía cáncer de próstata no diagnosticado. Estos cánceres eran normalmente pequeños y de bajo grado.
Hechos clave: sin cuentos ni distorsiones
• La mayoría de los cánceres de próstata crecen extremadamente despacio.
• Muchos hombres mueren con cáncer de próstata, no a causa de él.
• Solo entre el 10 y el 15% de los cánceres de próstata son realmente de alto grado, potencialmente peligrosos, y algunos hombres morirán por ellos —la obesidad puede aumentar el riesgo de desarrollar un cáncer más agresivo.
• Los cánceres de próstata suelen ser multifocales (más de un tumor) en el 80-90% de los casos y están influenciados por efectos de campo: un estado premaligno que puede dar lugar a otros cánceres de grado imprevisible en el futuro.
El “cáncer” Gleason 6: una de las denominaciones más engañosas de la medicina
• Los tumores Gleason 6 carecen de las características propias del cáncer y se consideran “pseudo-cánceres”.
• Los argumentos que sostienen que ciertos cambios microscópicos sutiles, junto con pérdida parcial de la capa basal, leves cambios moleculares e invasión perineural, justifican llamarlo “cáncer de bajo riesgo”, son defectuosos, ya que esos mismos cambios pueden encontrarse en tejido prostático benigno.
• No hay evidencia creíble de que el grado 3 (dentro de la puntuación Gleason 6) pueda transformarse en un grado más alto con el tiempo.
• No existe evidencia verificable de que alguien haya muerto únicamente por un Gleason 6.

Por qué continúa el engaño del Gleason 6: un fraude rentable
Diversos incentivos financieros e institucionales perpetúan esta falsa etiqueta de cáncer:
• Industria médica: La comunidad urológica mantiene la denominación de cáncer para justificar tratamientos excesivos y efectos de por vida en innumerables hombres.
• Organizaciones de apoyo al cáncer: Fundaciones y programas de concienciación siguen reciclando desinformación para asegurar financiación.
• Manipulación estadística: Las cifras de cáncer de próstata siguen artificialmente infladas al incluir el Gleason 6 como “cáncer”.
• Compañías de seguros de vida: Pueden cancelar o denegar pólizas a quienes son “diagnosticados” con un Gleason 6.

Manejo de expectativas: preparar para malos resultados
Dado que muchos tratamientos del cáncer de próstata tienen malos resultados, los médicos se enfocan en gestionar expectativas mediante dos estrategias principales:
• Enmarcar las decisiones en torno a “preferencias del paciente” y “tolerancia al riesgo” durante el “consentimiento informado”, para justificar pruebas y tratamientos pese a sus peligros.
• Usar el asesoramiento preoperatorio y la rehabilitación posoperatoria para ayudar al paciente (y a su pareja) a aceptar complicaciones como impotencia o incontinencia.

El problema con los tratamientos actuales: verdades inquietantes
Cirugía: el “modelo de excelencia” que no lo es
La prostatectomía (abierta o robótica) se ha vendido como una vía hacia la cura, pero la realidad es alarmante:
• Altas tasas de fracaso: entre el 11% y el 48% quedan con márgenes positivos (cáncer residual).
• Recurrencia bioquímica: entre el 20% y el 50% presentan aumento del PSA en 10 años, lo que indica persistencia de células cancerosas.
• Complicaciones que cambian la vida: incontinencia, disfunción eréctil, dolor y otros efectos graves.
• Sin pruebas de cura: no hay evidencia de que la cirugía (abierta o robótica) salve vidas de manera significativa. Tampoco de que la cirugía de reducción de masa o la “cirugía de rescate” tras fracaso de radiación curen.
La dura verdad: la cirugía abierta pasó de ser práctica aceptada a norma asistencial sin estudios científicos que demostraran seguridad o beneficios. La cirugía robótica fue aprobada en 2001 sin pruebas de eficacia para cáncer de próstata, basándose solo en su uso para vesícula biliar, un procedimiento totalmente distinto.
Radioterapia: altas tasas de fracaso
Distintos tipos de radiación (externa, semillas radiactivas, protones) también tienen problemas:
• Fracaso similar: entre el 20% y el 50% presentan aumento de PSA en 10 años.
• Complicaciones: problemas de vejiga y recto, disfunción sexual, riesgo de cánceres secundarios.
• Sin pruebas de cura: igual que la cirugía, no hay evidencia de que la radiación cure.
Terapia focal: la “lumpectomía masculina” que no lo es
Técnicas como la crioterapia, el HIFU, láser o terapia fotodinámica prometen:
• Menos complicaciones,
• Pero conllevan más recurrencias y necesidad de retratamiento,
• Y tampoco hay pruebas de cura.

Complicaciones: aceptables solo para los médicos
Todos los tratamientos pueden generar complicaciones serias y permanentes:
• Cáncer residual: en 11-48% de cirugías.
• Recurrencia bioquímica: PSA en ascenso en 20-50% tras cirugía o radiación.
• Complicaciones quirúrgicas: urinomas, hematomas, desgarros rectales, lesiones nerviosas.
• Disfunción sexual: pérdida de erecciones, dolor, eyaculación retrógrada, curvatura peneana, infertilidad.
• Problemas urinarios: urgencia, frecuencia, incontinencia, cicatrices, piedras, fístulas.
• Generales: depresión, trombos, embolias, incluso muerte.
• Arrepentimiento del tratamiento: alrededor del 20% lamenta la decisión tomada.

La pregunta incómoda: ¿son curativos los tratamientos?
La exigencia clave: ¿los tratamientos salvan vidas?
• Fracasan los agresivos: estudios a largo plazo de los propios urólogos muestran que la supervivencia a 12, 15 y casi 20 años es similar en tratados y no tratados.
• La vigilancia activa gana: quienes optaron por la vigilancia vivieron lo mismo, sin las complicaciones de por vida.
• La calidad de vida importa: cirugía y radiación dejan secuelas sexuales, urinarias y emocionales que la monitorización evita.
• El mito de la acción temprana: décadas de datos desmontan la promesa de que apresurarse a tratar garantiza supervivencia.
• La ciencia sobre la propaganda: la evidencia real desarma el relato de que más intervención equivale a mejores resultados.

Una verdad oculta: el cáncer puede regresar años después
En cánceres de alto grado, los tratamientos pueden dar una apariencia de cura porque:
• Pruebas de estadificación (como PSMA) pueden pasar por alto focos mínimos.
• Aspiraciones de médula ósea detectan células metastásicas latentes incluso cuando el cáncer prostático es apenas visible.
• Células cancerosas diseminadas dormidas (DCCs) pueden permanecer inactivas durante décadas hasta reactivarse.
• Falsa apariencia de cura: explica por qué un hombre puede parecer “curado” y años después enfrentar enfermedad metastásica.

¿Por qué tanta desinformación? Ciencia basura

La atención del cáncer de próstata está atrapada en un ciclo de miedo, pruebas fallidas y tratamientos ineficaces a causa de los siguientes factores:
• Incentivos financieros: los tratamientos y la desinformación son rentables; la vigilancia no lo es.
• Marketing basado en el miedo: las campañas de concienciación exageran riesgos y beneficios porque los pacientes son vulnerables y el miedo se ha convertido en negocio.
• Falta de rigor científico: muchos tratamientos se convirtieron en “norma asistencial” sin pruebas adecuadas.
• Mal diseño de estudios clínicos: la mayoría de los estudios sobre cáncer de próstata están viciados —mezclan pacientes con pseudo-cáncer Gleason 6 inofensivo, otros grados Gleason, distintos volúmenes tumorales y tratamientos arbitrarios con supresión de testosterona, produciendo resultados científicamente inútiles.
• Definiciones a conveniencia: muchos médicos manipulan lo que consideran éxito o complicación. Por ejemplo, incluso si un paciente necesita una compresa al día para la incontinencia, algunos estudios lo registran como “seco”.
• La ilusión del estándar de cuidado: las primeras cirugías se transformaron en norma asistencial sin datos irrebatibles ni reproducibles que lo respaldaran.
• Vacíos regulatorios: la FDA y otras agencias de salud no han exigido pruebas sólidas de que los test y tratamientos estén respaldados por evidencia irrebatible y reproducible.
La industria del cáncer de próstata ha construido un sistema que obtiene ganancias del miedo más que de la ciencia. La mayoría de los cánceres de próstata no requieren tratamiento agresivo, pero millones de hombres se someten a procedimientos que devastan su calidad de vida sin prolongarla.

La salud masculina que no lo es: explotando a los vulnerables
Las campañas de “salud prostática” y la narrativa del cáncer de próstata son construcciones depredadoras —impulsadas por el beneficio, no por la ciencia— que comercian con falsas esperanzas y promesas vacías.
• La concienciación sobre el cáncer de próstata es un circo basado en el alarmismo, las falsedades y las exageraciones descaradas.
• Los síntomas urinarios y sexuales se han vendido falsamente como señales de cáncer —pura decepción— cuando en realidad son parte del envejecimiento.
• El tacto rectal es una prueba medieval e inútil —no fiable ni justificable.
• El PSA (antígeno prostático específico) no es específico del cáncer de próstata: tiene un 78% de falsos positivos, sus límites “normales” de 0-4 son arbitrarios y se ve fácilmente afectado por acciones y fármacos; los hombres obesos suelen tener PSA más bajos por hemodilución.
• El test de PSA es un fraude estadístico: poco fiable, sin pruebas de salvar vidas en número significativo, y no existe ningún otro biomarcador que haya demostrado ser vital. La mayoría de los cánceres detectados en cribados se encuentran porque la hiperplasia prostática benigna elevó el PSA, no por el cáncer en sí.
• Las resonancias de próstata no son infalibles: a menudo pasan por alto tumores menores de 5 mm y producen muchos falsos positivos.
• La biopsia prostática con aguja apenas examina el 0,1% de la glándula, dejando el 99,9% sin revisar: muchas veces la “progresión” no es nueva enfermedad, sino cáncer que antes se pasó por alto.
• El Gleason 6 es un pseudo-cáncer tratado como letal para alimentar la industria.
• La promesa del Dr. Young de diagnóstico precoz y cura radical fue una mentira descarada: nunca hubo evidencia.
• Su afirmación de resultados quirúrgicos “satisfactorios” también fue falsa: hubo muertes y pacientes incontinentes.
• La cirugía abierta nunca se probó científicamente: los pacientes fueron usados como sujetos de ensayo.
• Tras aprobarse el robot quirúrgico para vesícula, se forzó su uso en prostatectomía sin pruebas de seguridad ni beneficio.
• Tanto la cirugía abierta como la robótica dejan complicaciones permanentes —vidas arruinadas y promesas vacías que también afectan a esposas o parejas.
• Tras unos 20 años, los que no recibieron tratamiento vivieron lo mismo que los que sí recibieron tratamientos radicales, desenmascarando la estafa.

Negligencia ética: ausencia total de responsabilidad
Es poco menos que una mala praxis médica autorizada que las pruebas y tratamientos del cáncer de próstata estén consagrados como norma asistencial porque:
• Carecen de evidencia irrebatible y reproducible, y aun así se mantienen.
• La narrativa ha causado daño a millones de hombres —y a sus parejas— a través de una medicina basada en el miedo.
• Los médicos han fallado a su juramento, sin proteger a los pacientes del daño.
• Las agencias regulatorias (FDA, CDC, CMS, NIH, AHRQ, entre otras) han abdicado de su responsabilidad, permitiendo la continuidad de pruebas y tratamientos no probados.
• La AMA (American Medical Association) ejerce gran influencia, moldea leyes y códigos médicos y se beneficia económicamente, pero falla en su deber de verdadera defensa pública.
• La industria aseguradora financia esta medicina basura porque el miedo da más beneficios que los hechos.
• Esta negligencia ética ha despilfarrado miles de millones en sanidad, impulsando una epidemia de pruebas excesivas, sobretratamientos y un desastre sanitario global.

Desafiando el dogma: por qué ganan los beneficios sobre los pacientes
¿Pueden ganar los pacientes cuando la sanidad depende de accionistas y beneficios?
• La voz de la razón: solo el USPSTF (Grupo de Servicios Preventivos de EE.UU.) se atrevió a desafiar el dogma del PSA, enfrentándose a décadas de sobrediagnóstico impulsado por el miedo.
• Decisión valiente: en 2012 calificaron el cribado con PSA con una “D”, afirmando que los daños superaban los beneficios.
• Reacción de la industria: el lobby urológico presionó hasta diluir esa guía a una “C” en 2018.
• Ceguera interesada: los urólogos sabían desde 2009 que el PSA no salva vidas, pero lo ignoraron.
• Beneficios sobre pacientes: todo el episodio expone a una profesión que prioriza ingresos y prestigio sobre la verdad y el bienestar humano.

Concienciación del cáncer de próstata y “Septiembre Azul”: un engaño
Las campañas empaquetan peligros como si fueran beneficios: el mes de la salud masculina, la concienciación y el “Septiembre Azul” son iniciativas dudosas y sin pruebas que promueven:
• Una narrativa peligrosa: han empujado a millones de hombres a pruebas innecesarias y tratamientos agresivos bajo la ilusión de “detección temprana”.
• Falsas alarmas de síntomas: no hay pruebas reproducibles de que los síntomas urinarios o sexuales sean señales tempranas de cáncer; suelen ser parte natural del envejecimiento.
• Una ciencia fallida de cribado: ni el PSA ni los tactos rectales han demostrado salvar vidas en forma significativa.
• Mensajes financiados por la industria: el movimiento está sustentado por actores que se benefician de pruebas, imágenes y tratamientos.
• La ilusión del tratamiento: no existe evidencia sólida de que la detección temprana o los protocolos actuales salven un número importante de vidas.

El camino a seguir: de la ciencia basura a la ciencia
La medicina funciona mejor cuando se basa en ciencia sólida, no en miedo ni en incentivos financieros. Para que las recomendaciones sean confiables necesitamos:
• Exigir evidencia irrebatible y reproducible.
• Validación rigurosa: ningún test o tratamiento debe ser “estándar” sin pruebas de beneficio significativo.
• Priorizar mejoras reales: invertir solo en diagnósticos y terapias que mejoren supervivencia y calidad de vida.
• Transparencia total: los pacientes merecen hechos sin filtrar.
• Eliminar la medicina basada en el miedo: acabar con tácticas de alarma y marketing disfrazado de ciencia.
• Revocar aprobaciones fallidas: retirar la autorización de PSA y cirugía robótica hasta que haya pruebas de beneficio real.

¿Qué deben hacer los médicos?: mantener principios
La narrativa actual es indefendible. Los médicos deben reconocer que:
• El aspecto más peligroso puede no ser la enfermedad, sino las pruebas y tratamientos no probados vendidos como cura.
• Ninguna guía importa si los tratamientos estándar no salvan vidas de forma significativa.
• El futuro exige una regla inflexible: demostrar evidencia irrebatible y reproducible de seguridad y eficacia, o dejar de hacerlo.

¿Qué debes hacer tú?: debida diligencia
Si recibes diagnóstico de cáncer de próstata “localizado”:
1. Obtén una o dos segundas opiniones de médicos sin interés económico en tratarte.
2. Comprende tu caso: ¿qué grado y puntuación Gleason tiene tu cáncer y cuán fiable es el diagnóstico? Haz revisar tu biopsia por un patólogo especializado. No hay emergencia: la mayoría de estos cánceres son indolentes.
3. Considera la vigilancia activa en casos de bajo o intermedio riesgo.
4. Haz preguntas duras: ¿qué pruebas existen de que este tratamiento me hará vivir más tiempo?
5. Sopesa la calidad de vida: ¿vale la pena el beneficio potencial frente al riesgo de complicaciones permanentes?
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Lecturas recomendadas:
• What’s the Truth About Prostate Cancer? – B. Vorstman MD y R. Piana
• The Rise and Fall of the Prostate Cancer Scam – A. Horan MD
• The Great Prostate Hoax – R. Ablin y R. Piana
Bert Vorstman BSc, MD, MS, FAAP, FRACS, FACS
📧 bert@HEALTHdrum.com
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