El docente. Un desafio en el proceso de transformacion educativa a traves del desarrollo comunitario
Autor: Prof. Marlene Isabel Medina Azócar | Publicado:  12/04/2011 | Otras Especialidades , Articulos | |
El docente. Un desafio en el proceso de transformacion educativa de desarrollo comunitario .3

Por lo anterior, se plantea que si las aspiraciones institucionales consisten en formar integralmente al educando, primero será necesario formar y capacitar integralmente al personal docente para que pueda convertirse en un celoso defensor y promotor del cambio social desde los espacios de la escuela.

De allí, que es necesario redefinir el rol del docente en la educación venezolana, con el propósito que los mismos ejecuten actividades, programas y proyectos que permitan la efectiva integración escuela-comunidad. La escuela debe enfrentar el reto de estructurar el currículo teniendo en cuenta las potencialidades que ofrece el contexto local, tomando en cuenta que la comunidad es una de las aristas que se incluye en el diagnóstico integral enfrentando en la actualidad la problemática del diagnóstico de problemas y dificultades que afectan a la vida comunitaria, reduciendo a un segundo plano, la determinación de potencialidades que pueden ser usadas en el desarrollo de los programas escolares.

Ante la certeza de la responsabilidad que tienen los docentes en el proceso de transformación de la escuela, de la comunidad y el país, cabe señalar que el proceso de transformación que atraviesa la sociedad venezolana se proyecta directamente en el sector educativo y por lo tanto plantea retos a los involucrados en el proceso de educación. Por esta razón es importante tomar en consideración el rol de los docentes y su contribución desde los espacios de la escuela en los procesos de cambio que se llevan a cabo en la sociedad, acorde con las exigencias y necesidades del la localidad y el estado, para lograr el país que se aspira y se quiere.

Por consiguiente, se quiere plasmar a través de este artículo la relevancia de dicha problemática que resulta común en diversas instituciones educativas la cual se refleja en la resistencia de la mayoría de los docentes a incorporarse en el proceso de transformación del sistema educativo venezolano, en la negativa de aceptar la incorporación de las comunidades en la toma de decisiones que constituyan efectivamente a la escuela como centro del quehacer comunitario, asumiendo una educación tradicional, basada en la teoría conductista.

Tanto la escuela como la comunidad son lugares de convivencia, con intereses comunes en un espacio y tiempo determinado, con diferentes niveles de organización y de cohesión social, donde los docentes pueden compartir un sentido de comunidad, entendido como el sentimiento que tienen los miembros de ambos sectores acerca de su pertenencia e identidad con éstos, del compromiso de estar juntos y de la posibilidad de proyectarse en metas comunes, de allí que D’Erasmo (2000), afirme que la institución escolar se define como un espacio de redefinición de lo público y de re significación de lo político.

Desde el punto de vista social, la relación escuela-comunidad debe ser esencialmente una relación de mutuo beneficio: los padres de familia y la comunidad integrados a las actividades escolares, a la vez que la escuela a través de los docentes promueve acciones orientadas al desarrollo local y al mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Con referencia a la vista formativa, se ha venido buscando la integración de los padres y representantes en el proceso de formación de sus hijos, desde diversas formas, para incentivar y motivar un mayor interés por la vida y el conocimiento local, abriendo las puertas de la escuela a la participación comunitaria, así como el compromiso de los docentes para formar al ciudadano que necesita el país, que asuma su rol de agente de cambio desde los espacios de la escuela.

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

La Escuela como Eje en el Concebir Colectivo

La educación que queremos como proceso formativo integral y permanente, tiene un espacio de sedimento: la escuela, no como la institución escolar que conocemos, sino como escuela comunitaria, en donde se concreta y materializa la corresponsabilidad de los actores del proceso educativo y se destaca el nuevo rol de las familias en la ciudadanización de la nueva sociedad en construcción. De esta manera, el espacio escolar contribuye a la formación de la cultura participativa y es en tal sentido, la escuela comunitaria contribuye a la lucha contra la exclusión al darle acogida en su seno a los sectores vulnerables y ser factor de concurrencia de los programas sociales dirigidos a combatir la pobreza. De igual forma, fomenta la calidad de vida al asociarse a proyectos alternativos de salud, deporte y recreación.

Es por ello, que la formación de los docentes debe proveer las herramientas conceptuales necesarias para analizar su entorno y para construir conocimiento pertinente para las necesidades sociales. De acuerdo a lo expresado por Hernández (1999), el docente debe convertirse en un investigador de necesidades y potencialidades de la comunidad, debe ser capaz de trabajar en equipo en la realización de una tarea compartida, debe reflexionar sobre su práctica para transformarla o modificarla, atendiendo al saber educativo que posee, al conjunto de saberes que debe re contextualizar y a las herramientas de que dispone para llevar a cabo su tarea.

En términos del desarrollo curricular y de las prácticas pedagógicas en el aula, también implica: 1.-La adecuación del currículo a la diversidad de contextos geográficos, étnicos y sociales, favorece también la identidad del niño y el joven con su entorno, sus tradiciones y costumbres y por ende con la cultura local, regional y nacional. Esta acción formativa es clave para enfrentar el fenómeno de la vergüenza étnica y el desarraigo creciente de los jóvenes. 2.-En el plano pedagógico, se le construye viabilidad al aprendizaje significativo, ya que al respetar las especificidades comunitarias y tomar en consideración el acervo cultural del estudiante, se conecta este saber previo con los nuevos conocimientos.

Según Rodríguez (2000), hay una parte del saber pedagógico que se construye sobre la práctica misma, al relacionar los saberes académicos con los que permiten comprender y reorientar la práctica pedagógica. Por otro lado, la contextualización favorece la interacción social constructiva de docente - alumno - representante - comunidad y ambiente local.

Ambas condiciones demandan desarrollar una didáctica de proceso o didáctica investigativa, elaborar estrategias y producir recursos para el aprendizaje partiendo de lo que ofrece el entorno, elementos como los siguientes: los Juegos tradicionales y cooperativos, las expresiones lingüísticas o giros de la lengua materna: cuentos, adivinanzas, trabalenguas, canciones y refranes, las festividades y celebraciones populares, las cosechas y jornadas de trabajo, el patrimonio arquitectónico y natural: edificios, parques, los tipo de comidas y bebidas, los utensilios y vasijas propias de la localidad, los personajes y sitios históricos, las plantas y animales, el trabajo artesanal, las microempresas y fábricas

Con una batería de recursos y estrategias diversas, se facilita o media el aprendizaje activo y por descubrimiento, según el cual el niño en las interacciones con su medio y con sus pares, juega y aprende a través de la curiosidad y la indagación.

Rol del Docente: Transformar desde los Espacios Comunitarios

En las directrices aprobadas y trazadas en las Cumbres de los países iberoamericanos, en la Declaración Mundial sobre la Educación de 1998 de de la UNESCO, a través de la Oficina Regional para la Educación de los países de América Latina y el Caribe, se enfatiza en destacar los nuevos roles de los sistemas educativos, cómo la escuela debe ampliar sus vínculos con la comunidad, la necesidad de que los estudiantes se formen como ciudadanos más plenos, que estén preparados para el diálogo y que se desarrollen en ellos valores propios de una comunidad democrática, equitativa y justa.

La sociedad reclama un sujeto con habilidades para la convivencia por la paz, a partir de la vinculación entre el currículo escolar y los problemas, características y necesidades de la comunidad mundial. Si bien en la literatura especializada consultada se expresa la importancia de potenciar un proceso que consolide el vínculo familia - escuela -comunidad, en el logro de este empeño, es una urgencia personificar a quien compete liderar dicho proceso. Es precisamente el docente la figura, que por sus competencias profesionales, debe conducir las transformaciones de la sociedad, que en el ámbito de la formación de la personalidad ciudadana, se requieren en el contexto actual. Todo lo anterior implica una visión contemporánea del desempeño profesional del docente en los diferentes escenarios de actuación. No se trata ya, del docente tradicional conocido como actor social, sino de un profesional autor de su transformación, de su entorno y de las circunstancias que le rodean.

En este sentido son múltiples las dimensiones desde las que se aborda el desempeño, la gestión, el trabajo, la actividad profesional pedagógica del docente. Primeramente el docente tiene que entender el verdadero papel que juega en la educación, entender que al formar uno se reforma, es decir, el alumno también nos está formando con sus comentarios, con sus experiencias, con sus inquietudes, etc. Por ello, el docente debe romper esa práctica bancaria y reconocer la importancia del alumno en el proceso, acortar ese distanciamiento producido por las viejas prácticas pedagógicas y darle un nuevo sentido a la enseñanza. De allí que Freire (2000) expresara que:


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