La violencia ejercida contra la mujer es un fenómeno universal que persiste en todos los países del mundo independientemente de culturas, clase social, nivel educativo, etnia y edad. A comienzos del siglo XXI, la violencia mata y daña a tantas mujeres y niñas de entre 15 y 44 años de edad como el cáncer. La OMS estima que una de cada cinco mujeres en el mundo ha sido maltratada física o sexualmente en algún momento de su vida; la mayor parte de estos abusos son realizados por la pareja de la mujer. Este tipo de violencia puede tener importantes consecuencias negativas a corto y largo plazo en la salud física y mental de las mujeres que pueden persistir incluso cuando dicha violencia ha finalizado, siendo aún más graves en el caso de las mujeres embarazadas ya que a las consecuencias para las víctimas se añaden los efectos secundarios en el feto y el recién nacido.