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         CAPITULO IV 
        CONCLUSIONES 
        Nuestro estudio se
        asemeja a los que han sido realizados a nivel mundial, puesto que la
        casuística de los que abandonan el tratamiento se aproxima mucho a lo
        presentado por diversos autores, lo cual se sitúa entre un 20 y 50%. La
        frecuencia de abandono en nuestro estudio se ubicó en un 30,9% cifra
        esta que nos lleva a la reflexión sobre los diversos motivos por los
        cuales se produjo este fenómeno. 
        Después de estudiar todos y cada uno de los factores relacionados al
        tópico, finalmente podemos concluir que las únicas variables que
        realmente estuvieron asociadas a la permanencia o el abandono del
        tratamiento fueron los diagnósticos psicopatológicos, las enfermedades
        médicas asociadas al tratamiento mental principal, los estresores
        psicosociales y el tipo de tratamiento que se proporciona al paciente. 
        Ni las variables sociodemográficas ni la procedencia tuvieron que ver
        con la permanencia o el abandono del tratamiento. 
        En cuanto a las patologías más frecuentes, el Trastorno de Adaptación
        y el Trastorno Depresivo Mayor ocupan los dos primeros lugares. Lo que
        nos llama poderosamente la atención son los Problemas de Pareja o
        Conyugales que ocupan un tercer lugar en la población general. Pero lo
        que nos pareció más sorprendente fue que un cuarto lugar lo ocupa el
        Trastorno Explosivo Intermitente, ya que ninguna literatura reporta unas
        cifras tan altas como las nuestras que fueron un 3,7%. 
        Necesariamente el alto índice de Problemas de Pareja y del Trastorno
        Intermitente Explosivo, nos conduce a preguntarnos sobre qué está
        ocurriendo en nuestra población desde el punto de vista del control de
        los impulsos, la tolerancia a la frustración y el deterioro que sufren
        las relaciones interpersonales actualmente. 
        Ahora bien, con respecto a los Trastornos de Personalidad, encontramos
        que en nuestro estudio éstos no guardan relación significativa con la
        interrupción o el abandono del tratamiento. Pero si debemos mencionar
        que probablemente, y aunque nuestro estudio no pretende confirmarlo, la
        configuración de personalidad está asociada con la motivación o no
        hacia el tratamiento. 
        Sobre el tipo de tratamiento, evidenciamos que aquellos que tenían
        apoyo psicoterapéutico permanecían más en tratamiento, y aun los que
        abandonaron y tenían este tipo de apoyo manifestaron mayor mejoría al
        indagar en la pregunta sobre el motivo de abandono. 
        Con respecto al tratamiento farmacológico, encontramos que la cuarta
        parte de la población consultante tenía como prescripción el uso de
        benzodiacepinas. Es menester de nuestra parte sugerir una revisión de
        la necesidad real de dicha medicación, ya que es significativamente
        más alta de la reportada en la mayoría de los estudios precedentes. 
        Siguiendo con la misma línea de farmacoterapia encontramos que hay una
        asociación estadísticamente significativa entre los antidepresivos
        triciclicos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
        y las benzodiacepinas con la permanencia o el abandono del tratamiento. 
        Con respecto a los motivos por los cuales abandonaron el tratamiento,
        los pacientes dieron una diversidad de respuestas: Mejoría ((30,5%),
        Motivos Laborales (11,9%), Otros Motivos (11,9%), Razones asociadas con
        el Encuadre Terapéutico (10,2%), Dificultades de Acceso al Hospital
        (6,8%), e inconformidad con el Tratamiento (3,3%). En un 20,3% de los
        pacientes que interrumpieron el tratamiento no se pudo obtener
        información por que no se pudo establecer comunicación telefónica con
        ellos. 
        En el análisis de contenido realizado a partir de las verbalizaciones
        de los pacientes en cuanto al motivo que adjudicaban al abandono del
        tratamiento encontramos algunos aspectos resaltantes para cada motivo
        (categoría). 
        En cuanto a la categoría mejoría, pareciera que surgieron algunos
        elementos cualitativos como el hecho de que, en ocasiones los pacientes
        pudiesen abandonar el tratamiento como una fuga a la salud, con la
        fantasía de que la mejoría de los síntomas es, necesariamente, el
        equivalente de la mejoría del conflicto que le subyace. En este sentido
        es importante anticipar al paciente sobre la mejoría sintomática y la
        necesidad de continuar el tratamiento a pesar de que ya los síntomas
        hayan cesado. De igual manera, muchos pacientes afirmaron desconocer el
        hecho de que tenían que volver al tratamiento posteriormente pero, en
        todo caso, es factible que dicha mejoría sea resistencial, lo cual no
        se pudo concluir, categóricamente a través de la presente
        investigación. 
        En lo concerniente a la categoría Laboral, algunos pacientes afirmaron
        no haber continuado asistiendo por la naturaleza de sus oficios o por
        las características del entorno laboral de los mismos. En otras
        palabras, presentaban dificultades para solicitar o adquirir permisos
        para consultas médicas tan frecuentemente; más aún si las constancias
        eran membreteadas por un Centro de Salud Mental, lo cual era percibido
        negativamente en el entorno laboral-profesional. Todo ello,
        naturalmente, puede ser también resistencial y es lo que inferimos
        nosotros como investigadores. Sin embargo, debemos mencionar que pudiese
        existir un componente de la realidad descrita por dichos pacientes que
        podría corresponder no sólo a sus realidades internas (como lo serían
        las resistencias), sino también a la realidad laboral venezolana (que
        sería una realidad externa), donde prevalecen altos índices de
        desempleo y donde las organizaciones pretenden, prioritariamente y a
        toda costa, disminuir el ausentismo y la rotación de personal. 
        En relación a la categoría Otros Motivos, resaltaron verbalizaciones
        caracterizadas por: la fantasía omnipotente que el paciente tiene de
        superar su conflictiva sin intervención de ninguna índole; la
        percepción negativa o desfavorable acerca de la intervención médica,
        psicológica o psiquiátrica en general; el hecho de no tener un motivo
        de consulta individual, sino que responde a una iniciativa de órigen
        externo (familiar,legal), o, en otras palabras, carencia de
        internalización del conflicto o poca consciencia de enfermedad mental;
        y, cierta dependencia reflejada en el hecho de que mencionaron la
        incapacidad de poder asistir al Centro por la imposibilidad de sus
        familiares de trasladarlos, lo cual coincide con nuestros hallazgos
        acerca de las características dependientes de nuestros consultantes. 
        Ahora bien, con relación a los motivos relacionados con el encuadre
        terapéutico, resultó curioso que algunos pacientes desconocían que
        posterior al tríaje iban a ser atendidos por una sola persona (lo cual
        preserva la intimidad y confidencialidad del proceso); contrariamente,
        tenían la fantasía de que iban a ser atendidos por varias personas tal
        como fueron vistos en el tríaje, lo que no les hacia sentir cómodos
        para establecer una comunicación. Valdría la pena analizar los
        factores asociados con esta distorsión y explorar si son errores de
        percepción, memoria, comunicación, y/o resistencias del paciente
        desertor. 
        En lo que relativo a la categoría Dificultades de Acceso al Hospital,
        resaltó el hecho de que algunos de estos pacientes vivían fuera de
        Caracas y Baruta; sin embargo, este factor no fue estadísticamente
        significativo tal y como se mencionó en el apartado anterior. 
        En cuanto a la categoría Inconformidad con el Tratamiento, se apreció
        una desvalorización hacia el personal de terapeutas, el tratamiento o
        el Hospital. Específicamente, los pacientes se quejaron de lo que ellos
        perciben como sobremedicación, de indicarles tratamiento a pesar de que
        ellos manifestaron su negativa a tomarlos, así como de las
        instalaciones del Hospital. Sería interesante correlacionar, en
        próximos estudios, si este tipo de verbalizaciones se asocian a la
        realidad externa de la calidad de servicio prestada por el Centro, si se
        originan directamente en las características del paciente, la
        instrumentación de sus mecanismos de defensa y el desarrollo del
        proceso terapéutico, o, si se deben a los dos motivos expuestos
        (características institucionales y características intrapsíquicas del
        paciente). 
        Con respecto a la utilidad del asesoramiento o el tratamiento recibido,
        éste ítem no resultó muy nutritivo al momento de tratar de obtener
        información. 
        Por último, en cuanto a las sugerencias que los pacientes hicieron al
        Centro, encontramos que, los pacientes que interrumpieron el tratamiento
        no proporcionaron mayores sugerencias en relación al tema del
        tratamiento en el Centro. Sin embargo, surgieron algunas respuestas que,
        si bien no fueron cuantitativamente representativas, decidimos mencionar
        para obtener información cualitativa. Entre estas respuestas, resaltó
        la necesidad de ampliar los horarios de consultas, específicamente
        ofreciéndole a los pacientes la posibilidad de ser asistidos durante
        las mañanas. 
  
        
  
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