La historia natural de las infecciones nos enseña que no existe microorganismo que quiera destruir la vivienda en donde se aloja. Los parásitos necesitan de ese otro ser vivo para cumplir en él su ciclo existencial. Tratan de pasar desapercibidos, evitan así que el hospedador los ataque y los elimine. Los parásitos no intentan enfermar a quien los hospeda, porque saben que si éste muere, ellos mueren con él. Intentan desembocar en un equilibrio en el cual ellos puedan vivir, desarrollarse, multiplicarse, sin causar daños aparentes.