Los herbicidas frente a una catastrofe ambiental, social y humana, en Colombia
Autor: Dr. Jaime Altamar Rios | Publicado:  31/07/2012 | Medicina Preventiva y Salud Publica , Articulos | |
Los herbicidas frente a una catastrofe ambiental, social y humana, en Colombia .3

En consecuencia, estos investigadores no tuvieron en cuenta que esos tóxicos deprimían en la mitocondria la síntesis energética de ATP (9), origen a largo plazo de las patologías señaladas. Igual sucede con la nicotina, esta no ocasiona ninguna lesión aguda a las dosis consumidas, pero al cabo de un tiempo va dando lugar a los problemas conocidos. Sin embargo, en 2002, el investigador M.D. Alvarez (15) evidencia una disminución de aves en las áreas aledañas a los cultivos de coca y amapola, en comparación a la que había dos años atrás. Ello debe considerarse como una grave lesión a la biodiversidad.
 
Ahora, ante las insistentes protestas de campesinos contra las fumigaciones debido a sus efectos negativos sobre sus cultivos lícitos de pancoger y la salud, el gobierno, en el 2004, se vio precisado a adelantar un estudio sobre el impacto del Glifosato (GP) en el medio ambiente y la salud. ¿Pero por qué solo del Glifosato (GP) cuando se trata de una mezcla con surfactantes potencializadores? Nunca se ha respondido esta pregunta, pero se presume: el Glifosato (GP) es el herbicida menos tóxico, pero no atóxico.

El estudio, dirigido por Keith Solomon et al. (2005): Estudio de los efectos del programa de erradicación de cultivos ilícitos en la salud humana y en el medio ambiente. Estudio este preparado a instancias de la Comisión Interamericana para el Control del abuso de Drogas (CICAD). En las conclusiones, los autores aseguran que el Glifosato (GP) no es lesivo para la salud humana ni para el ambiente. En esta afirmación, un tanto aventurada y temeraria, que costó US$1.500.000 y muy cuestionada por los organismos científicos, en particular la U. Nacional de Colombia.

No hicieron otra cosa que repetir el método empleado por los anteriores sobre las concentraciones del Glifosato (GP) simple empleado en las prácticas agrícolas lícitas. No siendo, por supuesto, este el caso respecto a las dosis, concentraciones y otros componentes empleados para los cultivos ‘ilícitos’. Y aun así, es lesivo para la salud sin manifestaciones inmediatas, sino a largo plazo, a través de un proceso metabólico, como hemos señalado. En lo que respecta a la salud el estudio debe ser, en consecuencia, de tipo estadístico, epidemiológico, al igual que se hace con el tabaco, y debe realizarse en un tiempo prudencialmente largo, no en pocos meses. En nuestro estudio epidemiológico realizado entre 1985 y 1995 (10), en áreas de cultivos lícitos, en el Dpto. del Meta, Colombia, encontramos un aumento de la prevalencia de malformaciones congénitas de 97 a 189 casos x 100.000 habitantes, así como el incremento de patologías malignas, autoinmunes y cardiovasculares.

Debido al mecanismo cómo estos tóxicos ocasionan estas patologías no existe ninguna prueba de laboratorio que incrimine a ninguno en particular. Estos investigadores debían saber esto. Aun sabiéndose que los radicales libres son los causantes de dichas lesiones tampoco se puede indicar qué factor de riesgo los produjo, porque ellos son inespecíficos.

El profesor Pedro Eslava Mocha et al, del Instituto de Acuicultura de Unillanos, Villavicencio, Meta, Colombia, en su obra (2), nos informa que Néscovik et al. (16), observaron “edema subepitelial branquial en carpas expuestas al Glifosato (GP) (5mg/L), seguido por infiltración linfocitaria y fibrosis incipiente en el hígado”. Señala igualmente, que Szarek et al, (17) encontraron que el Glifosato (GP) a concentraciones altas de 205 y 410mg/L ocasiona “tumefacción mitocondrial y desaparición de la membrana mitocondrial interna”. Estos hallazgos de Néskovik et al, y Szarek et al, son precisamente algunas de las observaciones encontradas en el proceso de la ICI producida por los herbicidas y demás factores ambientales indicados.


INTERESES ECONÓMICOS DETRÁS DE LAS FUMIGACIONES.

Llama la atención que mientras el Congreso de USA, en 1978 (gobierno de Carter), prohibía apoyar los programas de fumigación en otros países (Enmienda Percy), en ese momento, en Colombia comenzaban las mismas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Y tres años después, el gobierno de Reagan, no sólo anulaba dicha Enmienda Percy, sino que aprobaba US$37.700.000 para el empleo de herbicidas en los cultivos ‘ilícitos’ durante un año, cuyo contrato se le asignaba a la empresa Dyn-Cor, de USA. Carter pensaba que el deber de USA era evitar la exportación a los países desinformados los productos prohibidos en su país. Pero otra cosa pensaban los mercaderes de la muerte detrás del trono.

Recordemos que en esos tiempos, salían de Nicaragua los aviones de la CIA cargados de coca colombiana hacia USA y regresaban llenos de armas para los Contras. Vemos que durante esa década del 70 las fumigaciones no disminuyeron las áreas de cultivo, sino todo lo contrario, parecían promoverlas. Por ello debemos preguntarnos, ¿quién o quienes se beneficiaban con todo ese dinero, tanto en USA como en Colombia? (6). Esto indicaba que intereses ajenos al gobierno, la Monsanto (de la Junta Directiva del Plan Colombia), entre ellos, presionaban sobre Reagan, quien argumentaba que controlar las exportaciones perjudicaba a su país.

He ahí la filosofía que ha movido siempre la moral de USA para reactivar los agrotóxicos. Pero la estrategia no sólo iba dirigida a la “erradicación” química de los cultivos, sino a destruir los laboratorios y las pistas (Interdicción), así como a interceptar los negocios de lavado de activos dentro y fuera de USA, la sanción a los narcotraficantes y a los consumidores. Se buscaba frenar el ingreso de drogas a territorio norteamericano con el propósito de elevar el precio al consumidor con el supuesto de disminuir el consumo.

Pero ello no sucedió así, la demanda se incrementaba, por lo que la producción crecía. Ello indicaba que se estaban moviendo por debajo otros intereses económicos, como el de la industria aérea, los pilotos desocupados en USA, así como los precursores químicos para la elaboración de la pasta de coca y las armas. Pero mientras ellos satisfacían sus intereses, a nosotros nos dejaban los problemas ambientales y de salud con las enfermedades catastróficas altamente costosas. Y ello se patentizaba en el presupuesto para el Plan Benneth, en 1989. En él se establecía el 45% para los programas de erradicación, un 35% para cumplir con las interdicciones y 36% para la sustitución de cultivos, que también son fumigados, y desarrollo, que no se cumple. Debemos indicar que las F. Armadas se reservan grandes recursos financieros que no son reportados. En 1995, el presidente Samper anunció, con gran optimismo, acabar con los cultivos ‘ilícitos’ para 1997, al tiempo que hacía fuerte inversión (US$300.000.000) en infraestructura rural.

Sin embargo, dichos cultivos se incrementaron, al tiempo que su productividad; quedándonos la deuda, la pobreza y la inseguridad. Colombia se convirtió así, en el primer productor de cocaína, a pesar de las fumigaciones.

GENOCIDIO Y ECOCIDIO

Las enfermedades que se producen como consecuencia de la exposición a estos factores, son las llamadas catastróficas. Y quien produce y vende esos venenos que las generan, es el mismo que fabrica y vende los equipos para su diagnóstico y los medicamentos para tratarlas, con los resultados y consecuencias conocidos. La historia no registra en sus anales antecedentes semejantes. Pero esta no es una actitud involuntaria, inconsciente. No. Ella es premeditada, exquisitamente calculada, por lo que ello constituye un genocidio que se comete impunemente contra nuestros pueblos indefensos, como ayer se hizo en Vietnam a nombre del anticomunismo, al tiempo que se convierten los ríos, mares y lagunas en verdaderas cloacas y los bosques en desiertos. Un ecocidio, cubierto con el manto de la lucha contra el narcotráfico.

No es menos cierto que los psicotrópicos son perjudiciales para la salud, así como los herbicidas e insumos utilizados para el cultivo y la elaboración de la pasta de coca. Pero rechazamos la afirmación de Klaus Nyholm (1), representante de UNDCP para Colombia y Ecuador, de que “El daño causado por los herbicidas para erradicar esos cultivos ‘ilícitos’ es menor que el causado por el cultivo y producción de psicoactivos”. Ello no es cierto, y así lo fuera, ello es inmoral.

Con la erradicación química se agravan cien veces los daños ocasionados por el cultivo y elaboración de los estupefacientes, al tiempo que es más grave que la drogadicción, si tenemos en cuenta que esas drogas sólo afectan a quienes las consumen, y ello es voluntario. El mal no está en las plantas. Ellas no son dañinas; son medicamente benéficas, ricas en aminoácidos, Vitaminas del Complejo B, etc. La coca es sagrada para los indígenas americanos, pues ella les permitió sobrevivir a la ruda naturaleza y a la crueldad en la Conquista, la Colonia y la Modernidad.

El malo es el hombre que, a través de un proceso racional (segunda maldición), transforma sus hojas en un producto maléfico, la cocaína. La droga es, entonces, una consecuencia de la decadencia de la Modernidad utilitarista, iniciada en el s.XIX. Y si ella es un efecto de esa era consumista, debía ser esta la prohibida, en lugar de su consecuencia. Antes se fomenta el Consumismo. De ahí que al cabo de más de 30 años de prohibiciones y de guerra química, el fracaso es incuestionable; sumado ello a una insalvable devastación ambiental y las pavorosas enfermedades catastróficas.

De ahí que en la reciente Cumbre para el control del narcotráfico, en Cartagena (31/Jul/08), el centro de investigación International Crisis Group, señaló que: “USA y países de A.L. están perdiendo la guerra contra el narcotráfico por la diseminación del comercio y los mejores métodos de siembra y nuevas variedades más productivas”. El lucro es indetenible.

Mientras a todos se nos obliga consumir estos venenos, por cuanto están ahí, en los alimentos y en el agua que debemos consumir. Por ello, es el más cruel genocidio que se haya cometido en la historia de la humanidad. Desde luego, la droga, como hija del Consumismo, ocasiona un deterioro de los valores morales y éticos, así como de los ideales sociales que, a su vez, determinan una perversión de las facultades humanas.

Es ahí, en el Consumismo, donde se encuentra el origen del conflicto, porque la ansiedad que determina induce al consumo de drogas que degradan la naturaleza humana y ambiental. Es él quien crea las condiciones propicias para el surgimiento de organizaciones criminales asociadas a estos eventos ilícitos. Habría que empezar por combatir el mercantilismo consumista, para detener la corrupción y prevenir las enfermedades no transmisibles que padece la población colombiana.


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