Los atletas de alto rendimiento, y en particular los que practican deportes de resistencia (ciclismo, maratón, canotaje, triatlón) presentan unas respuestas cardiovasculares particularmente llamativas, tales como bradicardia severa, bloqueos auriculoventriculares de distinto grado, e hipertrofia ventricular acentuada, inducidas por las intensas cargas de entrenamiento a las que se ven sometidos, con un gran requerimiento hemodinámico (gasto cardíaco ≥ 30 litros y una presión arterial sistólica ≥ 200 mmHg), que inducen el desarrollo de un tono vagal muy acentuado y una hipertrofia ventricular izquierda global, que a veces rebasa los límites de lo que usualmente se considera normal, pero en ausencia de enfermedad estructural y manteniendo la geometría ventricular proporcionada, así como los cambios correspondientes en la distensibilidad ventricular y fuerza contráctil del miocardio, lo cual resulta ventajoso para el atleta.
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