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Abandono del tratamiento en una consulta externa de psiquiatría y psicología clínica.

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2.3.3) Factores Asociados con el Tipo de Tratamiento y la Relación Paciente-Terapeuta:
En cuanto al tratamiento, todo parece indicar que los pacientes asignados a la combinación de terapias (farmacoterapia y psicoterapia) continúan en mayor porcentaje el proceso terapéutico en comparación con aquellos que reciben sólo monoterapia. Sin embargo, esto a veces varía dependiendo de las características el paciente, de su patología y de la selección misma del tratamiento (15).
En el caso de la Farmacoterapia, la forma de administración del tratamiento es determinante. Las vías parenterales aseguran su administración. Entre estas, las formas de acción prolongada (depósito) han sido de un gran avance en el cumplimiento del tratamiento de los esquizofrénicos crónicos, por ejemplo. (39)
Los efectos secundarios, contrariamente a lo que se piensa, no parecen ser un factor esencial. La medicación ausente de estos efectos mejora - pero no de forma abrumadora - su cumplimiento, y aunque hay estudios que muestran que aumentando los efectos secundarios se aumenta el incumplimiento (68), otros informan de que los efectos secundarios no han sido motivo de abandono (69). Sin embargo, cuando el clínico infravalora una molesta sequedad de mucosas o un estreñimiento pertinaz, para el paciente ello puede ser lo suficientemente molesto como para abandonar el tratamiento (39). Por eso hemos de estar atentos a las quejas que preocupan al paciente.
El tiempo de mantenimiento o duración de la medicación se correlaciona de una forma directamente proporcional al cumplimiento, así, a mayor tiempo, menor cumplimiento.
La complejidad también está íntimamente relacionada, y a mayor complejidad, menor cumplimiento. El número de tomas al día es determinante y se obtiene un mayor cumplimiento cuando estas no sobrepasan las tres diarias, al poderse ajustar al ritmo de las comidas. Así, si apenas se encuentran variaciones respecto a una, dos o tres tomas diarias (con porcentajes de 88, 81 y 77 por ciento de cumplimiento, respectivamente) se observa un cumplimiento de tan sólo el 39 por ciento cuando son cuatro las tomas prescritas. En este sentido, también tiene importancia el número de tratamientos prescritos, de forma que, a más número, menos cumplimiento (70).
El costo del tratamiento es otro factor a mencionar. Influye no sólo el costo directo del fármaco sino también el indirecto. Perder un día de trabajo, tener que dejar los niños a cargo de alguien para poder acudir a la cita y otros muchos factores pueden condicionar un elevado costo indirecto. y favorecer el incumplimiento (39).
Anteriormente ya comentamos sobre algunos factores inherentes al tratamiento farmacológico, por lo que solo nos resta referirnos al propio proceso terapéutico (39).
Los distintos tipos de psicoterapia presentan unas determinadas indicaciones de acuerdo con las mencionadas características del paciente y la naturaleza de su trastorno. Es por ello que el cumplimiento de un determinado plan terapéutico estará en función de la idoneidad de las indicaciones (39).
Se ha de tener en cuenta el tipo de terapia de más utilidad para el paciente y que, consecuentemente, asegure un menor abandono (39).
Es evidente que una razón relevante para un buen cumplimiento será el grado de ajuste entre las expectativas del paciente con el modelo teórico del tratamiento que se le plantea. Así, por ejemplo, en la psicoterapia de corte más directivo, se observa como la asignación de tareas a realizar entre citas, propicia la interrupción del tratamiento. De igual manera, dentro de las terapias más interpretativas, una baja capacidad de introspección por parte del paciente y la poca habilidad del paciente para tolerar la ansiedad, podrían desencadenar reacciones de rechazo ante el tratamiento (39).
El estudio de las características individuales del médico y del paciente ha de verse necesariamente completado con el análisis de la relación personal que sustenta la relación terapéutica. Esta relación es un factor predictivo determinante del cumplimiento (39).
La comunicación constituye un factor primordial de esta relación. No es un proceso de transmisión unidireccional sino que, tanto el terapeuta como el paciente, actúan recíprocamente y a la vez como emisores y receptores. El principal propósito del tratante es producir cambios tanto en el conocimiento como en la actitud o en la conducta del receptor. Que estos cambios se produzcan o no, es lo que nos determinará su valor real y su efectividad. Para que este cambio se realice, la información debe ser suministrada de una forma accesible para el paciente. La información ha de ser de interés para el paciente quien ha de estar preparado para poder asimilarla y comprender que recibirá más ventajas que inconvenientes (39).
La comunicación que se establece entre ambos no es exclusivamente verbal sino que se trabaja simultáneamente en varios canales. Así, se ha visto que también influyen gestos, actitudes, entonación, expresiones emocionales, entre otros. Esta comunicación no verbal es usada para reforzar, enfatizar o matizar el mensaje verbal, pudiendo llegar a afectar más a las respuestas de los sujetos que la propia comunicación verbal cuando se produce una contradicción entre ambos (39). De hecho, muchos autores coinciden en que el silencio mismo representa una intervención terapéutica (5, 6, 8 y 9).
Hay momentos en la relación con el enfermo donde la comunicación es crucial para mejorar el cumplimiento del tratamiento. Nos referimos, por ejemplo, a la comunicación del diagnóstico. El paciente seguirá nuestras indicaciones solamente si comprende la información recibida y si ha participado, en alguna medida, en la decisión sobre su tratamiento.. Además, se ha de tener en cuenta que la comunicación del diagnóstico puede conllevar en el paciente un incremento de la ansiedad que puede alterar su atención pudiendo desencadenar errores en el seguimiento de las prescripciones. Tampoco hay que olvidar la actitud del médico, la ansiedad, incomodidad o impotencia que pueda experimentar frente a diversas enfermedades, actitud que puede conllevar la adopción de conductas de evitación y de omisión de información sobre la enfermedad (39).
Generalmente, en la fase final de la primera entrevista, el tratante debe suministrar la información que se crea pertinente sobre la enfermedad y su tratamiento, intentando implicar al paciente lo máximo posible. Para conseguir esa implicación, el médico debe comunicar al paciente que lo que tiene que hacer puede resultarle costoso o penoso, inclusive involucra un costo emocional (pero realizado en beneficio de un bienestar a largo plazo) y por eso le pide y le ofrece colaboración. En el caso de los niños deben ser implicados en el cumplimiento tanto ellos como sus padres (39).
La entrevista ha de generar un cambio de conducta en el paciente. Uno de los errores de los terapeutas es pensar que el paciente responde a esta demanda automáticamente, y esto no es cierto. Hay que tener presente, citando a Lucena, que "cualquier paciente es un incumplidor en potencia" (61).
El cumplimiento está relacionado de una forma positiva con el grado de satisfacción que ha obtenido el paciente en su relación con el tratante (62). Ley y Spleman, estudiando estos aspectos, postularon en 1967 su hipótesis cognitiva sobre la comunicación terapeuta-paciente, afirmando que para que la prescripción sea asumida, el mensaje ha de ser comprendido, aceptado y recordado (63).
Hay diferentes factores que determinan los errores de comprensión. La dificultad implícita de la información verbal presentada al paciente es uno de los más relevantes. Muchos pacientes simplemente no entienden las instrucciones. El buen terapeuta debe equipararse al buen docente y ponerse en el lugar del que aprende y prever sus dificultades. Hay que tener en cuenta que muchos pacientes carecen de conocimientos sanitarios elementales y los terapeutas muchas veces olvidan este punto. Otro factor importante a remarcar es que algunos pacientes no se atreven a pedir aclaraciones cuando lo que dice el tratante les resulta difícil de entender o es contradictorio a sus ideas. Algunos de los motivos esgrimidos son el miedo a molestar, no saber preguntar o considerar absurdas las recomendaciones recibidas (39).
Probablemente, algunos de los errores de memoria se presentan porque se considera que las instrucciones son poco importantes, innecesarias o engorrosas y de difícil comprensión. Un estudio muestra que un 52 por ciento de los pacientes no podían decir que es exactamente lo que el tratante esperaba de ellos (64). Otro, que un 60 por ciento de los pacientes entrevistados inmediatamente tras la cita con el tratante habían entendido mal las instrucciones recibidas (65).
Mustard y Harris (66) consideran que la falta de cooperación del paciente es debida a no entender la caligrafía médica de las prescripciones. Estos autores encontraron que sólo un 50 por ciento de estudiantes preuniversitarios pudieron entender las recetas médicas recogidas directamente en establecimientos farmacéuticos.
Por lo antes expuesto, hay que prever las dificultades que puede tener un paciente, para poder evitarlas. Una de ellas es el efecto "bola de nieve", donde el paciente deja de cumplir un tratamiento y considera que ya no vale la pena seguir intentándolo, se desanima y abandona definitivamente. Si el médico le comunica esta posibilidad, es más fácil que disminuya el riesgo de abandono y, por otra parte, evitará que el paciente, temeroso de la respuesta del tratante, deje de acudir a la consulta y, consecuentemente, de recibir la ayuda necesaria (39).
Todo esto se resume en una adecuada relación terapeuta-paciente donde entra en juego la actitud intervensionista del primero (48, 67), así como la transferencia y la contratransferencia (41), las habilidades sociales del terapeuta (24, 48) y el encuadre (48). Bischoff encontró una relación entre el comportamiento del terapeuta y la predicción que este hacía sobre si el paciente seguiría o no las pautas de tratamiento prescritos (48). En un interesante trabajo de Freire se observó que, tras la realización de un cuestionario de acogida, los pacientes que no llegaron a tratarse o interrumpieron el tratamiento valoraron más negativamente diversos aspectos de la terapia (17).
Otros elementos a considerar en lo referente al proceso terapéutico, tienen que ver con las listas de espera para recibir tratamiento (48) y el tiempo transcurrido desde la última cita (15). Así, Ortega y Ponce (20) definen el concepto de "intervalo de abandono" (tiempo transcurrido entre la última cita y la cita en que abandona) y observaron que entre los pacientes que abandonaban y los que continuaban en el tratamiento, no existían diferencias significativas si el intervalo de abandono era de tres meses o menos. Cuando el intervalo era mayor de tres meses, ningún paciente se adhería al tratamiento (se define como no adherencia al abandono antes de la quinta cita) (12).
Respecto al proceso terapéutico encontramos otros aspectos que repercuten sobre el cumplimiento:
- Énfasis excesivo por parte del clínico en la eficacia del tratamiento. Es importante que el médico transmita confianza y optimismo en el tratamiento. Sin embargo, la falta de prudencia inicial y la sobrevaloración de los resultados pueden desanimar al paciente quien no observa los resultados desde la misma perspectiva. Despertar excesivas expectativas en la eficacia de un tratamiento sin que la realidad las corrobore, puede dar lugar a un desengaño paralelo que da lugar al incumplimiento. Por otra parte, si el médico demuestra un excesivo y unilateral entusiasmo en el simple efecto farmacológico, puede despertar en el paciente la impresión de que otros aspectos importantes de la enfermedad no son suficientemente valorados (39).
- Expectativa del paciente en la mejoría de sus síntomas, la cual puede ser diferente a la del terapeuta. Es menester explicar todo lo concerniente al proceso terapéutico, efectos secundarios de los medicamentos, tiempo medio de acción farmacológica de las drogas administradas y la evolución natural de la enfermedad, con el fin de mitigar los temores o falsas expectativas que puedan perturbar el proceso terapéutico. Muchas veces la mejoría subjetiva del paciente puede ser un empeoramiento sintomatológico desde la visión del clínico (54).
- Incumplimiento de los tratamientos psicoterapéuticos, que a veces no sólo se presenta con una interrupción obvia del tratamiento expresada en el hecho de no acudir más a las citas, sino más bien, en este caso el incumplimiento se identifica con ciertas circunstancias, siendo posible su presencia bajo otras formas. A modo de ejemplo, podemos considerar el caso de pacientes que, aún acudiendo habitualmente a las diferentes sesiones, adoptan actitudes distantes o presentan rasgos de tipo pasivo-agresivo, lo que obstaculiza la adecuada implicación en el tratamiento.
A continuación, comentaremos los aspectos relacionados con los factores asociados al ambiente institucional que circunda al tratamiento, considerando a éstos como elementos catalizadores de la interrupción del tratamiento.


2.3.4) Factores Asociados con la Institución:
Las fallas institucionales comienzan desde el momento de la derivación o referencia del paciente a los centros de atención especializadas de salud mental debido a la falta de criterios claros de derivación por parte de los médicos generales (56).Una vez que el paciente llega a la institución de salud mental por primera vez, frecuentemente se encuentra con un personal inadecuadamente formado para la atención de dicho público en particular, generando incomodidad en el trato (57).
Superando estas ansías, el paciente se encuentra con otro obstáculo como lo es la larga espera debida al gran volumen de personas que están en lista de espera Consecuentemente, con frecuencia debe tomar una cita sumamente lejana, e incluso de meses para establecer su primer contacto terapéutico. Dicha situación motiva al paciente a alejarse del tratamiento profesional e ir en buscar tratamientos alternativos (56).
En el caso de pacientes con patologías agudas, habitualmente no encuentran cupo para su ingreso a un centro de salud mental ya que, en los países latinoamericanos, el índice persona/cama es bajísimo. Mas aun, la mayoría de los pacientes no cuentan con recursos económicos que les permitan costear su tratamiento, aunado al hecho de que el seguro social no cubre los gastos por trastornos mentales como lo hiciera si fuese una razón estrictamente médica o quirúrgica (58).
Los pacientes que asisten a la consulta externa de los centros mentales docentes sufren de duelos frecuentes por la discontinuidad de los terapeutas quienes son, frecuentemente, residentes de turno que deben cambiar de servicio, lo cual, a veces, el paciente percibe como un abandono. Este cambio se realiza en un promedio de cada seis meses, para proseguir con su formación. Esto genera desmotivación y enormes deserciones cada vez que suscita el cambio de terapeuta (59 y 101).
Por ultimo, en cuando a las políticas en los niveles primarios y terciarios de prevención, estos quedan en simples anhelos, debido a lo costoso y lo distante de las posibilidades de nuestros países latinoamericanos ya que compartimos condiciones socioeconómicas comunes y niveles culturales que no motivan a la gente a recapacitar sobre la importancia de este tema (60).

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Revista de Medicina y Ciencias de la Salud, de periodicidad quincenal, dirigida a los profesionales de la Salud de habla hispana. ISSN 1886-8924