Caracterizacion clínico-epidemiologica del parasitismo intestinal en menores de 18 años
Autor: Msc. Dr. Rafael Hipólito Domínguez de la Torre | Publicado:  13/09/2010 | Microbiologia y Parasitologia , Pediatria y Neonatologia , Gastroenterologia | |
Caracterizacion clínico-epidemiologica del parasitismo intestinal en menores de 18 años .10

Mientras el 50% de heces duras también correspondió a aquellos infectados con Blastocystis hominis, lo que evidencia su discutida patogenicidad (3).

Rodolfo Devera, en estudio publicado en Venezuela en el año 2000, observó que del total de pacientes con infección única por B. hominis el 68,4% estaba sintomático, en tanto el 57,9% de aquellas muestras de pacientes con menos de 5 células por campo presentaban síntomas, así como el 100% con más de 5 células por campo. Refiere que todavía la responsabilidad etiológica de Blastocystis hominis se realiza por exclusión de otros agentes de reconocida patogenicidad. Sin embargo, la blastocistosis es una parasitosis intestinal de prevalencia creciente que debe ser incluida en el diagnostico diferencial de todo paciente con manifestaciones gastrointestinales, especialmente diarrea (93).

En otro trabajo realizado en Mérida, año 1996, predominó B. hominis en 30,47% del total de heces de consistencia blanda y en 45,71% de consistencia diarreica. (87).

Otros autores concluyen que la diarrea no es un signo importante de infestación parasitaria en los niños en edad preescolar, causando poco impacto sobre el status nutricional de estos, cursando asintomáticamente (35,100-102).

Se comprobó además por algunos autores, que no hubo asociación entre las características de las heces y la presencia de parásitos (103,104).

Tabla 8: Distribución de los pacientes según tipo de parásitos diagnosticados. Comunidad “12 de Octubre”. Petare. Caracas. Enero a diciembre de 2007. 

epidemiologia_parasitismo_intestinal/diagnostico_parasitario

En la tabla 8 se puede observar que 40 pacientes fueron afectados por el Blastocystis Hominis, significativa cifra en comparación con los restantes, siguiéndole con llamativa diferencia en cantidad, está la G. Lamblia con 18, y más significativos los restantes con cifras que van desde 6 afectados hasta 1. El grafico ha permitido conocer la diversidad de parásitos existentes en la comunidad en estudio, y que aunque se presentan por separados, en la muestra estudiada (grafico 8) se aprecia que de 77 niños parasitados, el 30% tenían más de un parásito (poliparasitados), mientras que el 70% fueron mono parasitados (Ver Gráfico 8). B. hominis, considerado durante mucho tiempo como una levadura no patógena, es para algunos autores un protozoo capaz de producir enfermedad intestinal, aunque su taxonomía y su acción patógena no se conocen con exactitud. Algunos pacientes que eliminan este parásito por las heces se encuentran asintomáticos, mientras que otros presentan diarrea y otros síntomas intestinales.

En algunos de los pacientes sintomáticos, aunque no en todos, una evaluación diligente revela otras posibles causas bacterianas, víricas o protozoarias de la diarrea. Dada la incertidumbre existente acerca del efecto patógeno de B. hominis, y dado que el tratamiento de la infección por Blastocystis no es específico ni eficaz en todos los casos, en los pacientes con síntomas intestinales llamativos es necesario descartar otras causas de diarrea infecciosa (105,106). Stensvold CR y colaboradores consideran que B. hominis puede aislarse hasta en el 25% de los pacientes sospechosos de parasitismo intestinal y que hasta el momento se han aislado 10 subtipos de esta especie en humanos y animales. Ellos consideran que su patogenicidad es subtipo dependiente, encontrando que los subtipos ST1 y ST7 son más prevalentes en pacientes sintomáticos y que el ST3 predomina en los portadores sanos (107).

Velarde del Río LT y Mendoza Romo MA publicaron una alta prevalencia de Blastocystis hominis en menores de 12 años de una población mexicana urbana (106).

En Venezuela Travieso Valles y colaboradores encontraron un predominio de Blastocystis hominis sobre otros enteroparasitos en pacientes del municipio Palavecino, estado Lara (105).

Las infecciones por Giardia son frecuentes tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados. Basta con la ingestión de un número muy pequeño de quistes, a veces tan sólo 10, para que se produzca la infección en el ser humano. Dado que los quistes son infecciosos en el momento en que se excretan o poco después, la transmisión de persona a persona se produce cuando la higiene fecal es deficiente. La giardiosis, ya sea como infección sintomática o asintomática, es muy frecuente en las guarderías; la transmisión de persona a persona también tiene lugar en otros ámbitos institucionales con mala higiene fecal y durante los contactos homosexuales. Cuando los alimentos se contaminan con quistes de Giardia después de cocinarlos o prepararlos, puede haber transmisión alimentaria (108-111)

El agua de la superficie, desde los arroyos de montaña hasta los grandes depósitos municipales, puede contaminarse con quistes de Giardia procedentes de las heces: los sistemas anticuados de conducción de agua están sujetos a contaminación cruzada por fugas de las alcantarillas. La eficacia del agua como medio de transmisión se ve favorecida por el reducido inóculo infeccioso de Giardia, la prolongada supervivencia de los quistes en el agua fría y la resistencia de éstos a la destrucción con los métodos habituales de cloración usados para controlar las bacterias. Los quistes viables se pueden erradicar del agua mediante cocción o filtración.

En Estados Unidos, Giardia es un agente común que se identifica en las epidemias de gastroenteritis transmitidas por el agua contaminada; también es frecuente en los países en vías de desarrollo (108-113).

Hanevik K y colaboradores consideran que la G. lamblia se puede manifestar como una enfermedad gastrointestinal funcional parecida a las desencadenadas por comida o stress (110). Steenhard NR y colaboradores exploraron la asociación entre las infecciones intestinales subclínicas por helmintos y otros patógenos gastrointestinales en 706 niños entre 4 y 12 años de edad procedentes de áreas semi rurales cercanas a la capital de Guinea Bissau al oeste de África.

Detectaron helmintos en el 44,2%, bacterias enteropatógenas en 13,7%, protozoarios en 51,1% y rotavirus en 5,9% (28).

Freites A y colaboradores, del Instituto de Investigaciones Clínicas "Dr. Américo Negrette", Facultad de Medicina, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, en un estudio realizado a 119 muestras de heces fecales buscando la prevalencia de Cryptosporidium y otras especies parásitas gastrointestinales, encontraron una prevalencia general de parasitismo intestinal de 48,7%, siendo los más frecuentes la Endolimax nana (41,2%), Blastocystis hominis (38,7%) y Entamoeba coli (17,6%). El protozoario más frecuente fue G. lamblia (13,4%), seguida del complejo Entamoeba histolytica/E. dispar (9,2%) (114).

Tabla 9: Distribución de los pacientes según forma de presentación del parasitismo. Comunidad “12 de Octubre”. Petare. Caracas. Enero a diciembre de 2007. 

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