Acido ascorbico. Un alimento funcional
Autor: Elisa del Carmen Martínez Silva  | Publicado:  31/08/2009 | Endocrinologia y Nutricion | |
Acido ascorbico. Un alimento funcional.2


Igualmente se echa mano al transporte activo sustrato saturable, que involucra transportadores ascorbato específicos (cotrasportadores sódicos de vitamina C cuyas siglas en ingles son: SVCT) isoformas SVCT1 y SVCT2 que se expresen predominantemente en células epiteliales, incluyendo intestino, hígado y riñón, así como también en células con actividad metabólica y especializadas, como las de cerebro, ojo y placenta. Basados en valores de Km estos tienen mayor afinidad por ascorbato que GLUT por ácido dihidroascórbico. Este es un sistema de transporte de ascorbato a expensas del gradiente electroquímico del sodio de la membrana celular. Son caracterizadas, las isoformas SVCT1 y SVCT2, como transportadores activos secundarios, por mostrar baja expresión y saturación, lo que determina que los niveles séricos de ácido ascórbico suministrado por esta vía sea significativamente menor a la aportada por el sistema GLUT (20-23).

 

Acido ascórbico, un nutriente funcional:

 

La función fundamental de la vitamina C, descubierta en 1912, es actuar como antioxidante de las especies de oxigeno reactivas (siglas en ingles ROS) generadas durante la respiración mitocondrial, inhibe, entonces, el daño oxidativo celular y la peroxidación lipídica (24, 25). Por tanto, también actúa como agente reductor en diferentes reacciones del metabolismo del colágeno (proteína que alimenta, refuerza y mantiene unidos los tejidos del cuerpo, especialmente la piel), es así, que en ausencia de ésta, disminuye la síntesis de procolágeno (que puede desencadenar trastornos óseos y osteoporosis) y la hidroxilación de residuos de prolina y lisina, moléculas, estas últimas, que se hacen más termolábiles, aun a temperatura corporal (26, 27). De igual manera es un nutriente esencial para la biosíntesis de L-carnitina y para la conversión de dopamina a norepinefrina (28).

 

Estudios con fibroblastos de piel de sujetos con deficiencia de hidroxilina, cultivados sin ácido ascórbico, dan convicción a lo señalado, pues es incuestionable, las alteraciones halladas en la actividad de la enzima prolil-hidroxilasa, que compromete la cadena respiratoria mitocondrial, y que es desencadenada por deficiencia de vitamina C, como cofactor vital (29, 30). Aunque, la influencia del ácido ascórbico no es un efecto observado en todas las enzimas lisosomales (31), si resulta evidente la disminución de la concentración y actividad de las arilsulfatasa A y B de condrocitos humanos de cultivo ante el mayor aporte de vitamina C (31).

 

Se ha incriminado a la vitamina C, un antioxidante, como importante en el tratamiento del resfriado común, producido por rinovirus que forman parte de la Familia Picornaviridae, organismos intracelulares obligados, que solo pueden ser neutralizados, por ROS producidas por el sistema inmunitario en respuesta a la presencia de estos microorganismo (el ácido ascórbico es una excelente fuente de electrones para radicales libres, como hidroxilo y superóxido), probablemente su empleo se justifica en la reducción de la sintomatología, al prevenir el daño que sobre las células del hospedador desencadenan los radicales libres (32-34). Igualmente es importante aclarar que uno de los mecanismo primario de defensa del organismo contra las injurias, la piel, requiere de vitamina C, específicamente para la formación del estrato corneo (35). Finalmente, investigaciones sobre dietas suplementarias con ácido ascórbico, muestran que la vitamina C asegura la respuesta inmunitaria, porque es utilizada, esta vitamina, por fagocitos y linfocitos T (regula los receptores GLUT 1 y 3), para protegerse del estrés oxidativo inducido por la oxiLDL que puede llevarlos a muerte por apoptosis y también, porque el ácido ascórbico modula indirectamente a través de otros componentes del microambiente la proliferación de linfocitos T y la secreción de citocinas (36-39).

 

El papel protector del ácido ascórbico sobre la visión parece deberse, por un lado, a la disminución de la concentración de aminoácidos debido al disturbio reversible que produce sobre su difusión y transporte activo, y por otro, a su efecto antioxidante, que evita la vasoconstricción por ROS de los vasos retinales y por supuesto la disminución del flujo sanguíneo y porque protege del daño causado por el superóxido durante la oxidación celular normal, así lo indican los altos niveles de ácido ascórbico para contrarrestar, la también alta concentración de superóxido, presentes en el fluido de la cámara anterior del ojo cuando se produce daño de los lentes oculares por exposición a la luz y la menor concentración plasmática de esta vitamina en personas que padecen de opacidad del cristalino (cataratas) (40-44).

 

Otra función orgánica sobre la cual parece tener influencia el ácido ascórbico, aunque no en el humano, es la tiroidea, pues por ejemplo, en el cerdo de guinea, la vitamina C incrementa la actividad de la enzima tirosina hidrolasa por la vía Fe2+ en la glándula adrenal (45, 46). No obstante, en la hipercolesterolemia y por ende en las afecciones ateroescleróticas, la vitamina C al participar como cofactor en las reacciones de inhibición de la proliferación de la intima celular durante la formación de la placa de ateroma, juega un papel importante en la prevención de accidentes isquémicos cardiacos y cerebrovasculares del mamífero, se incluye ahora sí, y claro está, al hombre, máxime que el ácido ascórbico es efectivo en la interceptación de oxidantes en la fase acuosa que pudieran atacar y causar daño oxidativo a lípidos, particularmente las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y transformarlas en oxiLDL las cuales inician una secuencia de eventos aterogénicos en el espacio subendotelial (37, 38, 47-49).

 

Al respecto largos estudios epidemiológicos realizados en Finlandia y otras regiones del mundo reporta asociación positiva entre ingesta de vitamina C y reducción del riesgo de muerte por enfermedad coronaria aguda (50-52), sin embargo, otras investigaciones no muestran tal asociación (53-56), las discrepancia del efecto (benéfico o no) de la vitamina C reportada, puede deberse en aquellos que no reportan beneficios, en que la correlación entre nutriente y riesgo de padecer enfermedad isquémica, no se consideran factores externos como el procesamiento, tiempo de almacenamiento, biodisponibilidad y absorción de la vitamina, así como también que las frutas y vegetales aportan nutrientes antioxidantes, alimentos que posiblemente no fueron excluidos de los grupos control (4, 5).

 

La inconsistencia, en los resultados, también puede deberse al limitado entendimiento sobre el mecanismo de acción de la vitamina C en las diferentes variables patofisiológicas que contribuyen con las complicaciones de la enfermedad cardiaca y cerebrovascular isquémica, a la corta duración de la intervención y la susceptibilidad para medir error. Estos argumentos, pueden revitalizar el papel de la vitamina C como potencial agente profiláctico o terapéutico en el mejoramiento de la enfermedad isquémica crónica, particularmente la enfermedad cerebro-cardiovascular, porque hoy día, ya se sabe que el estrés oxidativo, produce en el sistema circulatorio, apoptosis de células endoteliales, inflamación por modificación oxidativa de la expresión de genes proinflamatorios, adhesión celular (participa en la regulación de la molécula de adhesión intercelular [ICAM] y la molécula de adhesión célulo-vascular), reducción de la biodisponibilidad intracelular de oxido nítrico (vasodilatador) y modificación oxidativa de las LDL, específicamente en los estadios tempranos de la disfunción vascular (5, 57-60).


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