La sangre, consideraciones historicas e ideologias relacionadas
Autor: Dr. Guillermo Murillo-Godínez | Publicado:  27/04/2010 | Historia de la Medicina y la Enfermeria , Hematologia y Hemoterapia | |
La sangre, consideraciones historicas e ideologias relacionadas .5

Hipócrates recomendaba la sangría cerca del órgano enfermo para eliminar los humores excesivos localizados allí (efecto derivativo) y, también, lejos del órgano enfermo para evitar que continuasen llegando a él dichos humores (efecto revulsivo); la sangría derivativa, se hacía con sanguijuelas o ventosas y, la del tipo revulsivo, por medio de la flebotomía (81). En 1514, el médico francés Pierre Brissot (1478-1522) desencadenó una polémica al abogar por practicar la sangría, contrariamente a lo que hacían los islámicos, en un punto lo más próximo a la zona enferma (28). Los árabes, sangraban en el lado opuesto “como reacción”; practicaban, por ejemplo, una sangría en el brazo derecho, para detener una hemorragia de la narina izquierda del paciente.

La sangría era un método terapéutico tan importante, que el segundo texto médico salido de la imprenta de Gutemberg (1462) era un Calendario de sangrías. Las sangrías pasaron a ser parte del oficio de los barberos-cirujanos, éstos se anunciaban con un signo que ha perdurado hasta nuestros días, en algunos establecimientos de peluqueros: una pértiga de bandas rojas y blancas, la cual representaba el palo que sujetaban los pacientes, mientras eran sangrados; las bandas blancas simbolizan las vendas y, las rojas, la sangre. La mayoría de los sangradores coincidía en señalar que los pacientes con enfermedades graves, debían ser sangrados rápidamente en bipedestación, el desmayo era considerado un signo positivo; los sangradores empleaban una gama impresionante de instrumentos, pero, su herramienta principal, era la lanceta (52).

Las sanguijuelas (hirudo medicinalis) se empleaban por su poder de chupar la sangre, sin causar dolor y, por producir un anticoagulante (hirudina); las sanguijuelas extraían la sangre de sitios poco accesibles (como, la “boca del útero”); una de las indicaciones era, por ejemplo, para el ictus apopléctico (trombótico, hemorrágico o, embólico), aplicándose, en éste caso, en la región mastoidea (38); era tan difundido el uso de las sanguijuelas que, en el siglo XIX, existían en Europa lugares especiales dedicados a su cría; cerca de un millón se vendían anualmente en París y, siete millones en Londres (44); en 1823, se importaron a Francia, 2 a 3 millones de sanguijuelas, diez años después, la importación ascendió a 41 millones para satisfacer el consumo (81). En 1824, Lord Byron, fue desangrado hasta morir por su médico Francesco Bruno, durante una enfermedad infecciosa (81). Diversas circunstancias impulsaron a los médicos a prescindir de la flebotomía: una de ellas fue una serie de epidemias de tifo que asolaron las ciudades británicas a comienzos de la década de 1830, la sangría resultaba particularmente inadecuada en éstos casos, pues el enfermo quedaba más decaído; la segunda circunstancia fue la aparición de la estadística médica: en la misma década, el parisino Pierre Charles Alexandre Louis (1787-1872), comenzó a reunir y a sistematizar la información médica; los métodos equivocados, no podían resistir semejante escrutinio. Actualmente, se usan dos modalidades similares a la sangría: en algunos casos de eritrocitosis y de hemocromatosis, se hace la dilución isovolémica (normovolémica) (24,32,84) y, en los casos de eritroblastosis, la exanguinotransfusión; el pionero de ésta en Méjico, fue Gastón Novelo (96).

“Charlatanismo rojo” (19):

En pleno siglo XXI hay algunos que afirman que la anemia ferropénica, “perturba la transformación de la energía cósmica que absorbemos en cada respiración” (20). Por otra parte, el “médico naturópata de segunda generación”, Peter D’ Adamo, asegura que “el grupo sanguíneo es la llave que abre la puerta de los misterios de la salud, la enfermedad, la longevidad, la vitalidad física y la fuerza emocional”. Según su teoría, hay una dieta para cada grupo sanguíneo y, quienes la siguen al pie de la letra, “alcanzan naturalmente el peso ideal y detendrán el proceso de envejecimiento” (21). Con menos pretensiones científicas, en 1940, en Manzanillo, Cuba, el brujo Manuel Prohías, prometió a un seguidor suyo que le curaría la diabetes mellitus, con un brebaje preparado con ciertas hierbas y sangre de niño; el caso se conoció cuando los vecinos se acercaron a la playa extrañados por la presencia de buitres; ahí encontraron el cuerpo de un niño de 4 años (que resultó ser el hijo del brujo) el cual había sido sacrificado para preparar el brebaje (19). Otra de las pseudociencias actuales es la denominada autohemoterapia (la cual cabe dentro del sistema médico llamado isopatía; similar a la pseudomedicina denominada urinoterapia (53)), ideada por F. Ravaut, en 1911; consiste en obtener de una vena (generalmente a nivel de la parte anterior del codo) 2 a 20 ml. (la cantidad extraída varía, dependiendo de la gravedad de la enfermedad a ser tratada) de sangre y reinyectarla (en el brazo o, en el glúteo), inmediatamente (algunos, al igual que en la homeopatía, recomiendan someter la sangre extraída, a un proceso de sucusión (54), por 30 minutos, para lo cual ya han diseñado equipos propios (70)), por vía subcutánea o intramuscular (40,60); supuestamente, la finalidad es estimular el sistema fagocito-macrófago (reticuloendotelial); las indicaciones de ésta “medicina” son procesos autoinmunes (esclerodermia, lupus, vitíligo, tiroiditis de Hashimoto), algunas dermatosis (psoriasis), diabetes mellitus, asma, autismo, hepatitis C, etc. (40,41). Más recientemente, los charlatanes han propuesto la “autohemoterapia ozonizada”, sin embargo, los estudios han mostrado que, al igual que su antecesora, carece de efecto terapéutico (68,69).

Aproximadamente 70 autohemoterapistas, de México, Argentina y España, conforman, desde 1999, la Asociación mexicana para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades autoinmunes, A.C. (41); en Brasil, ya se han lanzado advertencias sobre la carencia de bases científicas de la autohemoterapia y, sobre su falta de inocuidad, ya que puede causar, a nivel local, dolor, celulitis y nodulaciones, en el sitio de inyección y, a nivel sistémico, fiebre; además, está contraindicada en presencia de síndrome febril, sepsis y, coagulopatías (83); como con todas las demás medicinas “paralelas”, su efecto “benéfico”, es sólo como placebo (72,73).

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