El Curare en Venezuela visto por un misionero, un naturista y un cientifico
Autor: Dr. Daniel J. Sanchez Silva | Publicado:  13/06/2007 | Historia de la Medicina y la Enfermeria , Anestesiologia y Reanimacion | |
El Curare en Venezuela visto por un misionero, un naturista y un cientifico 3.

Lo que sigue a continuación sobre la manera de preparar el curare es solamente un mito, probablemente los indios le comunicaron estas fábulas al jesuita, simplemente para rodear mas de misterio y magia la manera de prepararlo. Sabemos que en la preparación el curare no emana vapores y si lo hiciere no serían venenosos, pero veamos como describe Gumilla la manera de preparar el curare por los Indígenas. “Entre el cieno corrupto, sobre que descansan aquellas aguas pestíferas, nace y crece la raiz del curáre, parto legítimo de todo aquel conjunto de inmundicias: sacan los Indios Caverres estas raices, cuyo color es pardo, y despues de lavadas, y hechas pedazos, las machacan, y ponen en ollas grandes, á fuego lento: buscan para esta faena la vieja mas inútil del Pueblo, y quando ésta cae muerta á violencias del vaho de las ollas, como regularmente acontece, luego substituyen otra del mismo calibre, en su lugar, sin que ellas repugnen este empleo, ni el vecindario, ó la parentela lo lleve á mal; pues ellas y ellos saben, que éste es el paradero de las viejas. Así como se va entibiando el agua, va la pobre anciana amasando su muerte, miéntras de olla en olla va estregando aquella raiz machacada, para que con mas facilidad vaya expeliendo su tósigo, en el jugo, de que se va tinturando el agua, que no pisa de tibia, hasta tomar el color de arrope claro: entónces la Maestra exprime las raices con todas aquellas pocas fuerzas que su edad le permite, dexando caer el caldo, dentro de la olla, y las arroja como inútiles: luego añade leña, y empieza de recio el cocimiento; y á poco rato de hervir las ollas, ya atosigada, cae muerta, y entra la segunda, que á veces escampa, y á veces no. Cobra finalmente punto el cocimiento, merma la tercera parte del caldo, y condensado ya, grita la desventurada cocinera, y acude al punto el Cacique con los Capitanes, y el resto de la gente del Pueblo, al exâmen del curáre, y á ver si está, ó no, en su debido punto: y aquí entra la mayor admiracion de toda esta rara maniobra. Moja el Cacique la punta de una vara en el curáre, y al mismo tiempo uno de los mocetones concurrentes, con la punta de un hueso se hace una herida en la pierna, muslo ó brazo, donde le da gana, y al asomarse la sangre por la boca de la herida, acerca el Cacique la punta de la vara con el curáre, sin tocar la sangre, porque si la tocára, y retrocediera, inficionára toda la de las venas, y muriera luego el paciente: si la sangre que iba á salir  retrocede, ya está el veneno en su punto; si se queda asomada, y no retrocede, le falta ya poco; pero si la sangre corre por afuera, como naturalmente debe correr, le falta mucho fuego; y así le mandan á la triste anciana, que prosiga en su maniobra, hasta que repetidas despues las pruebas necesarias, aquella natural antipatía con que la sangre se retira violentamente de su contrario, les manifiesta, que ya el curáre subió á su debida y suma actividad” (16). Finalmente el mismo gumilla confiesa que jamás ha visto preparar el curare pero que no duda de la veracidad de lo que le han relatado.  “Yo he tenido muchas veces el curáre en mis manos, y aunque no soy testigo ocular de la referida maniobra, tengo su individual noticia por tan seguros conductos, que no me dan lugar á la menor duda ó sospecha” (17).

 

Finalmente he de recalcar la importancia de la obra de gumilla sobre el Orinoco y el Curare pues es uno de los precursores del estudio del mismo, y no solo se dedico a observar sino a tratar de explicar los fenómenos observados y aun más. Se dedico a escribir sus observaciones como un legado a la posteridad.

 

Friedrich Heinrich Alexander Baron de Humboldt

Naturalista, geólogo, mineralogista, astrónomo, explorador, sismólogo, vulcanista, demógrafo. Como científico, el sabio Alejandro de Humboldt es considerado uno de los últimos representantes del concepto universal del conocimiento, característico del movimiento de la Ilustración. Nació en Berlín el 14 de septiembre de 1769. Hijo de Alexander Georg von Humboldt, un oficial del ejército de Federico II el Grande de Prusia y Frau Marie Elisabeth von Hollwege, heredera de una fortuna de un matrimonio anterior. Su padre Alexander Georg von Humboldt perteneció a la nobleza prusiana, habiendo sido mayor del Ejército y chambelán  del Rey; su madre fue María Isabel de Colomb, de ascendencia francesa, viuda del barón de Holwede. Su hermano, Guillermo, fue filósofo y lingüista; junto con él recibió una esmerada educación en su castillo de Tegel, cerca de Berlín, de manos de afamados maestros. Tuvo también un hermano materno, Fernando von Holwede nacido del primer matrimonio de su madre con el baron de Holwede.


Recibió una excelente educación en el castillo de Tegel, su casa materna, con los tutores Joachim Heinrich Campe y Gottlob Christian Kunth. Sus estudios estuvieron influenciados por la Ilustración Berlinesa, un movimiento intelectual inspirado por el filósofo Moses Mendelssohn y ligado a la comunidad judía. Durante su adolescencia deseaba dedicarse a la carrera militar, pero su familia lo alejó de esta inclinación.


En 1788, se trasladó a la Universidad de Gotinga, donde se convirtió en discípulo del médico y zoólogo Johann Friedrich Blumenbach, y se graduó en ciencias económicas. En esos años realizó sus dos primeros viajes, que fueron el preludio de su fama: una expedición geológica por el Rin y otra a través de Bélgica, Holanda, Inglaterra y Francia. En 1790, realizó un viaje de estudios por las orillas del río Rin. De allí nació la primera de sus obras, titulada Observaciones mineralógicas sobre ciertas formas basálticas  del Rin. En la Escuela de Comercio de Hamburgo hizo estudios superiores e ingresó a la Academia de Freiberg, donde fue alumno de Werner, uno de los más  notables geólogos y mineralogistas de la época. Concluidos sus estudios fue asesor del distrito minero de Berlín y de los principados de Beyreuth y de Auspach. En 1793, publicó Flora subterránea  de Freiberg, con aforismos sobre la fisiología química de las plantas. Para esa misma época, el poeta Schiller le incorporó a la redacción de su periódico Las Horas donde dio a la publicidad un trabajo científico titulado Fuerza vital, que ha sido considerado como la génesis de su conocido libro Cuadros de la naturaleza. A partir de 1793 desarrolló una constante labor de investigación científica y nació en esos años su propósito de hacer un viaje al Nuevo Mundo. Estudió a fondo la astronomía, conocimiento que pondría en práctica  cuando inició su viaje a América a partir de su contemplación del cielo desde los trópicos exteriores en las islas Canarias.


La muerte de su madre, acaecida en 1796, le proporcionó una cuantiosa herencia, lo cual le permitió consagrarse a su más ardiente deseo: la expedición científica en las regiones más alejadas del mundo. Fue este acontecimiento el factor principal que le impulsó a realizar su proyecto. Hizo un pequeño viaje a Italia y de allí pasó a París, ciudad que no conocía; le acompañó Leopoldo de Buch. En la capital francesa adquirió un conjunto de instrumentos que le servirían para sus investigaciones en el viaje que preparaba, dejó sin efecto una expedición que se proponía realizar en 1798 a Egipto y aplazó definitivamente, su participación en la expedición de Baudin y Halemedin a Australia, que había sido auspiciada por el Directorio de Francia. En esos momentos ya había iniciado su amistad con Aimé Bonpland, con quien decidió viajar a España; en Madrid pasaron el invierno de 1798 a 1799. El carácter  afable, la educación y la cultura de Humboldt, hizo que gozara de simpatía en los círculos sociales y culturales de esa ciudad. Trabó amistad con Mariano Luis de Urquijo, a la sazón ministro de Carlos IV, y por mediación de aquél, obtuvo permiso para visitar las provincias españolas en América y las islas Filipinas; fue así como en compañía de Bonpland partió desde Madrid hacia La Coruña, donde abordarían la corbeta Pizarro con destino a América. En su viaje hacia el puerto español atravesaron Castilla, León y Galicia haciendo observaciones tanto de la orografía y de la geografía, como de la naturaleza, recogiendo numerosas muestras. El barco zarpó el 5 de junio de 1799, con dirección al archipiélago de las Canarias; en la travesía, ya en mar abierto, Humboldt se encontró con una naturaleza distinta a la europea: observó la esfera celeste y la posición de las constelaciones, en el océano ya había advertido la presencia de delfines, algas, medusas y otras especies propias de los mares más  cálidos.  En Tenerife estudió el vulcanismo, la geología y diversas características del pico del Teide; tomó muestras de plantas con el objeto de estudiar la fitogeografía local. Luego la corbeta Pizarro tomó rumbo hacia México pero, ya próxima a las Antillas, las condiciones atmosféricas la obligaron a dirigirse a Venezuela, donde tanto Humboldt como Bonpland, tendrían la oportunidad de estudiar la naturaleza y otras características del país. Esta afortunada visita del sabio alemán  fue una suerte para el análisis  de un país contenido en esa notable obra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, sólo superada por su obra Cosmos, una verdadera enciclopedia científica para su época. Humboldt llegó a Cumaná  el 16 de julio del mismo año 1799; seguidamente emprendió, a partir de Venezuela, una serie de investigaciones sobre América, entre otras la de indagar «por qué la refracción es menor en los trópicos que en la zona templada». Uno de los primeros fenómenos que observó, el 28 de octubre de 1799, fue un eclipse de sol.


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