Existe un amplio consenso dentro de la comunidad científica internacional sobre algunas de las consecuencias de la crisis ecológica como son la creciente pérdida de biodiversidad, el cambio climático, el previsible agotamiento de los combustibles fósiles, la imparable erosión de los suelos, la pérdida de calidad del agua y de la atmósfera, la contaminación y la inseguridad en los productos alimentarios y otros impactos ambientales que tienen repercusiones muy graves sobre la salud del planeta y de los individuos.
El nuevo paradigma deberá permitirnos superar el realismo ingenuo, salir de la asfixia reduccionista y entrar en la lógica de una coherencia integral, sistémica y ecológica, es decir entrar en una ciencia más universal e integradora, una ciencia verdaderamente interdisciplinaria y transdisciplinaria. No se trata simplemente de sumar varias disciplinas, agrupando sus esfuerzos para la solución de un determinado problema como se hace frecuentemente asumiendo cierta multidisciplinariedad. La interdisciplinariedad exige respetar la interacción entre los objetos de estudio de las diferentes disciplinas y lograr la integración de sus aportes respectivos en un todo coherente y lógico.
La tuberculosis es una de las enfermedades más antiguas que afectan a la especie humana, puede calificarse como la que más daño ha causado tanto en número de enfermos como de defunciones. Para entender la permanencia de esta enfermedad a lo largo de la historia, es necesario el enfoque de las ciencias sociales que asume una posición encontrada con el modelo biomédico y que debe analizarse desde diferentes perspectivas. Es por esto inviable explicar la enfermedad desde un modelo teórico unicausal de corte biológico.