Actualizacion bibliografica sobre cancer de ovario
Autor: Dr. Rubén Elzaurdín Mora | Publicado:  10/03/2009 | Ginecologia y Obstetricia , Oncologia | |
Actualizacion bibliografica sobre cancer de ovario.1

Actualización bibliográfica sobre cáncer de ovario.

 

Dr. Rubén Elzaurdín Mora. Especialista I grado en Oncología. Centro Internacional de Salud. La Pradera

Dra. Noralys Lara Fernández. Especialista I grado en Oncología. HGD. Miguel Enríquez

 

RESUMEN

 

El manejo del cáncer de ovario es un desafío para oncólogos clínicos, cirujanos y radioterapeutas, porque en la mayoría de los casos las pacientes se diagnostican en periodos avanzados de la enfermedad lo que implica un grave pronóstico a corto plazo a pesar de los avances de la ciencia actual. Es el tumor maligno más frecuente de las mujeres jóvenes, y en la actualidad se considera potencialmente curable, aunque hasta hace pocos años se consideraba letal aun cuando estuviera confinado al ovario. Su incidencia varia, según reportes de diferentes países o procedencias, con altas tasas entre las mujeres de América del Norte y Europa, y bajas en Japón. Es más frecuente en países desarrollados que en desarrollo. En 1999 se notificaron al Registro Nacional de Cáncer de Cuba 343 casos nuevos de cáncer de ovario, con una tasa cruda de 6.2 x 100,000 mujeres. En el año 2002 se diagnosticaron 338 mujeres con esta afección, para una tasa cruda de 6.1x100, 000 mujeres. En Cuba la mortalidad en el año 2001 afectó a 206 mujeres para una tasa estandarizada de 2.76 x 100,000 habitantes. Aún se desconocen las causas que originan esta entidad, pero actualmente se trabaja en la identificación de los factores de riesgo que participan en su desarrollo.

 

PALABRAS CLAVE: carcinoma, celómico, quimioterapia, citorreducción.

 

DESARROLLO

 

La neoplasia maligna del ovario plantea al médico un reto cada vez mayor. Es el tumor ginecológico que causa más muertes entre las enfermedades localizadas en la pelvis femenina. Es el tumor maligno más frecuente de las mujeres jóvenes, y en la actualidad se considera potencialmente curable, aunque hasta hace pocos años se consideraba letal aun cuando estuviera confinado al ovario. Su incidencia varia, según reportes de diferentes países o procedencias, con altas tasas entre las mujeres de América del Norte y Europa, y bajas en Japón. Es más frecuente en países desarrollados que en desarrollo (1-3)

 

En Cuba, en los últimos años, el cáncer de ovario (CO) ha ocupado el 8vo lugar entre las causas por localizaciones de cáncer en el sexo femenino (4). En 1999 se notificaron al Registro Nacional de Cáncer de Cuba 343 casos nuevos de cáncer de ovario, con una tasa cruda de 6.2 x 100,000 mujeres. En el año 2002 se diagnosticaron 338 mujeres con esta afección, para una tasa cruda de 6.1x100, 000 mujeres (4). En Cuba la mortalidad en el año 2001 afectó a 206 mujeres para una tasa estandarizada de 2.76 x 100,000 habitantes (4)

 

El cáncer de ovario ocupa el 2do lugar entre los cánceres ginecológicos que afectan a las mujeres norteamericanas. En ese país se diagnostican cada año unos 26,500 casos nuevos y a consecuencia de esta enfermedad, mueren anualmente unas 14,500 mujeres. Constituye el 5% de todos los tumores malignos del sexo femenino. Las muertes se producen a un ritmo de 1 cada 45 minutos y 1 de cada 56 mujeres padecen la enfermedad (5)

 

La mayor incidencia ocurre entre las mujeres blancas de los Estados Unidos y de Hawaii, y es inferior entre las mujeres afro-norteamericanas, hispanas y asiático-americanas, para convertirse en relativamente bajas entre las americanas nativas. Estas diferencias geográficas presumiblemente son el reflejo de la distribución de los factores de riesgo que influyen en la evolución de la enfermedad (3, 4,6).

 

El cáncer de ovario se presenta a cualquier edad y en ocasiones es un tumor funcionante desde el punto de vista hormonal. En la niñez el tumor maligno más frecuente es el tumor de células germinales que es causa de una pubertad precoz. En general los tumores epiteliales son más frecuentes en las mujeres posmenopáusicas, y entre los 50-75 años. Su incidencia aumenta con la edad con un pico de 54 x 100,000 habitantes en las mujeres entre 75 y 79 años de edad (1,7).

 

Se plantea que la incidencia varia con la raza aunque no es fácil separarlo de los factores ambientales, culturales, geográficos y socioeconómicos. Por ejemplo, la tasa incidencia entre las mujeres blancas de EEUU es de 14.2 x 100,000 habitantes, mientras que entre las afronorteamericanas es de 9.2 (1).

 

Hasta la fecha la etiología del cáncer de ovario se desconoce, aunque se plantea que a nivel celular, es el resultado de la acumulación de múltiples defectos genéticos menores, aunque aún estos, o los mecanismos que lo provocan, no se han determinado (9). Los estudios epidemiológicos han identificado un número de factores que pueden incrementar o disminuir el riesgo de cáncer de ovario. Alrededor del 15% de estos tumores pueden estar relacionados con defectos o mutaciones del gen BRCA1 y el BRCA2. (9).

 

Varios estudios han evaluado la existencia de un gran número de factores potenciales de riesgo para el desarrollo del cáncer de ovario. El énfasis en la identificación de los factores de riesgo modificables, crearía posibilidades para la prevención primaria e identificar mujeres de alto riesgo de padecer la enfermedad, que podrían ser candidatas para su inclusión en estudios y seguimiento que permitirían una detección temprana. Entre los factores más estudiados han logrado llamar la atención de forma muy particular los relacionados con la esfera reproductiva. La multiparidad, la lactancia materna y el uso de los anticonceptivos orales, disminuyen el riesgo de las mujeres a padecer cáncer de ovario (7-10).

 

Con relación a la dieta se ha planteado que las ricas en grasas y lactosa pueden tener cierta relación con la aparición de este tumor. El papel del café no está determinado (1,7).

 

Los estudios de los factores ambientales, como es el uso de talco, radiaciones ionizantes o enfermedades virales, no han definido riesgos específicos relacionados al cáncer de ovario (7). Los factores hormonales y reproductivos están mejor relacionados con el cáncer de ovario. La baja paridad y antecedentes de infertilidad aumentan el riesgo de cáncer de ovario, al igual que el uso prolongado de medicamentos que inducen la ovulación. Por el contrario, el empleo de anticonceptivos orales por tiempo prolongado parece ser una protección contra el cáncer de ovario, para algunos autores hasta del 50% de disminución del riesgo (1,7).

 

Los estudios epidemiológicos han enunciado tres teorías respecto a la etiología de esta enfermedad: 1) La división celular ininterrumpida y la continua regeneración del epitelio ovárico con cada ovulación, proporcionan la oportunidad para una mutación y transformación maligna. 2) La estimulación de los ovarios por hormonas gonadotrópicas, que de forma mantenida pueden inducir a la malignización. 3) La exposición del ovario a diferentes agentes carcinógenos (8,9).

 

En la actualidad se conocen mejor los factores hereditarios relacionados con el cáncer de ovario. Aparentemente hay un alto índice de concurrencia de cáncer de ovario y cáncer de mama (CM) y el Síndrome de Lynch II (cáncer colorrectal no relacionado con enfermedades polipoideas del tracto digestivo). Este síndrome parece tener una relación autosómica dominante.

 

Los estudios encaminados a determinar el origen del cáncer de ovario, relacionan esta enfermedad con mecanismos genéticos. Las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 incrementan la susceptibilidad para el cáncer de ovario y el cáncer de mama. Se observan aproximadamente en el 15% de las pacientes menores de 70 años con cáncer de ovario (7,10). Protooncogenes como el AKT-2, HER-2/NEW y el KI-RAS son activados durante el desarrollo de la enfermedad, evidenciándose disbalance y ampliación del ADN. Un número de regiones de los cromosomas está ausente en los pacientes con cáncer de ovario, lo que indica que los genes supresores del tumor, entre ellos el P-53, pueden contribuir al origen de la enfermedad (10-12).

 

CUADRO CLÍNICO.

 

Enfermedad en estadios iniciales: En sus estadios iniciales generalmente la enfermedad es asintomática. Puede ser que un tumor alcance 10-12 cm. sin producir ningún síntoma. Estos pueden ser leves, inespecíficos y de comienzo insidioso, como es el caso de síntomas debidos a la compresión de órganos pelvianos como el recto y la vejiga. Pueden ser un hallazgo al examen pelviano y confirmarse por un Ultrasonido (US) del abdomen, una Tomografía axial computarizada (TAC) o una Resonancia magnética nuclear (RMN). El aumento del marcador CA125 puede ser el único signo de un cáncer de ovario, pero sólo el 50% de los casos expresan este marcador (7).

 

Enfermedad en estadios avanzados: Los síntomas de los tumores malignos del ovario están relacionados con los estadios avanzados de la enfermedad. Kenty McKay(13) en una revisión de 349 pacientes observó que el dolor y la distensión abdominal estuvieron presentes en el 57% y 51% de los pacientes como síntomas de consulta pero no en casos de enfermedad localizada. Otros autores, como Pearse y Behrman (7, 14,15), encontraron que el 25% de las pacientes presentaron como síntoma inicial una alteración funcional o metrorragia postmenopáusica. Esto puede ser debido a afectaciones por infiltración uterina, a lesión maligna primaria endometrial concurrente o bien a un tumor del mesénquima con estroma funcional activo.


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