Droga, mujer y violencia. Percepcion de un grupo de mujeres en Valencia-Venezuela
Autor: Lic. Neris Marina Ortega | Publicado:  27/03/2010 | Medicina Forense y Legal , Enfermeria , Medicina Preventiva y Salud Publica , Medicina Familiar y Atencion Primaria | |
Droga, mujer y violencia. Percepcion de un grupo de mujeres en Valencia-Venezuela .2

Las mujeres representan la mitad de la población nacional, ella en el ámbito doméstico cumple un papel muy significativo, por cuanto, integra a su grupo familiar en iguales condiciones de posibilidades y oportunidades, a la vida económica, política y social del país. Sin embargo la vida cotidiana demuestra que no han cambiado suficientemente las normas y valores que se asocian al comportamientos de los hombres y las mujeres, y por tanto se continúan generando múltiples contradicciones, se constata con facilidad que los roles femeninos y masculinos siguen estando pautados y trasmitidos fundamentalmente en la familia desde la educación. (1)

Es en este proceso pone de manifiesto, que las mujeres desde su nacimiento son vulnerables y a menudo se les discrimina por su género, de hecho, la mujer culturalmente juega un rol importante en el grupo familiar y la sociedad, siendo determinante del entramado de las comunidades y agente socializador natural de las emociones, las actividades y los valores en el hogar, en Venezuela, la estructura familiar se centra en la figura de la madre, la cual a veces es el único adulto que representa el hogar y es responsable de los hijos. (2), sin embargo, en su vida se suceden múltiples vivencias y experiencias que pueden ser responsables por los altos índices de morbimortalidad en esta población en particular, y más si esta situación tiene relación estrecha con drogas, violencia y otros comportamientos de riesgo.

La violencia predomina en todo el mundo y afecta a las mujeres de todos los grupos socioeconómicos y culturales, esta no solo da lugar a lesiones físicas y traumas psicológicos en la mujer misma, sino que también influye en el bienestar y el desarrollo de los hijos, por ende la violencia tiene repercusiones emocionales, psicológicos y sociales, las cuales son manifestadas por ciertas características como agresividad, aislamiento, dificultad para relacionarse, poca confianza en si mismo y autoestima limitada. Aun cuando se carece de datos estadísticos comparables para el ámbito nacional y otros estudios que cuantifiquen y detecten el problema, en toda su amplitud, los reportes de instituciones como los cuerpos policiales, sector salud y justicia revelan cifras muy altas en la incidencia de la violencia intrafamiliar que deben ser objeto de consideraciones con carácter prioritario en las políticas públicas. Actualmente la prensa reporta al menos una mujer muerta semanalmente por violencia intrafamiliar sin registrar las consecuencias para los hijos, hijas y la sociedad en su totalidad.

En Venezuela, la violencia intrafamiliar constituye un problema de salud pública; en los últimos tres años se han reportado un promedio de 4.000 denuncias al año por esta causa y se espera que para finales del 2001 esta cifra se triplique. En el servicio 800MUJER, del total de llamadas recibidas entre 2000-2001 el 57,7% correspondió a violencia contra la mujer y la familia. (3). De allí que en el país, la violencia contra la mujer reviste magnitudes y consecuencias sociales serias; el 95% de los casos atendidos por jueces de Paz son por hechos de violencia intrafamiliar.

Este problema se agudiza por el elevado número de mujeres que desconocen las causas que generan la violencia doméstica y la magnitud de sus consecuencias, entendiendo que, la misma, es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También puede incluir abuso psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social progresivo, castigo, intimidación y/o coerción económica, además, la misma puede estar influenciada básicamente por tres factores; uno de ellos es la falta de control de impulsos, la carencia afectiva y la incapacidad para resolver problemas adecuadamente; asimismo, podrían aparecer variables de abuso de alcohol y drogas.

En el país, se han realizado investigaciones que son referencias que nos pueden ayudar a realizar un análisis de la situación de la mujer frente a la problemática, es así como a partir de la revisión de los contenidos de la trama de cuatro telenovelas, se establecieron posibles relaciones entre la existencia de un discurso de la violencia en los argumentos melodramáticos de los seriales analizados y el discurso real de la violencia, el cual es posible constatar mediante los datos que arroja la realidad. Es posible sostener que la violencia televisiva puede contribuir al desarrollo de conductas y actitudes agresivas, y por ende, favorece el ejercicio de una cultura que se sustenta en agresiones. (4). También una investigación realizada en una muestra de 200 mujeres se estimó la prevalencia de la violencia doméstica contra la mujer, su caracterización epidemiológica, y la asociación estadística entre algunas variables demográficas y la violencia.

Los resultados revelaron que la mayoría de la población estudiada sufre de violencia en sus hogares, el maltrato es más frecuente en mujeres jóvenes, casadas y dedicadas al oficio del hogar. Las variables asociadas fueron; la estructura familiar, el carácter agresivo en los miembros de la familia y el consumo de licor. (5) Otro estudio de diseño preexperimental, fue realizado en Venezuela con el objetivo de determinar la efectividad de un programa educativo para la promoción de la salud mental referido a fomento de la autoestima y los valores, manejo del estrés y prevención del consumo de alcohol y otras drogas, en la percepción de la violencia doméstica referido a conocimiento y actitud en la mujer jefa de hogar, en una muestra de 30 mujeres jefas de hogar.

Los resultados evidenciaron que la diferencia entre las medias “Antes” y “Después” aunque es evidente, no fue estadísticamente significativa, por cuanto no se puede decir que la aplicación del programa produjo una diferencia en el Conocimiento de la Violencia Doméstica. Por el contrario, para el caso de Actitud hacia la Violencia Domestica, la diferencia entre las medias “Antes” y “Después” además de ser evidente, el resultado es estadísticamente significativo, en este se puede decir que la aplicación del programa produjo una diferencia en la actitud hacia la Violencia Doméstica. (1)

Los estilos de vida actuales, en los que la mujer adquiere nuevos papeles, mayor grado de autonomía, acceso a nuevas fuentes de trabajo y en general, mayor participación en actividades fuera del hogar, han generado fuertes cambios en la mujer, lo que también ha influido en su salud. Los hábitos y conductas de riesgo hacen que con mayor frecuencia la mujer tenga que enfrentarse a problemas de salud como tabaquismo, alcoholismo o adicción a medicamentos como tranquilizantes, sedantes o anfetaminas o a drogas ilegales. No obstante lo planteado, el consumo de drogas ilegales por la mujer es mal visto por la sociedad, por tanto se estigmatiza las que consumen, generando en ellas sentimientos de culpa y vergüenza, sin embargo, el consumo de psicofármacos se asocia a problemas de salud, aunque estas sustancias sean adquiridas de forma ilegal y sin prescripción médica.

La mujer recurre a los psicofármacos para calmar la tensión que se genera por las condiciones sociales y su situación de discriminación. Varios autores señalan que si bien es cierto que la mayoría de los consumidores de drogas ilícitas son hombres, no menos cierto es que cada vez más mujeres se dan al abuso de psicofármacos, en algunos casos indicados por médicos y en otros por automedicación. Detrás del abuso de psicofármacos por las mujeres está la perspectiva médica tradicional de que "todas las mujeres están un poco locas", por aspectos biológicos, también está el hecho de que más mujeres que hombres acuden a las consultas psiquiátricas como consecuencia de las expectativas hacia el rol femenino, que siempre debe estar bien para mantener la armonía del hogar. Entonces los psicofármacos son un recurso sencillo tanto para la mujer como para el médico, cuando lo que se busca es desaparecer los síntomas.

Las adicciones son socialmente inaceptables en la mujer, ya que interfieren en su rol social como ama de casa, madre y/o trabajadora. Aún más, el consumo de drogas en las mujeres, independientemente de la cultura o sociedad en que se hallen, hace que se perciban como personas marginales o fracasadas. El consumo excesivo de alcohol y tabaco, el uso y abuso de otras drogas especialmente drogas prescritas como sedantes y tranquilizantes menores es una práctica muy extendida entre las mujeres. Esta es una realidad que no se admite y que la mayor parte de las veces se oculta.

La mujer profesional, con independencia económica, entre 20 y 30 años, con baja autoestima, problemas de identidad e inseguridades, es el perfil de la potencial adicta a ansiolíticos, relajantes musculares y otros medicamentos. Las mujeres se automedican más que los hombres y consumen en general más medicamentos sedantes y analgésicos. Las razones parecen ser las presiones que sufren sobre la apariencia estética (el control del peso), las molestias ligadas a los cambios hormonales y la sobrecarga física y psíquica de los roles múltiples ante el trabajo productivo y el reproductivo. (6). A lo planteado, se añade la dificultad de la falsa percepción de autocontrol, típica de las adicciones. En ellas, al tratar de controlarla, la voluntad resulta insuficiente, la sustancia o actividad controla a la persona, pero ella piensa que puede controlar la cantidad, las dosis, la frecuencia, etc. de la droga.

De allí que, lo que las mujeres hacen y lo que experimentan afecta a su salud mental. El uso y abuso de drogas y alcohol, la discriminación a que son sometidas, la marginalización y la pobreza son todos factores que influyen en la salud mental y al mismo tiempo pueden incidir en comportamientos riesgosos para su vida y su salud como un todo (física, sexual, psicológica y espiritual). La decisión de participar en prácticas sexuales riesgosas o de usar drogas tal vez no siempre sea una “decisión” tomada con conciencia, sino para satisfacer otra necesidad, en relación con la autoestima, muchas mujeres mencionan que no se protegen durante el sexo para validar su identidad femenina además del comportamiento negativo del hombre hacia el uso del condón. Por esta razón, las mujeres adultas jóvenes que sufren ansiedad y depresión están mucho más propensas a participar en actividades de alto riesgo como la prostitución, el uso de drogas inyectadas o no inyectadas y la selección de parejas sexuales de alto riesgo.

Un estudio que hizo un seguimiento a jóvenes urbanos a lo largo de varios años encontró que ellos no cambiaron su comportamiento arriesgado por haber obtenido más conocimientos, ni más acceso a información o consejería. En cambio, sí hubo una asociación entre la reducción de sus síntomas de depresión y otros problemas de salud mental, y la reducción de las actividades riesgosas. (7)


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