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Mi prepucio es normal; ni largo ni corto, pero cuando lo trataba de bajar hasta la base del pene quedaba tirante el frenillo y torcia el glande. Al efectuar el coito queda tambien muy tenso y siempre tenía temor que se rompiera.

Al revisarlo el médico, me recomendó la frenuloplastia y en esa misma consulta procedió a efectuarla con bisturí eléctrico. Una simple inyección de anestesia en el frenillo, acaso es lo más molesto y esperar un rato para que hiciera efecto. No lo creía, cuando en menos de cinco minutos me dijo que ya estaba terminada la operación. Sin sangre ni costuras.

Me recomendó mantener constantemente pelado el glande, con su aseo habitual y recetó antibióticos preventivos y pastillas para el dolor, que nunca tomé.

Cuando ví mi pene después de la operación, lo primero que expresé al urólogo, fue que había perdido el tiempo por no haberme cortado el frenillo antes de tener relaciones sexuales.

Al cabo de tres semanas reanudé mi vida sexual; no perdí sensibilidad, es más, se incrementó al poderse bajar la piel hasta la base del pene y quedar el glande totalmente pelado sin que volviera a torcerse, sin arrugas del prepucio con su mucosa interna totalmente expuesta a las fricciones con la vagina. El largo del prepucio no se altera, si se hace más holgado al añadirse la piel de los plieges del frenillo, por lo que al pararse el pene queda descubierto el glande por si solo, como debe ser.


No circuncidar la verga, si antes un urólogo honesto procede a la frenuloplastia, hoy más sencilla que la curación de un diente.

Que no asusten con esa cirugía, antes deveras impresionante. antalo.