La parasitosis intestinal. Un serio problema medico-social. Revision Bibliografica
Autor: Dra. Erdie Cristina Santana Fonseca | Publicado:  29/12/2009 | Enfermedades Infecciosas , Gastroenterologia , Medicina Tropical | |
La parasitosis intestinal. Un serio problema medico-social. Revision Bibliografica .7

Estudios realizados en Perú revelan que la parasitosis intestinal en el país tiene alta prevalencia, que en la selva peruana los helmintos y protozoarios están ampliamente distribuidos y son muy frecuentes, lo que constituye un problema de salud pública ya que dentro de las 10 primeras causas de muerte se encuentran las enfermedades infecciosas intestinales (7,7%). Se menciona que uno de cada tres peruanos porta uno o más parásitos en el intestino. La prevalencia e intensidad de la infección están asociados a mayor riesgo de morbilidad y tienden a ser más elevadas precisamente en la población escolar (26).

 

El poliparasitismo es frecuente y a partir del segundo año abundan las infecciones con tres y cuatro especies de protozoarios. La intensidad de la infección agrava esta situación. Los estudios realizados en regiones rurales de Centroamérica, mediante técnicas de conteo de huevos, demuestran porcentajes elevados de niños con infecciones severas por Áscaris, Tricocéfalos y Uncinarias, en términos de concentración de huevos por gramo de heces. En América del Sur la situación es igualmente seria, y como un ejemplo se menciona los hallazgos hechos en una zona agrícola de Colombia, donde el 29,2% de las enteritis del niño reconocía como agente etiológico algún parásito. En otra región del mismo país se demostró que, a partir de los seis meses de edad, las enteroparasitosis inician una curva ascendente que las coloca en un lugar destacado como productores de diarreas (76).

 

En Cuba antes del triunfo de la revolución existía una situación económica muy desfavorable, esto conllevaba a que los niveles de salud de la población más pobre y de la población en general, fueran muy deficientes por lo que el parasitismo intestinal tenía gran prevalencia en los diferentes sectores; sobre todo, en el rural; sin duda se convirtió en una causa importante de morbimortalidad en la edad pediátrica, así como la principal causa de enfermedad diarreica aguda en aquellos tiempos. Después del año 59 gracias a la entera preocupación de nuestro Estado se elevaron las condiciones higiénico-sanitarias y socio-económicas del país lo que dio al traste o disminuyó en gran medida la situación existente.

 

Con la instauración del Programa Nacional contra la Gastroenteritis y la apertura de salas de Gastroenterología en todos los hospitales que brindan servicios pediátricos, se inició el Programa Nacional de Control del Parasitismo; basado en la infraestructura favorable que ofrece el Médico de la Familia, lo que permite en el seno de la comunidad; estudiar de forma activa dicho programa (77). A pesar de esto, existen características propias de las comunidades montañosas que exigen la aplicación de estrategias más específicas y ajustadas al comportamiento y necesidades de estas zonas. Aunque con mejores indicadores de salud y sin ser este un problema de salud a nivel nacional, constituye una causa frecuente de consulta médica sobre todo en áreas rurales (78, 79). Poblaciones rurales como las de Manicaragua, municipio con abundantes asentamientos montañosos, como los de Jibacoa, ofrecen condiciones que justifican no solo su alta prevalencia, sino también que constituya el principal problema de salud en algunas de sus comunidades y que afecte fundamentalmente a la población infantil (80).

 

En Venezuela los organismos sanitarios oficiales para 1991 registraron 350.000 casos de enfermedades parasitarias, ocupando el noveno lugar entre las 25 causas de morbilidad; ya para 1995 esta tasa se incrementó en un 84%. Las infecciones más frecuentes en esta categoría correspondieron en primer lugar a los helmintos con un 15,69% seguido por la Amebiasis con un 4%. En encuestas nacionales de parasitología realizadas en 1996, se mostró que menos del 5% de la población sufría la infección por geohelmintos (82). El problema es de mayor envergadura si se toma en cuenta que estas cifras solo corresponden a consultas hospitalarias por síntomas representando un espejismo para los pobladores de los anillos de pobreza, que aleja cada vez más una posible solución, pues los datos globales restan importancia a las parasitosis intestinales como problema de salud pública y en esas comunidades no se experimentan los cambios que ocurren en el resto de la sociedad, como se aprecia en las comunidades más pobres atendidas por la Misión Barrio Adentro, donde el parasitismo intestinal está entre las enfermedades más atendidas en consultas y terrenos (83, 34).

 

La prevención es sobre todo, definida como la protección contra los riesgos, las amenazas del ambiente, lo que significa, inevitablemente la acción mancomunada de las Instituciones de Salud, de las comunidades, y de las personas que más que integrarlas las instituyen. En la Primera Conferencia Internacional de Promoción de Salud, realizada en Ottawa en 1986 con el patrocinio de la OMS se señala que es necesario facilitar el proceso según el cual se puede movilizar "a la gente para aumentar su control sobre la salud y mejorarla para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social y ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente". Para lograr verdaderamente esto es imprescindible comprender que el desarrollo de la Salud no se puede reducir a la lucha contra la enfermedad, a las prácticas clínicas tradicionales sino a prevenirlas (84).

 

La prevención es la forma más eficaz de controlar la aparición de un mayor número de casos de parasitismo intestinal, por lo que se impone la realización de una labor educativa sistemática que involucre a la población más afectada, teniendo en cuenta que el comportamiento humano tiene gran importancia en la transmisión de estas infecciones intestinales. El principal modo de prevención individual y colectiva es ejerciendo sobre todos los factores de riesgo que influyen en la aparición del parasitismo intestinal. Para esto se han establecido innumerables medidas tales como: ingestión de agua potable, hervida o clorada, lavado adecuado de los alimentos, verduras y frutas antes de su ingestión, consumo de carnes frescas y bien cocidas, así como leche pasteurizada o hervida, mantener a los animales alejados de los alimentos, lavado de las manos después de defecar y antes de manipular alimentos, higiene adecuada de las manos de los niños después de jugar en la tierra o en el suelo, evitar el fecalismo al aire libre. (18, 85- 90).

 

Considero que la prevención es la mejor manera de detener en gran medida la aparición y transmisión de las enfermedades parasitarias y a través de una permanente labor educativa, en todos los escenarios en los que compartamos con pacientes, seremos capaces de demostrar una vez más que es más fácil prevenir las enfermedades que curarlas.

 

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